El nuevo término estrella de la esfera tecnológica engloba distintas aplicaciones de blockchain, como las criptomonedas y NFT, y promete un nuevo tipo de internet descentralizado que beneficia a sus usuarios. Pero no todos confían en su promesa revolucionaria, entre ellos el fundador de Twitter, Jack Dorsey.
El fundador de Twitter, Jack Dorsey, anunció su retiro de su posición de gerente general el 29 de noviembre de 2021 y, durante el mes siguiente, se dedicó a promocionar su nueva fintech basada en bitcoin, Block, y a encabezar una batalla campal en la red social contra el mundo tecnológico, especialmente contra los defensores de la Web3.
Publicó memes burlándose de la nueva tecnología y de las compañías desarrolladoras, atrayendo la ira de los entusiastas de la Web3. Uno de ellos fue Marc Andreessen, el cofundador del navegador web Netscape y socio de las principales firmas de venture capital (VC) del mundo, Andreessen Horowitz (a16z). El inversor terminó bloqueando a Dorsey en la plataforma.
¿Qué es la Web3 y por qué crea tanta controversia?
Según personajes de la esfera tecnológica, como el fundador de Tesla, Elon Musk, es uno más de los múltiples conceptos tecnológicos que han surgido en los últimos tiempos, como metaverso, token no-fungible (NFT, por sus siglas en inglés) y criptomonedas. De hecho, Musk escribió que la Web3 “parece más un buzzword de marketing que realidad”. Pero, según los defensores, se refiere al avance del internet que agrupa estas nuevas tecnologías.
Al inicio de la comercialización del internet, los usuarios no tenían más opciones que consumir contenidos producidos y distribuidos por compañías, como un portal de un diario. Si esto era la Web1, las empresas de la Web2 se estrenaron como plataformas donde los usuarios comenzaron a subir sus propios contenidos e interactuar entre sí.
Es decir, la Web2 ha logrado crear numerosos servicios y oportunidades comerciales, tales como YouTube donde los usuarios pueden subir videos, Facebook para que las personas puedan conectarse y Uber, donde los conductores ponen a disposición su tiempo para monetizarlo.
Pero “con el tiempo, se empezó a notar que estos monopolios extraen mucha renta de los usuarios y el poder se concentra.”, dice Federico Ast, fundador de Kleros, la plataforma de justicia descentralizada basada en blockchain. “Por ejemplo, Facebook tiene 3.000 millones de usuarios que pasan una importante parte de su tiempo en la red social, pero no tienen ni voz ni voto de cómo se gobierna, sino que realmente son como súbditos de un Estado virtual todopoderoso”, añade.
De esta manera, la Web3 busca replicar la Web2, pero entregando mayor poder a los usuarios y creadores de contenido y menos a las plataformas intermediarias que generan el efecto de red. Así, existen versiones de Web3 de Uber, Airbnb y Twitter, llamados IoMob, Dtravel y Mastodon, respectivamente.
CÓMO FUNCIONA
La base de la Web3 es el blockchain, la tecnología que permite distribuir datos de manera segura a través de nodos que se encargan de verificar de manera transparente cambios que ocurren dentro de esta red. Así, permite tener un registro público y abierto de los distintos cambios, algo que es inmodificable y está replicado en distintos lugares.
De esta manera, una aplicación de la Web3 no está controlada por una sola empresa y sus datos tampoco están almacenados en un solo centro de datos, sino que funciona de manera automatizada según protocolos establecidos por la comunidad y estos mismos son los que pueden decidir hacer cambios.
Es decir, “son protocolos que funcionan como cooperativas digitales, propiedad de los usuarios. Estos, a través de un sistema de gobierno, pueden votar cómo la plataforma debería funcionar y monetizar su participación en el protocolo”, explica Federico Ast.
Pero no todos los usuarios tienen el mismo poder de decisión: aquellos que cuentan con más tokens de la plataforma –que son las monedas virtuales que funcionan para el protocolo de Web3 específico– son los que tienen más poder de voto. Sería lo equivalente a ser el accionista mayoritario de una compañía.
Por ejemplo, Dtravel es un servicio descentralizado de arriendo de inmuebles. Es decir, mientras Airbnb es una plataforma centralizada, los arrendatarios y arrendadores en Dtravel comparten la propiedad de esta plataforma y, a través de la comunicación entre persona-a-persona (P2P) y votaciones a través de su token interno (llamado $TRVL y que actualmente vale alrededor de US$ 0,28), pueden tomar decisiones en los distintos temas, desde cancelaciones de último minuto hasta cómo se van a utilizar las arcas comunitarias.
Kleros es otro ejemplo de una plataforma de Web3. El protocolo cocreado por Ast permite a cualquier usuario con tokens del protocolo (Pinakion, o $PNK que vale alrededor de US$ 0,13) abrir un caso para buscar resolución de una disputa online, como los enfrentamiento entre jugadores de esports que se acusan de hacer trampa o las resoluciones sobre las violaciones de normas de moderación de una red social.
Por otro lado, los otros usuarios de internet que tengan el token pueden participar en la corte como jurado para incidir en el resultado de la resolución. El que “apueste” más tokens tendrá mayor posibilidad de ser el jurado.
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CRÍTICAS
Las aplicaciones de Web3 más populares actualmente son aquellas exchanges descentralizadas de criptomonedas, como Uniswap, que permiten intercambiar monedas digitales por otras unidades como dineros fiduciarios u otras criptomonedas, y los juegos play to earn (juega para ganar), como Axie Infinity, donde los jugadores son dueños de ítems únicos en formato NFT que pueden luego venderse en tokens del mismo juego o ganar tokens por cumplir objetivos del juego.
Pese a los rápidos desarrollos de innovaciones alrededor de la Web3, para el socio y cofundador la firma de servicios financieros DD3 Capital Partners, Jorge Combe, la usabilidad es aún muy poco amigable, lo que es un desafío para su adopción masiva: “Comprar y vender criptomonedas es fácil, pero si quieres empezar a participar en la Web3, como tener tokens o ser parte de una DAO (organización autónoma descentralizada), es más difícil”, explica.
Además, por ser una actividad aún no regulada, pero que ha acaparado un enorme interés especulativo de los usuarios de internet, existen muchos esquemas de fraude que operan sobre la Web3.
Por ejemplo, en la cúspide de la popularidad de la serie surcoreana “Juego del calamar”, surgió el token “Squid Game”, la moneda que supuestamente permitiría a los poseedores participar en un juego online “play to earn” inspirado en la serie. El token llegó a valer US$ 2.861, cuando los creadores anónimos abandonaron el protocolo al vender rápidamente todos sus tokens dejando el valor del token en US$ 0, en una operación conocida como “rug pull” (tirón de alfombra)
“Supongo que así fue también lo que pasó a inicios del internet y eso es parte de lo que me parece prometedor”, justifica Combe. “Si tantas personas están participando en algo tan poco amigable al usuario como lo es la Web3, es porque es una propuesta muy prometedora”, añade.
VCs VS. DORSEY
Las críticas anteriores ya son muy repetitivas para los defensores de la Web3. Pero el fundador de Twitter, Jack Dorsey, realmente metió el dedo en la llaga al criticar el valor fundamental del nuevo movimiento digital: la descentralización.
“Tú no posees “Web3”. Lo hacen los VC y sus LP (sociedad comanditaria). Nunca va a escapar de sus incentivos. Al final, es una entidad centralizada con una etiqueta distinta”, escribió en Twitter Dorsey.
Es decir, se refiere a que las compañías que desarrollan aplicaciones de Web3, al obtener inversión de los VC, traspasan el poder de decisión a sus inversionistas y, de esta manera, el poder e ingresos es concentrado una vez más en los “poderosos de siempre”.
Entonces, cuando Dorsey dice que “tú no posees la Web3”, quiere decir que toda la promesa de la nueva tecnología –de revolucionar el internet para que todos los participantes, no solo las grandes empresas, puedan tener poder de decisión y obtener ganancias– es una mentira.
“En cierto punto, tiene bastante razón. Estas plataformas de Web3 que vienen con la narrativa de democratizar el poder han sido financiadas por capitales de riesgo de Silicon Valley y distintas empresas se han quedado con la mayoría de las monedas que estas plataformas usan para asignar derecho de voto”, explica Federico Ast. “En el fondo, quizás reemplazamos plataformas de Web2 por una de Web3, pero su organización va a ser igual que la Web2 y toda esta narrativa de poner el poder en las manos de usuarios se convierte en solo marketing”, añade.
De hecho, según la plataforma de datos de blockchain Chanalysis, el 80% del universo de US$ 41.000 millones de NFT de la red de Ethereum está en manos de solo 9% de los propietarios. Además, durante 2021 más de US$ 30.000 millones de capital de riesgo fueron invertidos en startups cripto –sean de Web3, criptomonedas, blockchain y metaverso– y fueron creados 40 unicornios de esta industria, según el proveedor de datos Pitchbook Data.
En julio, FTX, uno de los principales exchanges de criptomonedas, completó su ronda de inversión serie B de US$ 900 millones con participación de SoftBank, Coinbase Ventures y Sequoia Capital, obteniendo una valuación de US$ 18.000 millones. La plataforma play-to-earn Axie Infinity también atrajo dinero de Silicon Valley, levantando US$ 150 millones en octubre.
“Es una situación difícil para los emprendedores de blockchain porque hay dos fuerzas que pujan: por un lado, el inversor que te permite tener financiamiento rápido y acceso a redes de contactos, pero por otro lado, dejas entrar el diablo a tu casa. Una vez que tomas su dinero, ya perteneces a ellos y debes cambiar la dinámica de tu proyecto, la forma de cuidar a tu comunidad y los procesos para tomar tus decisiones”, dice Federico Ast, de Kleros.
Ast afirma que no ha buscado inversión VC para Kleros justamente para ser independiente de este tipo de presiones. Por esta razón, la compañía hizo una oferta inicial de monedas (ICO, por sus siglas en inglés), un estilo de micromecenazgo donde el inversor compra los tokenes lanzados por el protocolo al momento de su estreno.
Ante el ataque de Dorsey, Elon Musk saltó a la conversación al escribir en Twitter: “¿Alguien ha visto la Web3? No lo encuentro” y el fundador de Twitter respondió: “Está entre la A y la Z”.
Dorsey se refería de forma irónica a Andreessen Horowitz, el VC que también es conocido como a16z y que ha invertido en startups de Web2 como Airbnb, Instagram y Pinterest, como también en Web3, como Coinbase, OpenSea y Uniswap. Además, creó un fondo de US$ 2.200 millones dedicado a startups de cripto.
El combo no fue bien recibido por la institución. Es más, fue la razón por la que el socio y cofundador de a16z, Marc Andreesen, bloqueó a Dorsey en Twitter. Luego, la red social fue testigo de una seguidilla de memes publicados por ambos.
Pero, más allá de los memes, para ambos expertos consultados para este reportaje, el ecosistema de blockchain va a ser un lugar donde conviven elementos centralizados y descentralizados.
“Al final, el promotor de la comunidad, que puede ser un VC, y su fundador debe tener algún tipo de pago, pero ya se ve que las personas premian a aquellos protocolos que son más descentralizados”, dice Jorge Combe. “Pero digamos que para una persona que está trabajando aquí no es cool decir que lo centralizado puede ser bueno”, explica Ast.
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