Diferencias fonéticas, vocabularios de raíces distintas, gramáticas con escasos puntos en común... la lengua de Goethe presenta dificultades específicas para los castellano parlantes.
Los programas informáticos de reconocimiento de voz funcionan especialmente bien con el alemán. Nos lo confirmó durante el Global Media Forum 2016 nuestra compañera del departamento de Innovación de DW Peggy van der Kreeft, que trabaja en un proyecto conjunto con la BBC para el que utilizan este tipo de programas en la catalogación automática de videos. "Trabajamos con inglés, español y árabe también, pero los resultados con el idioma alemán fueron sorprendentemente buenos desde un principio". Por supuesto, el desarrollo de este tipo de software en inglés lleva años de ventaja. ¿Por qué?
Un ingeniero de Microsoft y, antes, de Nokia, nos aclara que el hecho de que se acentúe casi siempre la primera sílaba de cada palabra y de que estas se separen bien al hablar, hace que los sistemas informáticos analicen relativamente bien las frases. En francés, por ejemplo, también se acentúa casi siempre la misma sílaba (la última, en este caso, de cada vocablo). Pero las palabras tienden a unirse, en lo que se denomina la 'liaison'.
Además, profesionales de todo el mundo utilizan la lengua de Goethe para adiestrar a los perros. Uno de ellos lo explica no sólo por la importancia de la escuela de adiestramiento alemana, sino también por el lenguaje: "son monosílabos de pronunciación muy marcada, lo que hace que el animal los diferencie fácilmente". 'Sitz!' (siéntate), 'Fass!' (agarra, ataca), 'Kommt!' (ven). ¿Por qué, si para máquinas y animales el alemán resulta más fácil, a los hispanohablantes nos parece tan complicado?
¿Hay dificultades intrínsecas en el alemán para los hispanoparlantes?
"Hay, digamos, dificultades típicas", nos dice Cornelia Böhm, coordinadora del programa para la enseñanza del alemán como segunda lengua de la Universidad de Bonn. Por ejemplo, explica, las vocales intermedias (como esa "ö" de su apellido, que se pronuncia como una mezcla entre o y e), las declinaciones (porque el concepto de acusativo y dativo no coinciden exactamente con el objeto directo y el indirecto en español), cuando el verbo va al final de la oración (que muchas veces se olvida) o los géneros (sobre todo el neutro). En español, las palabras que acaban en a son femeninas y las que acaban en o, masculinas... "y hay muy pocas que no se atienen a esta regla: en alemán no hay reglas".
La profesora Marion Hetzel, con más de veinte años de experiencia en la enseñanza de alemán para extranjeros, ha comprobado también que sus alumnos hispanohablantes tienen indefectiblemente un problema al aprender alemán con las vocales largas. Al no existir en español (aunque sí en latín), casi siempre las pronuncian mal, confundiendo algunas palabras, como "lese" ('leer', /le:zən/), con la primera y larga, y "lecken" ('lamer', /lɛkən/), corta. Hacerlo bien requiere mucho entrenamiento. Curiosamente, en el ejemplo que pone, de raíz latina, el español lo adaptó colocando una doble e.
Mezclar idiomas
"Si una persona hispano hablante ya sabe hablar inglés, por ejemplo, seguramente va a tener menos dificultades, porque este idioma y el alemán son tan parecidos, que es una ayuda grande", advierte Böhm. Sobre todo en el vocabulario hay muchas coincidencias, concede Hetzel.
También los alemanes tienen dificultades típicas al aprender español. "Todavía estamos intentado pronunciar bien la erre", bromea, en perfecto castellano, Böhm, que impartió clases tres años en la Universidad Católica de Santiago de Chile. Sus problemas con el español provienen de que ha pasado seis años en Portugal y ahora, dice, se le mezclan los dos idiomas. Otro problema típico de los hispanohablantes que saben inglés y aprenden alemán: que los mezclan.
Pero esas situaciones en que se mezclan y confunden idiomas son, además de divertidas, también buenas para el aprendizaje, nos dice Böhm. "Eso es lo que significa comunicación: hacerse entender, aunque no necesariamente siguiendo a rajatabla las normas gramaticales".
Imágenes | Flickr