Los inversores se ven atraídos por el mercado potencial de la biología sintética y el costo cada vez menor de la síntesis del ADN, que implica industrializar el código genético que determina cómo funcionan los organismos.
Los científicos están acercándose cada vez más a poder crear vida de la nada y los pioneros en tecnología están tomando nota, invirtiendo cantidades récord en un campo que podría dar como resultado nuevos fármacos, materiales, químicos e incluso perfumes.
Pese a las dudas éticas y de seguridad, los inversores se ven atraídos por el mercado potencial de la biología sintética y el costo cada vez menor de la síntesis del ADN, que implica industrializar el código genético que determina cómo funcionan los organismos.
Mientras que la biotecnología existente ya se usa para fabricar medicinas como insulina o cultivos modificados genéticamente, sintetizar genes en su conjunto o genomas da una oportunidad de cambios mucho más profundos.
Matt Ocko, un inversor de capital de riesgo de Silicon Valley que previamente apostó por Facebook, Uber o Zynga, cree que la industria emergente ha demostrado que puede ser un gran negocio.
"Las cosas que sostienen y aceleran esta industria hoy son más efectivas, menos costosas, son más precisas y más reproducibles", destacó.
Ocko no está solo. Otros veteranos de la tecnología están respaldando una nueva oleada de "startups" de bioingeniería, entre ellos Jerry Yang, Marc Andreessen, Peter Thiel y Eric Schmidt, famosos por su actividad en Yahoo, Netscape, PayPal y Google, respectivamente.
CONTINÚA LA INCERTIDUMBRE
Expertos reunidos en Londres esta semana dijeron que las herramientas de la ciencia están mejorando rápido y el costo de sintetizar ADN es 100 veces menor que en 2003, aunque se mantiene la incertidumbre sobre regulación y la disposición social respecto a jugar con la vida.
La conferencia que reunió a científicos e inversores tuvo lugar cuatro semanas después de que científicos anunciaran que estaban muy cerca de crear un genoma artificial completo de la levadura.
Este ambicioso proyecto ha acercado un poco más la creación de vida artificial compleja porque la levadura es un organismo cuyas células contienen núcleo, igual que las humanas.
El estudio sobre la levadura muestra cómo se puede manipular el ADN a gran escala, con el código genético cada vez más utilizado como un lenguaje de programación en el que los 1 y los 0 del sistema binario se están reemplazando por cuatro bloques químicos del ADN, abreviados como A, T, G, C.
"La intersección entre biología y tecnología es difícil por las diferentes culturas y lenguajes, pero creo que estamos rompiendo algunas barreras" dijo Thomas Bostick, quien dirige la unidad medioambiental de la biotecnológica Intrexon.
La idea de que crear vida puede reducirse a datos y códigos es parte del atractivo para los inversores tecnológicos. "El ADN es considerado el siguiente asunto programable y por eso hay muchos inversores de Silicon Valley emocionados", dijo John Cumbers, fundador de la red de biología sintética SynBioBeta.
"Han presenciado el poder del software en los últimos 25 años y están buscando el próximo gran logro".
Datos de SynBioBeta muestran un récord de inversión en el sector, de US$1.210 millones en 2016, el triple frente a cinco años antes, mientras que el número de firmas del sector casi se ha duplicado a 411.