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Narcos de internet: el nuevo y oscuro mercado que crece sin control
Viernes, Julio 17, 2015 - 08:38

Mientras que para los usuarios de internet permite mayores garantías sobre la calidad de las sustancias psicoactivas, para las autoridades la lucha es cada vez más compleja; el enemigo es invisible.

Ross Ulbricht fue condenado a dos cadenas perpetuas por ser el propietario de un mercado de compra y venta de drogas a través de internet. La decisión de una jueza de Estados Unidos puso en la agenda del mundo el tema del comercio de sustancias psicoactivas a través de la red y de la guerra, cada vez más compleja, que libran los estados para perseguir delitos que están más allá de sus fronteras, son cometidos en el anonimato y suceden en escenarios más profundos que la internet de Google.

En 2011 nació Silk Road, un mercado, ilegal pero novedoso, de comercio de sustancias psicoactivas que permitía, con unos cuantos clics y conocimiento medio de informática, comprar drogas en internet y recibirlas en la puerta de la casa a través de un correo postal convencional. Silk Road nació en la deep web (red profunda) que, en pocas palabras, es la internet invisible, una página no indexada en los motores de búsqueda; para acceder a ella es necesario contar con un navegador particular.

La deep web

La internet extinguió las fronteras en muchos sentidos y la ilegalidad ha encontrado espacios en línea que permiten transar productos de una forma relativamente fácil y globalizada. En la deep web se pueden comprar armas, drogas, y acceder a ríos de pornografía. Pero no todo lo que allí reside es del bajo mundo, también hay quienes comparten bibliotecas, bases de datos e información que por derechos de autor u otros asuntos no es posible encontrar en la red superficial.

La confluencia de tres cosas: la existencia de Tor, la encriptación de información y la presencia de una divisa en la web, ha hecho que la red profunda sea posible y con ello la comercialización de productos, en su mayoría ilegales. Tor es un navegador que fue creado por las fuerzas militares estadounidenses para evadir la censura en internet y que fue luego adaptado y distribuido por una empresa privada para permitir el anonimato de los usuarios en la red. Está diseñado para diseminar las direcciones de acceso de los equipos y modificarlas permanentemente, así es difícil saber desde qué lugar del mundo se administra un sitio web o quién es usuario del mismo. Las páginas en Tor terminan en .onion y es posible acceder a ellas instalando el sistema en el computador, pero Tor no tiene filtros, allí hay de todo (pornografía, pornografía infantil, tráfico de armas, violencia…). Un sinfín de cosas que por algo están escondidas en la profundidad de internet.

El siguiente paso para llegar a la red profunda y comprar alguno de los productos que allí se ofertan consiste en adquirir dinero virtual. Aunque se cree que pueden existir alrededor de 500 criptomonedas, la más utilizada para ello es el bitcoin, la misma que al no ser la divisa oficial y no estar respaldada por ningún banco o país, fluctúa constantemente de precio. En la actualidad un bitcoin se consigue en US$200, pero ha llegado a estar tan alto como en US$1.000 y tan bajo como en US$15. Se compran en internet y facilitan la interacción entre vendedores y compradores. Para las autoridades es ilegal, pero como aún no está regulado, diferentes compañías alrededor del mundo ya lo aceptan como una forma de pago; por ejemplo, unas pocas franquicias de Subway o hasta el mismo Microsoft. Finalmente, está la encriptación que posibilita que la información intercambiada entre vendedores y compradores en la deep web se mantenga en reserva. Algo muy conveniente cuando lo que se intercambia son sustancias psicoactivas.

Drogas en internet

Silk Road, el sitio web de Ulbricht, quien en el bajo mundo se conocía como Dread Pirate Roberts, fue clausurado por el FBI en 2013, ese año existían cuatro mercados en la deep web que conectaban a vendedores y compradores en un mismo espacio virtual. Hoy la oferta se ha diversificado y alrededor de 21 sitios web ofrecen esos servicios. Los mercados tienen un modelo de funcionamiento similar a Amazon, E-bay o Mercadolibre. Cada producto viene acompañado de una ficha técnica en la que se explican sus cualidades, características, calificaciones por otros usuarios, precios y condiciones de envío.

Al final de surtir todo el proceso informático que requiere hacer la compra, queda esperar que el producto llegue a la dirección enunciada al vendedor. A pesar de que las empresas de correo tienen sistemas de revisión de correspondencia, las drogas que se compran por internet casi siempre son dosis pequeñas y son camufladas muy bien por los vendedores: sobres de carta y dentro de él cupones de descuento, cartas de naipe pegadas y empacadas al vacío con el polvo, pastilla o papel… adentro, lo que hace que difícilmente sean detectadas. Cuando el envío llega, el comprador libera los bitcoins que están retenidos en la página web. Es un negocio basado en la confianza.

Pero, ¿por qué comprar drogas en internet es una tendencia, aun cuando el proceso es engorroso e implica pasar por la instalación de Tor, la obtención de bitcoins y la encriptación de datos? Para los expertos y consumidores hay varias respuestas a ese interrogante: la calidad, los niveles de pureza, cero contacto físico entre dealer y cliente, anonimato, precios bajos y variedad.

En el mundo existen algunos proyectos que realizan análisis de sustancias. Energy Control, de España, es uno de ellos. Sus servicios hasta hace un año consistían en la evaluación de muestras de drogas que eran llevadas o enviadas a su laboratorio de una forma tradicional, sin embargo, desde abril de 2014 se instalaron también en la deep web, porque como explicó una de sus creadoras, Nuria Calzada, “los proyectos de reducción de riesgos y daños deben desplazarse a los lugares donde se comercia, donde están los consumidores, sean espacios presenciales o virtuales”.

En pocas palabras Energy Control lo que busca es que los consumidores de drogas sepan qué se están metiendo, por eso la evaluación les ayuda a saber qué tanto componente activo de la sustancia tienen las muestras, si tienen adulterantes, cuáles y si son peligrosos. Estar en la deep web les ha permitido conocer patrones de consumo, nuevas sustancias y hasta emitir alertas que han hecho desaparecer de los mercados web algunas drogas peligrosas -como el caso del Superman rosado o PMDA-. Los usuarios de la deep web pueden enviar una muestra a Energy Control y pagar 50 euros en bitcoins para que se le haga un análisis de sustancias.

Además, el análisis les ha ayudado a entender por qué hay una tendencia preferencial a ese tipo de mercado. Y es que comparativamente las sustancias allí tienen niveles de pureza y compuesto activo más altas que las que se encuentran en la calle, la razón: los usuarios pueden calificar los productos y de esa manera se posicionan los vendedores en la web, por eso ofrecer sustancias de mayor calidad les garantiza reputación y permanencia en el mercado.

No obstante, también existen riesgos producto mismo de la confianza que se evidencia en esos mercados. Existen ofertas de RC Reserch Chemical (Investigación química), que consiste en la venta a bajos precios de drogas que nunca han sido probadas antes. El objetivo es que haya voluntarios de conejillos de indias, las prueben, califiquen y evalúen sus efectos en los portales. Las muestras de RC ocupan el segundo lugar en tipos de sustancias que han llegado a Energy Control para ser analizadas.

Fernando Caudevilla es médico experto en farmacodependencia, dependencias a la cocaína y al alcohol, uso recreativo de drogas y técnicas de reducción de riesgos y uso responsable de drogas. Caudevilla ha trabajado por 15 años en el programa de reducción de riesgos de Energy Control y durante dos años ha prestado también sus servicios en la deep web, donde se le conoce como Doctor X. Al principio lo hizo en Silk Road, luego en Silk Road 2.0 y después en Evolution, todos mercados de drogas en la web y en cuyos foros ha respondido más de 1.200 preguntas de usuarios relacionadas con consumo de sustancias. Si un usuario tiene dudas de qué le puede pasar teniendo una condición médica especial y quiere consumir LSD, coca, MDMA, N-Bome o cualquier otra cosa puede escribir en el foro de la página y el Doctor X le dará un concepto médico de lo que puede o no pasar y de lo que puede o no hacer. En los foros se responden preguntas sobre drogas y salud (interacciones farmacológicas, dosificación, pautas de consumo, efectos adversos, toxicidad, problemas de abuso y dependencia...). Y fue con relación a ese trabajo que fue llamado a testificar en el juicio contra Ulbricht.

El Doctor X, quien estuvo hace un par de semanas en Colombia participando de la Semana Psicoactiva de Bogotá, considera que aunque este sistema no va a transformar el mercado de drogas en el mundo de un día para otro, sí implica un cambio trascendental en la forma como se mueve el microtráfico, especialmente porque desaparece ciertos eslabones de la cadena que hacían que el negocio estuviera ligado al contacto entre compradores y expendedores, y con ello muchas veces a la violencia. Como consecuencia prevé un cambio en las políticas antinarcóticas del mundo. Además, considera que la tendencia, a pesar de las estrategias de prohibición, aumentará, pues la variedad de oferta, los precios y la distribución -hay envíos a casi cualquier rincón del mundo- hacen que esta opción sea muy apetecida. También una de las principales características en la que coinciden Caudevilla y Calzada es que ofrece un mecanismo de control sobre los productos, algo imposible de medir cuando se compra en las calles.

La lucha contra la narcoweb

Los administradores de páginas en la red profunda son casi imposibles de rastrear, por eso para muchos conocedores en el tema la existencia de mercados de drogas en la web debe ser incluida en el diseño de nuevas políticas antinarcóticas y estándares alrededor del mundo.

Ross Ulbricht fue identificado luego de más de un año de interceptaciones, infiltraciones por parte del FBI y rastreo detallado de las operaciones que hacía a través de su página. El joven estadounidense de 31 años se convirtió en el primer responsable de comercializar drogas en un sitio posado en la deep web que es judicializado por ese delito. La pena a dos cadenas perpetuas es para muchos una medida ejemplarizante que busca disuadir a los administradores de otros mercados similares.

Entre 2011 y 2015 unas 85 páginas han estado activas, algunas durante sólo días o meses, pero otras incluso durante años. Muchas de ellas han desaparecido porque han sido hackeadas, allanadas, estafaron a sus clientes o cerraron voluntariamente, pero sus administradores no han sido rastreados, excepto Ulbricht, cuya sentencia fue emitida por los delitos de lavado de dinero, delito informático, conspiración, tráfico de drogas y múltiples intentos de homicidio. En la actualidad más de 20 páginas ofrecen drogas en la deep web.

Según datos globales de la oficina de ciberdelitos de la Dijín, el 4% de drogas que se mueven en el universo de internet están en la superficie, mientras el 96% restante se comercializan en la deep web, lo que significa que buscar a los responsables no es una tarea fácil. En Colombia no existen estadísticas de páginas propias o que sean administradas desde el país, sin embargo, se han identificado sitios que ofrecen productos colombianos, una de ellas es Colombiaconnection, que utiliza el nombre de Colombia como prenda de garantía de la calidad de sus productos. El trabajo de inteligencia para rastrear estas páginas se hace en conjunto con autoridades de la Unión Europea.

El panorama sobre lo que vaya a pasar no es claro, pero se sabe que no puede ser una pelea de un solo país, el fenómeno es internacional, las fronteras allí no existen. Para algunos expertos priman la prevención y la disminución de riesgos, por eso es mejor entrar a la deep web y conocerla de cerca. Para las autoridades, la prohibición sigue siendo la primera y única opción, algo que quedó claro con la condena del creador de Silk Road hace dos meses en Estados Unidos.

 

Autores

ELESPECTADOR.COM