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Descubra la metodología de enseñanza de Singapur
Domingo, Noviembre 16, 2014 - 11:27

En la década de 1960, el pequeño país asiático emprendió una reforma educativa, que lo llevó a concebir un método de enseñanza que hoy se extiende por el mundo.

De los 65 países que participaron de las pruebas Pisa 2012, Singapur se ubicó en el segundo lugar en matemática y fue tercero en ciencias y lectura. En tanto, en 2011 cuando se midió en las pruebas TIMS (Trends in International Mathematics and Science Study) –evaluación que se realiza cada cuatro años– el pequeño país asiático logró posicionarse entre las dos naciones con mejores resultados del mundo. Ese mismo año, concursó también en las pruebas Pirls (Progress in International Reading Literacy Study) –medición que evalúa los conocimientos en lectura cada cinco años– y los resultados arrojaron que había sido el país que más progresó entre 2001 y 2011.

¿Cuál es el secreto? Para los expertos, la clave radica en su metodología de enseñanza. Es que el país asiático imparte en sus escuelas un método educativo que escapa de lo tradicional y que lleva el mismo nombre de la nación: Singapur.

El lunes pasado, Alex Castillo, director para América Latina de Marshall Cavendish, institución proveedora de soluciones educacionales, entre ellas el método Singapur, visitó Uruguay invitado por Avista Proyectos Educativos, y presentó la metodología en una conferencia en la Universidad de Montevideo. Ante la presencia de docentes de más de 20 instituciones educativas, Castillo aseguró que “el cambio de paradigma no es de enseñar, sino de aprender. Y no solo en los alumnos, sino también en los profesores”.

Un método diferente

Es que en el método Singapur siempre se parte de lo concreto, donde se tocan las cosas, se huelen, se doblan, se manipulan”, explicó a El Observador, Alex Castillo, director de Marshall Cavendish para América Latina. A partir de allí, los alumnos inician su proceso de aprendizaje. El segundo paso es aprender a representar pictóricamente aquel objeto con el que están trabajando y de allí llevarlo al plano abstracto de los signos. “El método tradicional, en cambio, parte de la abstracción. Se presentan las cosas de manera abstracta con símbolos que representan cosas. Un signo representa dos unidades, pero nunca vi el dos”, señaló.

Otra característica que lo separa del método tradicional es el sistema de espiral. “El profesor repite los temas innumerables veces, pero cada vez en menor profundidad. Entonces, cuando el estudiante pierde la oportunidad de aprender, siempre va a haber una segunda oportunidad para aprender, una tercera, una cuarta”, agregó el experto.

Además, el método Singapur se basa en la meta cognición, un proceso por el cual el profesor observa el proceso que sigue el alumno para aprender y cómo está pensando. Castillo explicó que eso lo logra a través de la observación directa y de ciertas técnicas que le permiten determinar en qué etapa de la abstracción está: si está muy en lo concreto, muy en lo pictórico o muy en lo abstracto. “Cuando el profesor se da cuenta cómo los niños aprenden y cómo los niños piensan, entonces es capaz de armar su clase de manera más lógica, dándole a cada uno lo que le corresponde y no dándole a todos lo mismo como si fuéramos maquinitas iguales”, aseguró el experto.

Por otro lado, en el método Singapur adquiere especial relevancia la participación social. “Las clases están constantemente ruidosas, el profesor deja de ser el centro de la clase, el aprendizaje se produce en los niños y el profesor va facilitando ese aprendizaje; por lo tanto, hace las preguntas concretas más que las respuestas concretas. El profesor está siempre cuestionando y haciendo que los niños indaguen y descubran”, explicó Castillo al respecto.

El directivo de Marshall Cavendish manifestó que lo pedagógico de este aspecto es que los niños aprenden a trabajar en grupo y a hacerlo con terceros pero individualmente. “Aunque haya otros puedo concentrarme y trabajar solo y no tengo que ir a un rincón a encerrarme”, explicó.

Además, a diferencia del método tradicional donde solo hay una manera de hacer las cosas (sumar, dividir, etc) y lo que importa es el resultado, en el método Singapur lo importante es el proceso que hay atrás del resultado. Por eso, en todo los problemas tienen que haber al menos dos caminos a seguir. “La matemática es solo una excusa. Lo que te enseñan es a cuestionar, a buscar otra alternativa, a aceptar la diversidad, a quererla, a entenderla como necesaria, a entender que mi camino no es el único”, señaló el experto.

Nacido en casa

El método Singapur surgió hace casi 50 años, cuando este pequeño país asiático logró su independencia en 1965. En aquel entonces, el nuevo gobierno se propuso el desafío de convertirse en un país moderno. Sin embargo, cuando se puso a explorar los recursos para desarrollarse advirtió que contaba con muy poco. “Resulta ser una roca sin tierra de cultivo, sin minerales, sin petróleo y hasta sin agua. El único recurso natural con el que se dan cuenta que pueden contar es con las personas y, por lo tanto, hay que invertir en ellas. Es así que posicionan a la educación como su moneda de cambio”, contó.

A partir de allí comenzaron a estudiar diversas teorías sobre educación y se entusiasmaron con el psicólogo suizo JeanPiaget y el sociólogo estadounidense, Hebert Blumer. De ellos tomaron las ideas más importantes y las sistematizaron en libros que distribuyeron entre los pocos profesores que había en el país. “Esos libros suplirán la incapacidad del docente y es por eso que la metodología está basada en textos que enseñan al profesor al mismo tiempo que enseña a los alumnos”, señaló Castillo.

La metodología tuvo eficacia y hoy por hoy Singapur se considera como un país desarrollado. Sin embargo, para Castillo, el secreto está en que el país “siempre ha puesto la educación al servicio del propósito del país”.

Autores

El Observador.