Tan sólo tres países de la región han legislado en esta materia. México y Brasil en tanto, son los principales afectados por este problema exponencial y ninguno cuenta con normas específicas.
Santiago. A la misma velocidad vertiginosa que aparecen nuevos adelantos tecnológicos, otros quedan obsoletos. Y aunque la vida útil de un computador se estima en diez años, generalmente la rápida caída de los precios y nuevos adelantos en software conspiran para que la basura electrónica sea un problema a considerar en las naciones en desarrollo.
Según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, el volumen de la basura tecnológica está aumentando tres veces más rápido que los residuos urbanos.
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Esta crisis medioambiental en ciernes la protagonizarán países emergentes como China, India, Brasil y México, de acuerdo a un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), Los expertos estiman que para 2020 el volumen de los residuos de computadores crecerá un 500% en India respecto a 2007; y en China y Sudáfrica, el 400%.
Un reporte de Business Monitor International indica que Brasil es el principal mercado de productos electrónicos de América Latina. Este país acapara el 45% de las inversiones en el mercado tecnológico de la región. Le sigue México en segundo lugar. Según estimaciones, para 2013 cada mexicano gastará US$119 en aparatos tecnológicos.
Legislación. El primer paso de un acuerdo mundial sobre la gestión de residuos de aparatos eléctricos fue la Convención de Basilea que entró en vigor en 1992. Actualmente, 175 países son miembros mientras que el mayor productor de basura electrónica en el mundo, Estados Unidos, no lo ha ratificado.
En ese país se estima que 70% de los metales pesados que se pueden encontrar en un vertedero común provienen de desechos electrónicos. El fósforo que contienen los tubos de rayos catódicos de los monitores, el cadmio y el bromo utilizado en los retardantes de la combustión en plásticos y el mercurio de las pantallas planas son sólo algunos de los sustancias peligrosas para la salud que contienen estos artefactos en desuso.
Pocos son los países latinos que han desarrollado legislación sobre la materia. “En norma general, la basura electrónica es actualmente manejada bajo las leyes de residuos peligrosos”, explica Uca Silva, de la Plataforma Regional de residuos Electrónicos en Latinoamérica y el Caribe.
Avances. Tres son los países de la región que han legislado sobre el tratamiento de residuos tecnológicos. En Costa Rica la Ley General de Residuos, aprobada en 2010, obliga a las empresas productoras a recepcionar artefactos en desuso.
En México en tanto, un punto de la Ley General de 2003 califica a la basura electrónica como desechos especiales. Sin embargo, el Instituto Nacional de Ecología, -organismo dependiente del gobierno federal mexicano- ha admitido que la disposición de este material en el país es inadecuada debido a que el mercado de reciclaje no está suficientemente desarrollado.
Colombia por su parte, es la nación con una reglamentación mas reciente. Basado en el principio de la Responsabilidad Extendida del Productor, la responsabilidad del fabricante se prolonga hasta el fin del ciclo de vida del producto
Mercado latino. Hay rasgos del consumidor Latinoamericano tipo. La penetración de equipos electrónicos esta alcanzando en algunas naciones el nivel de países industrializados. La vida útil del equipo es de 4 años. Además, el primer usuario no es el que desecha. “El reacondicionamiento de equipos está ligado a sectores vulnerables más que razones medioambientales”, comenta Silva.
En Perú, por ejemplo, cerca del 85% de los computadores usados importados se vuelven a poner en uso.
En Latinoamérica el mercado de la chatarra tecnológica está dominado por dos actores. Por un lado, existe recolectores informales que extienden la vida útil de los artículos o los desarman para obtener repuestos. Por otro, están las empresas que se dedican a separar los componentes de los artefactos. Se trata de un servicio pagado y buena parte del material se exporta para reutilizar el plástico y rescatar los metales de los circuitos.
De los celulares se pueden aprovechar la plata, el oro, el cobre o el paladio. Se estima que de una tonelada de celulares se pueden obtener 300 gramos de oro. En comparación, ninguna extracción minera por tonelada da esos beneficios.
En el primer eslabón de la cadena de reciclaje se encuentra la empresa chilena Degraf, que recibe entre otra chatarra tecnológica los celulares de una exitosa campaña de recepción de celulares usados. “Este negocio, planteado en un esquema de empresa formal que cumple con toda la legislación, se está iniciando en Chile y tiene buenas perspectivas ya que a la fecha se recicla menos de un 5% de los residuos electrónicos generados”, explica Gabriela Pérez, gerente General de la compañía.
“Al ser un negocio incipiente, no es sustentable aún y estamos en la etapa de concientización de los generadores a quienes les cuesta asumir el costo del servicio”, dice.
Un informe de las Naciones Unidas entregado en 2010 destaca a Brasil, Colombia, México, Marruecos y Sudáfrica como mercados con gran potencial para introducir tecnologías para el procesamiento de desechos electrónicos. Esto, debido a que el sector informal de recolección de este tipo de chatarra es relativamente pequeño.