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Transferencia tecnológica: la gran deuda de Cristina Fernández en Argentina
Miércoles, Julio 27, 2011 - 17:40

"Hay restricciones muy fuertes a la importación de bienes tecnológicos, con la idea de desarrollar esa industria en el plano nacional”, dice un experto local, que ve como pese al impulso de varias iniciativas en este ámbito, el país aún no logra madurar su proceso tecnológico ni esparcir el conocimiento entre sus ciudadanos.

A la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, le resta poco tiempo para culminar su mandato. El 10 de diciembre de este año, la ‘Señora K’ -como es conocida, por el apellido de su fallecido esposo y ex jefe de gobierno de ese país, Néstor Kirchner- deberá entregar el poder a su sucesor o bien asumir un nuevo período, hasta 2015, dada su decisión de repostular al sillón de la Casa Rosada.

Pero, previo a lo que determinen los votantes en las urnas el 23 de octubre, y más allá de si consigue o no su objetivo, esta es la hora de los balances respecto a los logros alcanzados en su actual administración. Y, por cierto, es también el momento de evaluar los temas que quedan pendientes y las materias en las que hubo progresos de relativo alcance o que simplemente fueron nulos.

Aunque en los think tank y universidades consultados por AETecno reconocen, en general, avances en el área de las políticas públicas tecnológicas, y en su estrecho vínculo con los resultados económicos, de todas formas aluden a la debilidad de aspectos clave para el desarrollo de una nación. Uno de ellos, coinciden todas las fuentes, está en el escaso fomento a la relación entre casas de estudio y el mundo privado, instancia donde se genera el encuentro necesario para el traspaso del conocimiento.

El concepto suena bonito. Incluso ideal. No obstante, en el estadio de lo concreto la transferencia tecnológica viene a ser un aporte real a la productividad y competitividad de las empresas y de las distintas industrias a las que dan vida.

Martín Simonetta, director Ejecutivo de la Fundación Atlas 1853, relata que Argentina ha mejorado y aumentado ostensiblemente el cultivo de soja -el país andino es el principal exportador mundial de harina y aceite de esa oleaginosa, y el tercero del poroto de la misma- gracias a la implementación de investigaciones realizadas en casas de estudio. Lo malo es que esos hallazgos y su traspaso al sector productivo, dice, no se dio al interior de la nación, sino que se debe a la adopción de técnicas foráneas.

“La transferencia tecnológica para el gobierno argentino no ha sido tan relevante”, afirma el licenciado en relaciones internacionales, master en política económica internacional y académico de la Universidad de Belgrano. Asegura que se han privilegiado otras líneas de acción que redundan en el abaratamiento de productos farmacéuticos y softwares.

“El motor del mundo en la actualidad es la revolución tecnológica. Las naciones que crecen, lo hacen apoyadas en eso”, explica Simonetta, y agrega que “un ejemplo está en el campo, en la biotecnología aplicada a la soja, al trigo y al maíz, que ha permitido incrementar fuertemente la productividad por hectárea y sembrar en zonas que no eran consideradas para cultivos”.

Sin embargo, complementa que la transferencia tecnológica “es una deuda” de la administración de Fernández, porque los empresarios agrícolas han obtenido beneficios elevando su productividad, pero la innovación requerida “se ha hecho en los países del primer mundo (...) El agro está capitalizando esas ventajas; tal vez no como mérito del gobierno, sino como mérito del sector privado. No hay un manejo proactivo”.

Con ello concuerda Marcelo Celani, economista de las escuelas de Gobierno y de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella. “Este es un gris. Argentina no tiene una visión empresarial moderna en esta línea. Ni del ámbito público hay voluntad de integrar al tejido productivo, ni del rubro privado hay una cultura muy innovadora. Falta trabajo ahí de inserción del conocimiento en la producción”, expone.

Para fomentar el vínculo debe darse como primera condición un activismo desde el Poder Ejecutivo para promover los centros de investigación, sugiere el asesor del Banco Mundial y especialista en regulación de servicios de infraestructura y política de competencia. De igual modo, propone como segunda medida la realización de eventos donde confluyan científicos y empresarios y en tercer lugar, "una estructura tributaria afinada para que los privados inviertan en ciencia y tecnología”.

También coincide en el diagnóstico Andrés López, director del think tank Centro de Investigaciones para la Transformación (Cenit). “Se han hecho intentos (...), pero no diría que ha cambiado la situación”, manifiesta.

Según señala el doctor en ciencias económicas y catedrático de la Universidad de Buenos Aires (UBA), hay una débil demanda de innovación por el lado de las empresas y una estructura de incentivos vigentes en los centros de investigación que reducen el estímulo de ese vínculo. Además, está el hecho de que, históricamente, en esa economía latinoamericana las firmas han sido proclives a abastecerse de tecnología desde el exterior, según cuenta.

Impuesto a la tecnología. Simonetta plantea que en el mandato de Fernández hay una cierta contradicción. Desde la muerte de Néstor Kirchner, su viuda ha hecho intentos de proactividad en el ámbito tecnológico. Ejemplo de ello es la muestra Tecnópolis, que a su juicio trató de posicionar a la nación sudamericana como líder en la región y de acercar la tecnología a los empresarios de menor tamaño; junto a esto, está el Programa Conectar Igualdad, que distribuye netbooks a jóvenes vulnerables, y el impulso a Tierra del Fuego como zona ensambladora de hardware.

“Pero por otro lado, hay restricciones muy fuertes a la importación de bienes tecnológicos, con la idea de desarrollar esa industria en el plano nacional”, asevera, y expresa que en 2010 se aumentó los gravámenes a la entrada de dichos artículos. Añade: “quisiera destacar una frase de la ministra de Industria, Débora Giorgi, que quizás resume el espíritu de las medidas. Ella dijo ‘quien vende en Argentina, invierte y produce aquí’. Parece una declaración de 1950 (...) Esto es una muestra de cómo los tributos hacen que la tecnología sea patrimonio de los que tienen un poder adquisitivo alto o de quienes reciben las dádivas del gobierno”.

Este manejo del comercio exterior esconde, en opinión del director Ejecutivo de la Fundación Atlas 1853, síntomas de temas no resueltos en lo macroeconómico como la inflación, que de acuerdo a estudios privados se ubica alrededor del 25% anual.

Estructura productiva. Otro aspecto poco auspicioso es que “no se ha transformado de manera sustancial la estructura productiva”, expone López, aunque se distingue una expansión mayor en sectores manufactureros o de servicios que son intensivos en el uso de tecnología.

“No se ha cambiado el panorama productivo ni el exportador, que sigue dominado por bienes primarios y sus derivados”, dice.

Celani, por su lado, afirma que "la productividad ha crecido, fundamentalmente, por la fuerte demanda (interna). Es todavía discutible si, desde la óptica microeconómica, pues Argentina ha tenido un cambio de productividad desde adentro de los factores, como transformaciones tecnológicas o mejoras en la educación”.

Las TIC’s y la entrega de computadores. Para Celani hay “un atraso considerable” en las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC’s) por un marco regulatorio en telecomunicaciones que fue elaborado a comienzos de este siglo y que “nunca se llegó a aplicar concreta y completamente. Eso no ha permitido el desarrollo de competencia, como ocurre en Chile, por ejemplo”.

Un factor negativo que distingue el economista radica, además, en que hay proyectos que no están pensados integralmente, como la entrega de computadores a estudiantes secundarios y la constitución de una empresa pública que proveerá de fibra óptica en distintas zonas.

“Son dos intentos del Ejecutivo por entrar de lleno al negocio de las TIC’s. Lo criticable no son las propuestas en sí mismas, sino que no están insertas en un programa más general. Y una de las lecciones que uno saca de la experiencia internacional está en que, cuando se hace esta promoción, no sólo se trata de abastecer de infraestructura y de oferta; también hay que promover la demanda y generar contenidos para el gobierno electrónico, adaptar planes de estudio y enseñar a los docentes el uso de los dispositivos computacionales. Hay una serie de decisiones que no se han tomado y hay algún desbalance”, detalla el académico de la Universidad Torcuato Di Tella.

Avances y evaluación general. Consultado por una evaluación general del manejo de la ‘Señora K’ en el área tecnológica, Celani valora que en 2007, en el primer año de su presidencia, se haya creado el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. “Ha sido favorable”, afirma.

Agrega, eso sí, que si una reforma institucional como esa no va acompañada de un ambiente idóneo para la innovación y la inversión, la transformación “queda un poco trunca. Lo que está pasando es eso: tenemos un ministerio y gente capacitada, pero desde el punto de vista del clima de negocios, nos falta”.

El académico pone énfasis en los avances vistos en cuanto a mejora de salarios en las universidades, la promoción de centros de investigación dura, así como el impulso a la Comisión de Energía Atómica y al Instituto de Tecnología Industrial. También subraya el estímulo a programas de construcción de satélites, de industrialización de la leche y otros de nanotecnología en diversas casas de estudios superiores.

Considerando todo su análisis, Celani califica con un 7 la gestión de Cristina Fernández en una escala de 1 a 10. “Se ha revalorizado el tema tecnológico. Y ese es el primer paso que una sociedad tienen que dar. Nos falta la segunda parte, que es enganchar el conocimiento con el tejido productivo”, concluye.

López otorga el beneficio del largo plazo. “El tiempo nos dirá más claramente qué ocurrió, porque los resultados de los proyectos en este rubro tardan en madurar. El tiempo será un mejor juez”, sostiene.

Pese a lo anterior, el director del Cenit declara que la de Fernández ha sido una gestión que aumentó el presupuesto y que ha sido autora de iniciativas “mejoradoras de lo que existía”.

Destaca en esa línea que en los últimos cinco años se vio la incorporación de tecnología en distintas áreas productivas, que en “parte pueden haber sido ayudados por la política pública y, asimismo, como consecuencia del crecimiento económico, que ha sido muy robusto y que es un factor de impulso”.

Con todo, advierte sólo una leve alza en los recursos para investigación y desarrollo (I+D). “En la década pasada era en torno al 0,4% del PIB y el último dato que hay, marca un 0,5% del PIB. Estamos lejos de los países desarrollados y también de Chile y Brasil, entre otras naciones sudamericanas”.

Autores

AETecno