Lejos quedan los años cuando Tomsk, ciudad situada a casi 3.000 kilómetros y tres husos horarios de Moscú, era una ciudad cerrada a cal y canto a los extranjeros debido a sus instalaciones nucleares secretas.
Estudiantes iberoamericanos se han lanzado a la conquista de Siberia, en cuya Universidad Politécnica de Tomsk (UPT) cursan intensivos estudios de ruso antes de completar su especialidad a decenas de miles de kilómetros de sus hogares.
"El clima es muy frío, pero la gente es cálida", aseguró a Efe el español Pau Fonseca Casas, profesor del departamento de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad Politécnica de Cataluña.
Entre los más de 3.000 estudiantes extranjeros de la UPT se cuentan universitarios de países asiáticos, europeos, africanos y, por supuesto, iberoamericanos, desde Venezuela, a Brasil, pasando por Chile o España.
Lejos quedan los años cuando Tomsk, ciudad situada a casi 3.000 kilómetros y tres husos horarios de Moscú, era una ciudad cerrada a cal y canto a los extranjeros debido a sus instalaciones nucleares secretas.
"Como vengo de una ciudad pequeña, elegí un lugar que se pareciera a Mérida. Tomsk es ideal, ya que es una ciudad estudiantil. Moscú me daba un poco de miedo", dijo a Efe Aura García, una venezolana de 26 años.
Venezuela concede todos los años becas para estudiar en el extranjero y Rusia es uno de los destinos preferidos por los universitarios de ese país rico en hidrocarburos.
En el caso de esta ingeniera geológica que lleva menos de tres meses en Siberia, la UPT era la opción ideal, ya que quiere especializarse en Geología, Exploración y Prospección de Hidrocarburos.
Con todo, antes de sumergirse en su especialidad, la venezolana deberá aprobar en agosto un examen de ruso tras someterse por espacio de 10 meses a un intensivo curso de la lengua de Pushkin.
"El ruso es una lengua muy difícil. Y mira que yo pensaba que el español era difícil. Una es científica y es más descuidada a la hora de hablar con propiedad. Además, los rusos tienen otra mentalidad. Tienes que ponerte filósofa", señaló Tahimary Castillo, su compañera de habitación, de la ciudad venezolana de Guama.
En caso de superar la prueba, esta ingeniera de gas dedicará los próximos tres años a estudiar Geoquímica, lo que le permitirá analizar el suelo desde el punto de vista químico y conocer nuevos procedimientos para la exploración de hidrocarburos.
"A veces sólo nos concentramos en el gas y el crudo, y desaprovechamos muchos otros gases", dijo Castillo, quien reconoce que los 30-40 grados bajo cero asustan al principio a las gentes del sur, pero "una se acostumbra poco a poco".
Ambas alaban el método académico de la UPT, ya que "funciona", aunque "los rusos son muy disciplinados" y apenas tienen tiempo libre, "ya que los días son muy cortos, hay pocas horas de luz y el tiempo pasa volando".
De lo que no hay duda alguna es que ambas regresarán a su patria "para inyectarle al país todo lo que aprendamos en Tomsk, ya que para nuestro país este es un momento histórico muy importante", señala García.
El chileno Jan William Mitchell Castro vino a Tomsk por amor, ya que su novia es rusa, pero sus ambiciones son mucho más prosaicas, ya que su ambición es abrir una empresa en Moscú de gestión de crisis.
"Es muy diferente de Estados Unidos o América Latina, pero la universidad es fantástica. La relación entre profesores y estudiantes es muy buena. Hay mucha más interacción. Además, hay muchos concursos para que el estudiante crezca", comenta.
Tras completar ya dos años de estudios en Tomsk, a este chileno de padre estadounidense y madre española aún le queda un año para acabar sus estudios en gestión empresarial.
"Tomsk es como una familia donde uno de cada cinco habitantes son estudiantes. Es un estereotipo el que los rusos sean fríos. Son igual de felices que nosotros", dice Mitchell, que nació en Viña del Mar hace 29 años.
El español Carlos Ollero Navarro, que recibió un beca de movilidad de la Universidad de Sevilla, realizó en Tomsk un curso intensivo de ruso de medio año en 2014 y regresó hoy, sábado, para completarlo y acabar su licenciatura en Ingeniería Industrial.
"Realizaré mi proyecto en inglés sobre extracciones de gas y petróleo mediante la técnica de fractura hidráulica y horizontal llamada fracking", señaló este oriundo de Jerez de la Frontera (Cádiz).
En opinión del profesor español Fonseca Casas, que ha impartido seminarios y conferencias en la UPT, y dirigido cursos de simulación a estudiantes de intercambio en Barcelona, la universidad siberiana es muy internacional.
"Es comparable a una universidad occidental. El nivel académico es muy bueno. Los estudiantes son muy educados y disciplinados. Como profesor es muy agradable, ya que los alumnos responden", dijo.
Este catalán considera que, "quizás, el único hándicap de Tomsk sean las bajas temperaturas -aunque el frío siberiano en una ciudad como Tomk es una experiencia muy recomendable- y no tanto la distancia" o el hecho de que se encuentre en el corazón de la inhóspita Siberia.