École 42 no tiene tutores presenciales y los estudiantes aprenden a través de proyectos, gratuitamente y sin lecciones al uso.
Por Pablo G. Bejerano para Think Big. Imagina una universidad sin profesores. Los alumnos solo aprenden en base a la realización de proyectos. Cada uno de ellos tiene que terminarse en el plazo de 48 horas y cada mañana los estudiantes reciben un nuevo encargo. Los trabajos se acumulan, hay que lidiar con la disparidad, atajar la desorganización que se desparrama con la afluencia de tareas y optimizar el tiempo.
Todo esto suena mucho al mundo real, más cerca del mercado de trabajo que del acolchado limbo académico. Y todo esto ocurre en École 42. Esta atípica escuela francesa de programación funciona desde hace cuatro años en París.
No hay profesores que enseñen las materias y los estudiantes se organizan su trabajo. A medida que se completan los proyectos se estimula un aprendizaje de alumno a alumno. La formación se divide en módulos, como integración, algoritmos o inteligencia artificial, y en lenguajes, como Python, C, o Java.
La formación en École 42 es gratuita. Para entrar en la escuela los candidatos pasan varios test. El último de ellos es una especie de campamento que dura un mes. En este los aspirantes tienen que demostrar ser los mejores. La inscripción se gana por meritocracia, según los responsables del centro.
Los que acceden a la enseñanza en École 42 disponen de entre tres y cinco años de formación gratuita. Alrededor del 80% de los estudiantes consigue un empleo antes de acabar sus estudios, según apunta la escuela, y todos tienen trabajo al terminar.
El fundador y benefactor de École 42 es el empresario francés Xavier Niel. Ha gastado 48 millones de euros de su fortuna en el campus de París y otros 46 millones en otra escuela que abrió el pasado año en Silicon Valley.
El objetivo de Niel es que el campus de Silicon Valley crezca hasta los 10.000 estudiantes. A partir de ahí se pensará el abrir una sucursal de la escuela en China. El empresario no revela ningún interés económico detrás de las escuelas. Al contrario, su intención ha sido crear una posibilidad de educación gratuita y combatir las deficiencias en el sistema tradicional de enseñanza.
Pero lo cierto es que mantener las escuelas supone 7 millones de euros al año. Una factura de la que en el futuro se hará cargo uno de los alumnos de la escuela, cuando alguno de ellos despunte como el próximo emprendedor digital. Al menos así piensa Niel.
Por cierto, el nombre no es casualidad sino una referencia de lo más freaki. El número 42 hace referencia a la popular novela Guía del autoestopista galáctico, después convertida en película. En el disparatado mundo creado por Douglas Adams, el 42 es la respuesta al sentido de la vida, el universo y todas las cosas.
*Crédito imagen: Flickr / EnseignementSup-Recherche-Innovation