Desde que conseguir teléfonos en Venezuela se volvió una práctica de suerte, el negocio de los accesorios se deprimió y aumentó el de la reparación de los aparatos antiguos.
Cuánto me cobras por arreglarme este teléfono celular. Está viejo, pero prefiero pagar la reparación que comprarme uno nuevo”, le dice un cliente a Pepe Marín. Son las cuatro y media de la tarde del lunes y hasta ese momento ya ha recibido 12 equipos.
Desde que conseguir teléfonos en Venezuela se volvió una práctica de suerte y los precios de los aparatos subieron más de 200% en un año, el negocio de los accesorios se deprimió y aumentó el de la reparación de los aparatos telefónicos.
La tienda de Pepe está en el Centro Plaza. Son cinco por nueve metros repartidos entre vitrinas con artículos repetidos y espacios vacíos. Adentro están tres cubículos amplios para la asistencia técnica.
El boom de los teléfonos inteligentes en Venezuela, de las tabletas y de los iphones, hizo rentable el negocio de los accesorios para estos aparatos, cuenta Pepe. “Pero ahora la gente ya no busca tantos forros o periquitos” porque no compran aparatos nuevos. A principio del año pasado los ingresos de su local se dividían en 50% por el arreglo de teléfonos y el otro 50% por la venta de otros artículos. Ahora, el servicio técnico subió a por lo menos 80%.
A buscar el repuesto
“Te salvaste, todavía me queda pin de carga”, dice David Pérez, quién también ofrece servicio técnico para celulares en ese centro comercial. Son las seis de la tarde del lunes y David atiende a una joven que desde el día anterior no ha podido revisar los mensajes por el chat.
“No conseguía pines de carga (conectores) por ningún lado. La última vez que me vendieron le compré todos los que tenía el proveedor y ya se me van a acabar”, cuenta.
Si bien una buena parte de los comercios que vendían antes accesorios ahora les toca apuntar más al servicio técnico, la falta de repuestos se las pone difícil.
“Ve a ver si consigues dos pantallas”, le dice Francisco Ramírez a uno de los vendedores de su tienda, ubicada en el Centro Comercial City Market. A las dos de la tarde del día siguiente tiene que entregar dos teléfonos pendientes y los proveedores no le llevaron lo que necesitaba. “Nos toca ir a buscar entre otras tiendas a ver si tienen lo que nosotros no”, dice.
Ni en dólares ni en bolívares
Desde las fiscalizaciones hechas por el Gobierno a finales del año pasado, los proveedores locales prefirieron mantenerse a raya. Ahora son pocos los que siguen ofreciendo mercancía, dice Ramírez. “Lo que nos venden viene con precios distintos todos los días”.
No les queda otra que esperar por los vendedores que quedan en el país. Hasta noviembre se atrevían a traer con dólar paralelo, directamente de China, pero después de los operativos prefirieron mantener las gavetas de repuestos vacías y esperar a ver cómo les va a los grandes distribuidores.
Aunque para estas tiendas el servicio técnico se convirtió en una especie de salvavidas circunstancial para sobrellevar la crisis, el riesgo que implica traer de afuera los repuestos y los altos precios que al final tienen que cobrarle a los clientes, disminuye la demanda. “En febrero sólo se produjo para los costos”, dice Pepe.
No en vano, Iván Méndez, que desde hace dos años ofrece servicio técnico también en el Centro Plaza, recibe un par de teléfonos viejitos. “Hace seis meses ni de broma aceptaba arreglar estos equipos”. Cobró 400 bolívares por arreglar uno y 450 por el otro. Los dos clientes los irán a buscar al día siguiente. “Los sacamos de la gaveta”, dijeron.