Pasar al contenido principal

ES / EN

¿Qué hay detrás de la bullente industria tecnológica Argentina?
Miércoles, Junio 22, 2011 - 09:52

Exención de impuestos a la fabricación, retención de productos en la aduana y una restricción cada vez mayor a las importaciones, son sólo parte de las acciones que el país está aplicando para asegurar el repunte de su industria y el posicionamiento cada vez mayor como polo de desarrollo del continente.

Conocida es la frase del ex presidente argentino Carlos Pellegrini que resalta con fuerza las virtudes de una producción interna briosa: “sin industria no hay nación”. Aparententemente, a más de un siglo de que fuera pronunciada, aquella cita sigue siendo piedra fundacional para la política económica del país sudamericano, el que desde hace unos años vendría ejerciendo uno de los planes más agresivos que se han visto en la región para el desarrollo de su industria tecnológica.

Pero es de suponer que la arenga de Pellegrini no pretendía ser un acicate para que a través de políticas proteccionistas se posibilitara una pujante industria local, maniobra que hoy se puede observar en leyes que restringen la entrada de productos extranjeros a tierras argentinas, un bloqueo que afecta a teléfonos inteligentes como la Blackberry y el iPhone, razón por la cual conseguir uno de estos populares aparatos en las principales ciudades, a pocos días de celebrarse el Día del Padre, se está volviendo un imposible que llena largas listas de espera.

Si bien resultó plausible el proyecto de ley número 26539 (con sanción definitiva del 14 de noviembre de 2009), cuerpo legal que invitaba a las empresas a instalarse en el extremo más sureño e inhóspito del país, Tierra del Fuego -mediante la exención casi total de impuestos para las compañías que generaran empleos, estimularan la economía de la región, y de paso posibilitaran el crecimiento de Argentina como el líder tecnológico de Latinoamérica para el mundo-, a poco de transitar vino de la mano una severa restricción gubernamental en contra de la importación de bienes de consumo tecnológico. Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior de Argentina, creaba una política comercial que en algunos casos era tan restrictiva contra las exportaciones, que le costaría problemas diplomáticos con Uruguay y Brasil. Éste último país, uno de los principales socios comerciales de Argentina, lo amenazaba con dejar de importar productos argentinos si la fuerte restricción impuesta por sus aduanas, a la producción externa, no se distendía.

Esta política de sustitución de exportaciones, teoría impulsada por el economista argentino de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL-UNCLA), Raúl Prebisch, tuvo sus años dorados en la década del 60, aunque varias décadas más tarde Argentina la sigue practicando con resultados, para algunos, no muy claros.   

Y es que el leit motiv de Pellegrini y las ideas de Prebisch parecen no resultar en los tiempos actuales, donde las economías abiertas dominan los mercados. Prueba de ello es que el 60% de los teléfonos que se venden en Argentina corresponden a importaciones, incluso a pesar de resoluciones como la 45/2011, donde se establece que este tipo de productos “quedarán frenados en la Aduana hasta que se les autorice su ingreso en plazos máximos que pueden oscilar entre 60 y 180 días”; trabas que también se aplican a productos como televisores, receptores de radio, equipos de grabación de sonido, cámaras de televisión y un etcétera que abarca a la mayoría de productos tecnológicos de uso común en la actualidad.

¿Cuáles han sido los beneficios que este régimen ha traido para la región, entonces? ¿Han rendido frutos, más allá de las dificultades, las distintas restricciones delimitadas por el gobierno? ¿Está Argentina camino a convertirse en un polo de desarrollo tecnológico para la región?

Beneficios en precio para los consumidores finales por lo menos, hasta la fecha no existen muchos. Según dice Lisandro Sosa, director de la argentina SQL Consultora, los precios de los dispositivos tecnológicos siguen siendo muy elevados, por sobre incluso los de otros países donde sólo se importa este tipo de productos. Por ejemplo, mientras en Argentina un tableta electrónica iPad 2 de 32 GB cuesta unos US$1.023, en Chile se comercializa a US$910 y en México a US$750.

En investigación y desarrollo, según Christian Lomakin, economista y académico de la chilena Universidad Mayor, el país sudamericano tampoco estaría avanzando mucho, pues la transferencia tecnológica que hacen los desarrolladores que se instalan en Argentina, tiene que ver más que nada con procesos de armado de hardware que formación de profesionales.

De hecho, según dice Lisandro Sosa, "hay muchas filiales de compañías internacionales debido a los beneficios impositivos que hay en Tierra del Fuego, pero esta es una industria ensambladora principalmente".

En todo caso, según cifras oficiales del Ministerio de Industria, a un año de implantada la ley 26.539 la producción se multiplicó exponencialmente, construyéndose 100 veces más monitores LCD, 10 veces más celulares y duplicando la fabricación de televisores. Tierra del Fuego y sus empresas le han aportado al país más de 2.100 puestos de trabajo y se estima que estas cifras aumentarán varias veces en los años siguientes.

Por ejemplo, empresas como Nokia, Brightstar, y BGH ya anunciaron que aumentarán en varias veces su producción e inversión en el país durante el año. Brightstar proyecta contar con 800 empleados a finales del 2011, luego de iniciar sus operaciones con 58 personas en el 2009; Nokia, por otro lado, aumentará su producción de celulares a 2,4 millones, tres veces más que la actual.

Otras marcas que producen en la zona son Motorola, Huawei, Alcatel, Samsung y LG. También se unirá este año la ensambladora china de celulares TCL y Research In Motion, responsable de Blackberry.  

El trasfondo de estas cifras es que actualmente Tierra del Fuego aporta más de la mitad de la producción nacional de éste tipo de artículos tecnológicos, con proyecciones que suben y suben, aunque la transferencia de beneficios concretos para los 40 millones de habitantes de Argentina siga lejana debido a un modelo que no genera atributos en precios de productos.

"Este sistema te genera la sensanción de estar provocando una ventaja comparativa aparente, pero en la práctica no estás haciendo tanto pues en el fondo esa ventaja surge porque distorsionante el mercado", dice Lomakin, quien cree que será difícil que un sistema así mute, pues ya es parte del ADN argentino.

"Difícil que esto cambie, pues hay una enseñanza académica en las universidaes que viene de Raúl Prebisch, están los grupos económicos más poderosos que se nutren del modelo protegido y como son los que dan empleo, arrastran a los sindicatos que además están metidos en el partido Justicialista. Entonces, hay una trilogía de intereses entre la política, empresa y sindicatos, que hacen virtualmente imposible romper el círculo", concluye el académico.