Aunque esta realidad parece extremadamente lejana y más la trama de una historia de ciencia ficción que un hecho, podría ser cierta en menos de 50 años. Es decir, en la generación de nuestros nietos y bisnietos.
UniversiaKnowledge@Wharton. Usted está comprando boletos on line para una obra de teatro o un evento deportivo de gran magnitud. Está a punto de completar la compra, cuando aparece el molesto Captcha en la pantalla y le obliga a escribir unas cuantas letras y números borrosos en una caja. Este procedimiento, como sabe la mayoría de la gente, tiene por objeto garantizar que la operación esté siendo realizada por un ser humano, y no por un programa de ordenador utilizado para adquirir de forma ilícita un gran número de entradas.
Pero ¿por qué el computador, capaz de realizar cálculos a una velocidad astronómica muy superior a la de los humanos, no puede identificar la letra B sólo porque ha sido representada por un tipo de fuente extravagante, tachada o no puede identificar el número 5 en una foto borrosa a la entrada de una casa? ¿Por qué la computadora se deja confundir tan fácilmente por algo que cualquier estudiante de segundo grado sabe identificar muy bien?
Para responder a esta pregunta, hay que entender el estado actual de la inteligencia artificial (IA), de lo que es capaz, lo que aún está lejos de su comprensión y cómo nos estamos, cada vez más, moviendo a toda velocidad hacia una tecnología inteligente, pero sin mucho conocimiento acerca de las implicaciones que esto supone para nosotros y para nuestro planeta. Es lo que piensa Tim Urban, autor del simpático y excéntrico blog Wait but why [Espere, pero ¿por qué?], que tiene entre sus seguidores a Elon Musk, consejero delegado de Tesla, y Marz Zuckberg, consejero delegado de Facebook. Urban habló recientemente en la serie de conferencias Authors@Wharton del Programa de Liderazgo McNulty.
George Washington y la Unidad de Progreso Mortal
Imagínese una máquina del tiempo para traer a George Washington del año 1750 hasta la actualidad, dijo Urban. El recordó al público que en el mundo de Washington “no había electricidad”. Si alguien quería dar un paseo, tenía que caminar, correr, montar a caballo o embarcarse en un navío. Para comunicarse, podía hablar, llorar, escribir una carta o disparar un cañón.
Urban describió cómo se sentiría Washington ante la tecnología de nuestro tiempo: coches, aviones, la Estación Espacial Internacional. Podríamos contarle acerca del Gran Colisionador Hadron, la teoría de la relatividad, dijo Urban, y reproducirle música grabada hace 50 años.
“Todo esto antes de mostrarle Internet”, dijo el bloguero, “el asistente mágico en forma de rectángulo que tengo en mi bolsillo capaz de hacer miles de millones de locas brujerías, como abrir un mapa que nos muestra dónde estamos a través de un punto azul paranormal”. O hablar con alguien en Japón, en el otro lado del mundo.
“No creo que Washington se sintiese sorprendido, o en shock, creo que se moriría“, dijo Urban. ¿Hasta qué momento tenemos que viajar en el futuro para morir de impresión como consecuencia del nivel de progreso alcanzado? “Es lo que llamo ‘Unidad de Progreso Mortal'”. El término [abreviado DPU, por sus siglas en inglés] es una broma, pero no del todo, y lo utiliza Urban para mostrar la velocidad a la que avanza la tecnología. El progreso que solía ser lineal, ahora es exponencial, dijo.
Por ejemplo, si George Washington quisiese hacer una experiencia similar con la máquina del tiempo usando a Leonardo da Vinci, alrededor del año 1500, llevándolo luego a 1750, “creo que da Vinci difícilmente moriría”, dijo Urban. Para crear un nivel extremo de conmoción, Washington tendría que volver a la revolución agrícola y encontrar a alguien en la comunidad de cazadores y recolectores y transportarlo hasta el año 1750. “Estamos hablando de una persona que nunca hubiera visto antes un gran grupo de personas reunidas en un mismo lugar. De repente hay grandes ciudades y magníficas iglesias, barcos que cruzan los océanos. Creo que este tipo se moriría”.
Además, Urban dijo que el progreso exponencial de los últimos 200 años hace que nuestra época sea diferente a la de todos los demás en la historia de la humanidad. “Las DPU son cada vez más cortas. Esto significa que estamos viviendo tiempos no muy normales”. Además, la invención de Internet, y todos los avances tecnológicos alrededor de ello corresponde a una pequeña fracción de tiempo, cerca de 25 años. ¿Qué significa esto para el futuro?
Tim Urban dijo que la gente se resiste, instintivamente, a la idea de que el mundo está cambiando de manera exponencial. “Tal vez usted esté diciendo ‘¡venga ya! […] El ser humano está influenciado por el pensamiento cognitivo de la siguiente manera: “Esta locura no puede estar pasando, ¿por qué estaría ocurriendo ahora?'” Sin embargo, dijo que, según los expertos, está sucediendo.
Limitaciones actuales de la IA
El principal motor de cambio exponencial en el mundo es la IA, dijo Urban. El explicó que la IA no es necesariamente un robot, tal y como algunas personas podrían imaginar, sino cualquier software diseñado para tomar decisiones inteligentes o hacer predicciones exactas sobre ciertos problemas. La mayoría de las aplicaciones de un smartphone, como Siri, contienen inteligencia artificial.
El uso de la IA es cada vez mayor. Un artículo reciente de Computerworld dijo que las tasas de instalación de IA en los coches, incluyendo infotainment [información y entretenimiento] y sistemas avanzados de asistencia al conductor, deberían pasar del 8% en 2015 a 109% en 2025. The New York Times informó recientemente de que "Estados Unidos pone la inteligencia artificial en el centro de su estrategia de defensa con armas capaces de identificar objetivos y tomar decisiones". Urban dijo: "Vivimos en un mundo de IA en estos momentos".
Sin embargo, la IA tiene limitaciones obvias debido a su inestabilidad, lo cual no le permite realizar algunas tareas sencillas que incluso los niños son capaces de hacer. Ella decepciona cuando le preguntamos, por ejemplo, que diferencie un perro pequeño con orejas puntiagudas de un gato; no es capaz de entender que un dibujo tridimensional es un objeto de tres dimensiones, que además no puede reconocer el rostro humano. Según Urban, el respetado científico de computación, Donald Knuth, resumió la situación así: “La IA ha sido hasta ahora capaz de hacer básicamente todo lo que requiere “reflexión”, pero falló a la hora de hacer lo que la mayor parte de las personas y los animales hacen ‘sin pensar’”.
Los expertos llaman a la IA actual Inteligencia Artificial Restringida (ANI, por sus siglas en Inglés), ya que está programada para resolver ciertos tipos de problemas, pero no tiene la amplitud de la inteligencia humana. Por ejemplo, dijo Urban, Pandora puede recomendar música que tal vez te guste basándose en tus preferencias, pero “si pides consejos sobre citas, ella te mirará con una expresión vaga”.
¿Y si los computadores adquiriesen un rango de inteligencia más allá de la programada y se especializasen en una sola tarea? Un subconjunto de la IA conocida como aprendizaje automático va en esa dirección, dice Urban. La IA debe progresar de ANI a AGI, o Inteligencia Artificial General. “No sólo ayudará a elegir una canción, a hacer búsquedas en Google o ayudar a la hora de encontrar precios de billetes de avión. Ella será […] inteligente, en general”.
De acuerdo con varios expertos, dice Urban, con el desarrollo de la AGI, una tercera categoría de IA no estará muy lejos: la superinteligencia artificial, o ASI. Este software sería teóricamente más inteligente que el ser humano.
Urban pidió a la audiencia que considerase las consecuencias de eso. Las computadoras pueden terminar un grado por encima de nosotros en la escala evolutiva, al igual que nosotros estamos por encima de los chimpancés. La cantidad de ADN que nos diferencia de los chimpancés es muy pequeña, dijo Urban, y, sin embargo, somos sus maestros indiscutibles. ¿ASI puede convertirse en nuestro maestro? “No sólo no seremos capaces de hacer lo que hace ASI, también es posible que ni siquiera entendamos lo que ha hecho”, dijo Urban. Por ejemplo, comentó, imagine tratar de explicar a un chimpancé cómo construir un rascacielos.
Y agregó: “Imagínese la fantástica contribución de ASI a la informática: será un retoque, re-codificará su propia arquitectura, entenderá la nanotecnología y todo lo demás que contribuirán a ayudarse a sí misma para mejorar”. Ella podría, de forma muy rápida, saltar un peldaño por hora en la escala evolutiva, dijo Urban.
Sin embargo, advirtió al público que debemos evitar la tendencia de antropomorfización: es decir, imaginar como en las películas y los libros que “el robot se vuelve malo y comienza a querer controlar las cosas”. No funciona así, pero por una razón diferente.
El futuro: ¿el cielo o un sujetapapeles?
Urban dijo que muchos expertos en IA no están preocupados por la posibilidad de ser atacados de forma deliberada por las máquinas, sino por la posibilidad de simplemente entrometernos en sus planes o volvernos irrelevantes para ellos. Puede haber consecuencias imprevistas si están mal planificados.
El describió la escena cómica, pero en última instancia aterradora, del “clip o sujetapapeles”, enredándose en los círculos de IA. “Tenemos la IA y un laboratorio de alta tecnología como Google X”, dijo. “A continuación, desea que esta IA se vuelva más inteligente y se entrene para ser más inteligente. La métrica que vamos a usar como referencia será la transformación de una determinada materia prima en el clip”.
Un día, comienza a ser más inteligente que los humanos, dijo Urban. Tal vez no nos lo comunique, porque ahora sólo se ocupa de una cosa: de hacer clips de papel. “Y para hacer un montón de clips de papel, podría necesitar una gran cantidad de átomos, incluyendo los átomos de nuestros cuerpo. En 300 años, la galaxia entera estaría hecha de clips de papel”.
Algunos expertos, a su vez, ven una posible ventaja en una IA súper inteligente. Se podría resolver los males globales como la guerra, la pobreza y el cambio climático. Urban parafraseó a Eliezer Yudkowsky, pensador de la IA, diciendo que para una forma avanzada de inteligencia, la solución a estos problemas aparentemente insolubles puede ser obvia.
Muchos expertos se pueden clasificar en el grupo de “ansiosos”, dijo Urban, afligidos con la posibilidad de que no se preste suficiente atención a las implicaciones de lo que estamos creando. El desarrollo de la IA está, en gran medida, en manos de empresas de nueva creación preocupadas por la “gloria, cambiar el mundo y cambiar la humanidad”, señaló. “La mayor parte del dinero de la IA se asigna a la actividad emprendedora y el desarrollo, y no a la seguridad, ya que no es algo con el encanto suficiente para atraer la atención de los inversores”.
¿Estamos cerca de ver a la IA hacerse realidad? Muy cerca, según muchos expertos. Urban citó estadísticas según las cuales el pronóstico de los expertos señala, de promedio, al año 2040 para la AGI y 2060 para la ASI. Son sólo 45 años a partir de ahora, será la generación de nuestros nietos y bisnietos.