Se detectaron 76 casos en todo el país de empresas económicamente sustentables que buscan generar un impacto social. No sólo van tras la rentabilidad.
A la hora de hacer negocios, las empresas siempre van en busca de una buena rentabilidad. Muy pocas perciben objetivos más humanitarios, como generar un impacto social. La Universidad Torcuato Di Tella generó un Espacio de Negocios Inclusivos (ENI) que dirige Jacqueline Pels y que desde septiembre de 2012/13 realizó un relevamiento de los principales negocios inclusivos existentes en la Argentina. María José Sucarrat fue la encargada de dirigir y coordinar este primer relevamiento. En total detectó 76 negocios inclusivos en todo el país y 30 negocios en potencia en el corto plazo.
La definición de negocios inclusivos es clara: se trata de actividades empresariales que son económicamente sustentables y a la vez buscan generar un impacto social y/o ambiental. El objetivo fue buscar emprendimientos económicamente independientes, que no dependan del apoyo de una fundación. La idea fue detectar pymes y emprendimientos cuya facturación sea menor a los 30 millones de pesos anuales (a valor 2012). Los principales rubros en los que detectaron empresas que impactan en la vida de la gente son textiles (18 casos), medio ambiente (14) y artesanías (9), entre otros.
Sucarrat, del ENI, plantea: “Buscamos empresas que incorporan en la cadena de valor a comunidades vulnerables o les ofrecen productos y servicios a personas en situación de vulnerabilidad. Comunidades que no podían acceder, ya sea por un tema geográfico o por precio. Encontramos 58 que incorporan a las comunidades vulnerables en su cadena de valor, 16 que les ofrecen productos y servicios y 7 que ofrecen ambas cosas”.
Uno de los casos que más personas ha impactado es el de Sume Materiales, un proyecto comercial de la Fundación Sagrada Familia que genera oferta de productos y servicios de materiales para la construcción. Un programa autosustentable que actúa como nexo entre quienes tienen materiales de construcción y mobiliario para donar y quienes los necesitan. Es un corralón solidario que retira a domicilio materiales que ya no se usan, los acondiciona y los vende a precios sociales. Un total de 3.500 familias compraron materiales a precios sociales para mejorar sus viviendas. Ubicado en Guayaquil y Coronel Bogado (Galpón 2), en la zona de Boulogne, ofrece precios especiales a personas en alta condición de vulnerabilidad. Sucarrat aporta: “Algunos materiales se venden a mitad de precio, y otros, a menos de cuarto de su valor. Trabajan mucho con la comunidad, no sólo ofrecen productos o servicios. También ofrecen programas para ayudar a construir las viviendas y hasta ofrecen microcréditos. Es un proyecto muy noble, con una misión social muy clara”.
Otro caso interesante es el de la Cooperativa Integral de Recicladores Urbanos Juana Azurduy (C.I.R.U.J.A.) de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires. Los objetivos del proyecto se desarrollan en tres etapas: reciclado de plástico, selección y molienda; fabricación de bloques y viguetas y construcción de viviendas. Su blog explica: “Este proyecto no sólo contempla el beneficio de acceder a una vivienda, también contempla el beneficio ambiental de la población, pues elimina 15 toneladas de basura que terminarían enterradas en el CEAMSE, y que tardan entre 100 y 300 años en degradarse en el caso del plástico. También contempla la creación de trabajo genuino para cerca de 100 personas en los módulos productivos, y mejora el precio del plástico para miles de cartoneros que no tienen ningún beneficio social por estar desocupados. Esta experiencia se puede replicar en toda la provincia de Buenos Aires, debido a que C.I.R.U.J.A. desarrolla su proyecto de cuidado del ambiente, con recolección y reciclado, en varios distritos del conurbano y del interior de la provincia”.
Pero la idea va más allá: Juana Azurduy busca dignificar a sus trabajadores, por eso creó una escuela primaria que tiene una matrícula promedio de 60 alumnos. “C.I.R.U.J.A. se preocupa por retener a los trabajadores dentro del sistema laboral, por capacitarlos y darles contención”, suma Sucarrat.
“En buenas manos” es una cooperativa de trabajo limitado que ofrece masajes descontracturantes en empresas de la talla de Accenture, entre otras. Lo que parte se reparte entre los trabajadores que son no videntes. En los estacionamientos de estas empresas, personas hipoacúsicas lavan los autos y también expenden café.
Animaná es otro caso de ropa ética de los Andes. Generan prendas de alta calidad en base a lana de camélidos andinos, producidas por redes de mujeres tejedoras de esa zona. O Hecho en Buenos Aires, una revista que vende la gente en situación de calle.
Ideas para pensar, que no sólo dejan ganancias, sino que ayudan a los más desprotegidos.