Esta regla asegura que el número de transistores en un chip se duplica en promedio cada 18 meses, permitiendo la creación de equipos con mayor potencia y cada vez más livianos.
Tres años antes de ser el cofundador de Intel, Gordon Moore hizo la observación de que los transistores –los componentes fundamentales del microprocesador y de la era digital– disminuirían sus costos y aumentarían su rendimiento a un ritmo exponencial. No imaginaba que en 1965 había tenido una idea que cambiaría al mundo, hoy conocida como la “Ley de Moore”, y que conduciría durante –al menos- la mitad del próximo siglo a un proceso tecnológico transformador.
En conmemoración de los 50 años de la creación de esta regla, que se cumplen este 19 de abril, Intel entrega una serie de ejemplos sobre qué pasaría si se pudiera aplicar este mismo razonamiento a otras áreas de nuestra vida cotidiana. Revísalas a continuación.
¿Si la bencina del auto se rigiera por la Ley de Moore?
Si la eficacia del combustible de un automóvil mejorase en igual proporción que lo hace la tecnología gracias a la Ley de Moore, una persona podría fácilmente conducir durante toda su vida el mismo vehículo con sólo un tanque de bencina. Un auto nuevo a comienzos de sus 40 años tal vez necesite sólo un cuarto de estanque. De acuerdo al ritmo de disminución de los transistores, el auto sería del tamaño de una hormiga; y podría llevar varios neumáticos de repuesto en el bolsillo de su camisa.
Comparando la Ley con la Construcción
Si un rascacielos disminuyera su precio al ritmo de la Ley de Moore, una persona podría comprarlo por menos del costo de un PC actual. ¿Un supercomputador en el Penthouse de cualquier persona? Y si los rascacielos aumentasen en altura al ritmo de la Ley de Moore, serían 35 veces la altura del Monte Everest. Si los precios de las viviendas disminuyeran en la misma proporción que los transistores, una persona podría comprar una casa al precio de una pastilla. ¡Qué Dulce!
¿Y si la aplicamos a Viajes espaciales?
El programa espacial Apolo para llevar humanos a la luna costó US$25.000 millones. Si los precios disminuyeran al ritmo de la Ley de Moore, actualmente el programa costaría casi lo mismo que un pequeño avión privado. La travesía a la luna en 1969 llevó tres días. Si la Ley de Moore se aplicara a los viajes espaciales, el transcurso tomaría ahora un minuto. Y un vuelo de Nueva Zelandia a Nueva York terminaría en el tiempo que tarda en abrocharse el cinturón de seguridad. ¿No hay maníes en este vuelo?
Muchos dispositivos que la gente usa a diario funcionan con microprocesadores constituidos por transistores. A medida que estos dispositivos han reducido drásticamente los costos y han aumentado en rendimiento y eficacia energética, gracias a la Ley de Moore, se han convertido en una parte indispensable de nuestras vidas. Teléfonos y relojes se han vuelto inteligentes, y los coches se han convertido en computadoras itinerantes.
¡Sin Ley de Moore no tendríamos Selfies!
Si un teléfono Android basado en Intel se fabricara utilizando la tecnología de 1971, sólo el microprocesador del teléfono sería del tamaño de un estacionamiento. ¡Intenta tomarse una Selfie con eso! Comparado al primer microprocesador de Intel, el Intel 4004, los procesadores de 14 nm de hoy ofrecen 3.500 veces el rendimiento, a 90.000 veces la eficacia energética y en 1/60 milésimos el costo.