The Economist estudió el caso de una alumna de la Escuela de Administración Kellogg, quien revela que a un año de la graduación de su MBA todavía le es útil.

“Fui a la Kellogg School of Management con un sentido claro de lo que debía hacer. Me fui con una obstinada determinación de seguir con lo que yo quería hacer. Para mí, el MBA no sólo se trataba de aterrizar un trabajo o el salto a nuevos cargos dentro de la empresa”, asegura Karaian quien invirtió tiempo y dinero para encontrar un empleo correcto en el campo que siempre deseo.

Karaian, además cuenta que el postgrado que realizó le sirvió para tener una mayor conciencia de sus fortalezas, debilidades y motivaciones. “Esas fueron las lecciones más importantes que aprendí”, asegura.

Luego de sus estudios pasó a una posición muy bien pagada en una de las compañías más grandes del mundo de tecnología EDF Energy.

Por lo tanto, ante la pregunta de si ¿vale la pena hacer un MBA?, Karaian señala que en unos años más podrá responder esa pregunta, pues “un MBA es, probablemente, como un buen vino que se convierte en más valiosa con la edad” señala.

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