La saturación combinada con las escasas mejoras que incorporan las nuevas versiones que debutan cada año está frenando la demanda en EE.UU., Europa y Japón, las regiones más rentables en margen beneficio, obligando a las tecnológicas a modificar su estrategia para seguir creciendo y mantener su valor en bolsa.
La conferencia Build de Microsoft, que finalizó este viernes en San Francisco (EE.UU.), constató el cambio de paradigma comercial que se impone en el sector de los smartphones donde, a falta de grandes innovaciones, el negocio pide teléfonos suficientemente buenos y bonitos pero, sobre todo, baratos.
El mercado que originó el iPhone en 2007 ha ido disipando el aura de modernidad revolucionaria con el que nació a medida que su fulgurante éxito ampliaba la presencia de sus productos más allá de los bolsillos de unos pocos para convertirse en un dispositivo omnipresente en los países ricos.
La saturación de "smartphones" en combinación con las escasas mejoras que incorporan las nuevas versiones que debutan cada año está frenando la demanda en EE.UU., Europa y Japón, las regiones más rentables en margen beneficio, como asegura la consultora IDC, y obligando a las tecnológicas a modificar su estrategia para seguir creciendo y mantener su valor en bolsa.
El sector se vuelca ahora en convencer a los millones de consumidores de América Latina, Asia y África para que dejen sus viejos teléfonos convencionales y se pasen a la moda del "smart", aunque eso implique rebajar prestaciones para competir en precio, pero manteniendo un diseño aparente.
En Build, el responsable de Nokia, Stephen Elop, exhibió un refinado discurso basado en los principios de mercadillo del bueno, bonito y barato para presentar los nuevos teléfonos Lumia 630 y 635 que se promocionan con el lema de "una elección inteligente" por su relación calidad-precio.
Ambos modelos se comercializarán sin contrato por menos de US$200, una cantidad que parece fijar el límite razonable por un teléfono en los mercados emergentes, donde los US$649 de un iPhone 5S son un lujo asiático.
El Lumia 630, cuyas características son parecidas a las de un iPhone 4, se venderá en Asia, Oriente Medio, Suramérica y Europa desde US$159.
Estos mercados bien conocidos por Nokia pueden volver a poner a la empresa, ahora comprada por Microsoft, en el lugar preeminente que ocupó en el sector antes de la irrupción de los "smartphones" y de la mano de la tecnología de Windows, tan conocida como pirateada en los países emergentes donde Apple juega fuera de casa.
Hasta el momento Android está más asentado como el ecosistema para todos los públicos gracias a que Google cede el sistema operativo a un sinfín de fabricantes, la mayoría asiáticos, que han permitido la existencia de un Android a casi cualquier precio.
Por menos de US$200, destaca por encima del resto el Moto G, de Morotola, y otros como el Sony Xperia E, el HTC Desire 200, el ZTE Blade V, y diversos modelos de Samsung, LG o Lenovo, por citar algunas marcas en liza en esa guerra de precios donde gana enteros la empresa india Micromax.
Micromax, que podría convertirse en líder de mercado este año en su país por delante de Samsung, ofrece teléfonos Android con pantalla de 5 pulgadas, resolución próxima al HD, cámara de 5 megapíxeles y un 1 GB de RAM por menos de US$150, y va a empezar a distribuir Windows Phone.
El abanderado de Nokia en esta gama "smart" y "low cost" es el Lumia 520, el teléfono más popular con Windows Phone que se puede conseguir actualmente en EE.UU. por US$59 y sin contrato.
Los chinos de ZTE fueron más lejos y en febrero anunciaron su ZTE Open con sistema operativo Firefox OS que planea lanzar por US$25. La cuestión estará en saber qué aplicaciones tendrá ese dispositivo.
La consultora tecnológica ABI Research prevé que entre 2013 y 2018 el volumen de "smartphones" comercializados por menos de US$200 se multiplique por más de un 200 % en todo el mundo y se calcula que en 4 años supondrán cerca de la mitad de los teléfonos que salen de fábrica.
Como consecuencia, el precio medio de un teléfono inteligente bajará de los US$335 que costaba en 2010 a US$200 en 2016, según el pronóstico de BI Intelligence, y esa tendencia terminará por afectar a todos los mercados, incluido el baluarte de Apple, EE.UU., donde en 2013 el 45% de los teléfonos vendidos fueron iPhone, según NPD.
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