La mayoría de escuelas y universidades, también el Instituto Goethe, piensan que se necesitan cien horas de enseñanza para adquirir cada nivel, de los seis que hay.
Aprender alemán está de moda. La buena coyuntura económica del país lo convierte en polo de atracción para los negocios, sin olvidar a los refugiados que llegan. Esto ha reavivado el debate sobre la enseñanza del idioma.
Decía Mark Twain que una persona medianamente dotada podría aprender inglés en treinta horas, francés en treinta días... pero alemán, ni en treinta años. En 'El horrible idioma alemán' explicaba esa dificultad y, en otro escrito, incluso proponía medidas para simplificarlo (algunas de ellas, adoptadas con el paso de los años).
Quien lleva veinte años no aprendiendo, sino enseñando alemán, es la profesora Marion Hetzel. "Todo depende de lo que entendamos por 'aprender alemán', ya que hay muchas gradaciones", aclara. Ser capaz de pedir una cerveza en un bar no nos llevaría ni cinco minutos con un profesor, bromea. Pero obtener un nivel C1 (por seguir la escala admitida en la Unión Europea para la enseñanza oficial de idiomas) calcula que un buen estudiante necesitaría, como mínimo, siete meses. Y tan importante es tener capacidad, como motivación, explica.
Huir de simplificaciones
"Hace seis meses impartí un curso intensivo de alemán para refugiados, y mi experiencia es que aprenden muy lento, aunque tengan una motivación mayor que mis otros alumnos", dice Hetzel. Para ella, "eso muestra lo complejo que es" aprender un idioma. Ella habla alemán y su dialecto regional como lenguas maternas, inglés y francés con muy buen nivel, también español, italiano y un poco de serbio. Y admite que ninguno lo ha aprendido rápido.
"Son muchos los factores que entran en juego", explica. Qué formación previa tengo, qué nivel en mi propia lengua, si sé otros idiomas y cuáles ("y es que los refugiados que no han estudiado un poco de inglés, tienen que aprender hasta las letras"), si me gusta el grupo con el que aprendo, si el profesor me motiva... También hay estudiantes que, no sabe por qué, aprenden muy rápidamente pese a todos los impedimentos. "El aprendizaje de un idioma es un proceso increíblemente complejo que tiene lugar en el cerebro" y que, a pesar de esa complejidad, está muy investigado por la neurolingüística, concluye.
Conocimiento del cerebro
"En los últimos 15 años hemos avanzado mucho en el conocimiento sobre cómo funciona nuestro cerebro. También en el área del lenguaje y la neurolingüística. Conocemos muy bien, por ejemplo, cómo se aprenden las palabras (en nuestro lenguaje materno o en un segundo idioma, no hay diferencias ahí)", nos dice Cornelia Böhm, coordinadora del programa para la enseñanza del alemán como segunda lengua de la Universidad de Bonn. "Pero queda mucho por descubrir", aclara. "Un descubrimiento interesante es que sabemos ahora que las personas bilingües durante los primeros tres años de su vida tienen las áreas cerebrales del lenguaje muy juntas, lo que posibilita que cada nuevo idioma que aprendan pueda conectarse con ese área, lo que explica en el fondo que personas bilingües tengan más facilidad para aprender otros idiomas".
La experiencia de Hetzel como profesora corrobora esta afirmación: "Cuantos más idiomas se hablen, más fácil es aprender uno nuevo". "Yo siempre les digo a mis estudiantes que es como con el dinero: el primer millón de euros es muy difícil de conseguir, pero cuantos más tienes, más fácil es".
¿Quién quiere ser millonario... en idiomas?
Uno de los casos más conocidos en Alemania de multilingüismo es el de Michal Perlinski, que trabaja en una tienda del Aeropuerto de Düsseldorf y habla treinta y tres idiomas. En el número del pasado octubre de la revista dedicada al aprendizaje del alemán Deutsch Perfekt, declara que es un caso clínico de sinestesia sensorial. Dice que esto le ayuda porque ve las letras de distintos colores según cómo suenan.
También creyó ser un caso de síndrome de Asperger cuya obsesión es (¿adivinan?) los idiomas. Pero el diagnóstico del especialista determinó que no padecía ese tipo de autismo. Afirma que aprendió húngaro en menos de tres semanas, pero que para idiomas entroncados con el polaco o el alemán, sus idiomas maternos, necesita menos tiempo. La cadena privada Pro7 lo retó a aprender hindi en menos de un mes. Y lo consiguió. O al menos consigue comunicarse ante la cámara con un nativo que admite que comete errores, pero que habla increíblemente bien para ser un principiante.
Una memoria prodigiosa
El caso de Perlinski o el de Ramón Campayo, récord Guinness de memorización, que se aprendió un diccionario de alemán en menos de dos horas y fue capaz de dar después un discurso es un caso excepcional. "Por supuesto que alguien puede muy rápidamente aprenderse de memoria un vocabulario y unas pocas reglas gramaticales, pero eso no significa que vaya a poder comunicarse y responder inmediatamente al conversar: eso requiere automatizar ciertos procesos en el cerebro para poder utilizar ese vocabulario y esa gramática... y eso sólo se obtiene hablando el idioma", nos dice Hetzel desde Colonia, donde imparte sus clases.
Ella admite que se puede rápidamente conseguir entender textos y alocuciones, no así producirlas. "Hablar y escribir es más complicado, requiere más tiempo, y hay cosas como la comunicación gestual que sólo se aprenden con la práctica, al conversar". Y, definitivamente, no se puede en un par de semanas ser capaz de conversar fluidamente. Si se pudiera, todo el mundo lo haría. "Son estrategias de mercadotecnia", opina.
Birgit Metzger, directora de mercadotecnia en Alemania de la academia de idiomas Berlitz, una de las más grandes del mundo, puntualiza: "Todos los métodos de aprendizaje se basan en cuatro aspectos: exposición al idioma, utilización, balance entre precisión y fluidez y, también, motivación. El autoaprendizaje es por supuesto también un método válido, con el que se puede aprender vocabulario, expresiones y reglas gramaticales. Pero para poder afirmar que se consigue aprender alemán en dos semanas, hay que definir primero qué se quiere decir con eso".
Berlitz ofrece, por ejemplo, cursos de inmersión lingüística para aprender alemán, pero Metzger define bien los objetivos que se consiguen: "Después de dos a tres semanas, los alumnos son capaces de hacerse entender en situaciones exigentes tanto profesionales como privadas". Pero, ¿eso es 'aprender alemán'?
Práctica, práctica, práctica
"La mayoría de escuelas y universidades, también el Instituto Goethe, piensan que se necesitan cien horas de enseñanza para adquirir cada nivel [de los seis que hay]", aclara Böhm desde la Universidad de Bonn. "Por ejemplo, para tener el nivel A1 harían falta cien horas de clase, A2 serían doscientas horas y B1, trescientas... y B1 es el nivel mínimo que se exige para trabajar en Alemania".
"La práctica es lo más importante", resume ella. "Siempre digo a los principiantes que hablen con todo el que se encuentren y, si están solos en casa, que hablen con el gato... pero que practiquen. Es como se fijan en el cerebro tanto el vocabulario como, sobre todo, la estructura sintáctica de la frase". Para ella, sin duda, se aprende más hablando que leyendo o escuchando.
Como escribió (en francés, porque era la lengua del conocimiento en el siglo XIX) el lingüista alemán Wilhelm von Humboldt: "La lengua que hablamos es el mundo que habitamos". Aprender un lenguaje nuevo es ensanchar ese mundo. Sigmund Freud aprendió español únicamente porque quería ser capaz de leer 'El Quijote' en su idioma original. Y Mark Twain, que pasó en total unos tres años en Alemania, sobre todo en Heidelberg, sentía debilidad por la cultura alemana y sus poetas. "¡Qué contento me pongo cuando escucho una sola palabra en alemán que entiendo!", decía. Desde luego, no perdió la motivación.
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