Sony y Alphabet tienen proyectos de lentillas inteligentes en desarrollo, pero la aparición de un modelo comercial en los ojos de los humanos aún son palabras mayores.
Por Antonio Sabán para ThinkBig. “Google Glass es el futuro”. O no, tal y como ha demostrado la historia dos años después de su fallido lanzamiento comercial. La realidad es que el público quiere más control sobre la realidad, poder grabarlo todo o incluso jugar a Pokémon Go sin tener el brazo alzado con el “pesado” smartphone en la mano. Las lentillas inteligentes, que frente a Google Glass tendrían las mismas ventajas que las lentillas frente a gafas tradicionales, son un sueño. Pero, ¿está el mercado cerca de un lanzamiento maduro?
Existen distintos argumentos a favor y en contra. Por una parte encontramos a Novartis, una compañía que lleva desde 2014 investigando con Alphabet, la madre de Google, y que anunció que para 2016 tendría listo un modelo comercial. Finalmente no han podido cumplir su promesa y han perdido la oportunidad de ser los primeros en llegar al mercado. El enfoque de Novartis no es solo tecnológico, también médico, y es que mediante el análisis de las lágrimas es capaz de medir la cantidad de glucosa en la sangre, agilizando el proceso de extracción de sangre para los diabéticos. Otro proyecto trataría solucionar la hipermetropía mediante lentillas inteligentes que autoenfocan y ayudan a mejorar la visión del portador.
El enfoque de Sony, sin embargo, es más cercano a Google Glass, ya que sus “smart eyes” sirven para grabar, reproducir y almacenar vídeo, o al menos eso es lo que hasta ahora han mostrado en una patente. Que esté registrada indica que al menos hay una idea sobre lo que se quiere lograr, y están en ello. Las dudas que esto genera son muy variadas. Por una parte cabe preguntarse sobre el consumo energético y el espacio dedicado a la batería. Por otra, sobre la calidad de las lentillas, en cuanto a resolución y en cuanto a respeto a la salud de la vista.
Lo aquí expuesto lleva a pensar en un término medio. Probablemente podamos ver lentillas inteligentes en muy poco tiempo, tal y como llevamos haciendo años con las pantallas flexibles, pero la clave es un producto final en el mercado, con madurez. Esto implica en tener una lentilla que no sea vea excesivamente pixelada y cuya batería dure más de 10 minutos. El mercado de los smartphones o wearables muestran el camino: llegarán modelos que no triunfarán, que serán despreciados, y habrá que esperar muchos años para querer llevarlas puesta en el día a día.