El mapa es una convención social para tratar de ubicarnos en el espacio-tiempo, dice la autora. "La ciudad estaba llena de agua y ahora tenemos tantos problemas por falta de este elemento”, reflexiona.
La primera vez que se representó a la Ciudad de México como una capital novohispana fue en 1550, con el trazo de un mapa en el que confluyen zonas como Chapultepec, Tacubaya, Tlatelolco y Xochimilco; junto a edificios de la corona española, y lo mismo referentes a oficios como la pesca y la captura de aves.
El plano, que se adjudicó por mucho tiempo al español Alfonso de Santa, en realidad había sido hecho por un indígena anónimo. El diseño sirve ahora de plataforma para reflexionar sobre el presente caótico de la ciudad a partir de la interpretación que hizo la artista Mariana Castillo Deball (Cd. de México, 1975) en la instalación "Vista de ojos".
La pieza, que se presenta en la galería Kurimanzutto, es la reproducción fidedigna del mapa a escala mayor e impreso en negro sobre madera con el que la artista cubre todo el piso de la sala de exhibición a manera de tapete, dejando en evidencia la transformación de la ciudad durante más de 500 años.
Además de ser el segundo plano de la urbe, este dibujo destaca por ser el más antiguo; se hizo tan sólo treinta años después de la Conquista, donde ya se concibe el centro de la gran Tenochtitlán con calles rectas, colonias definidas y edificios al estilo europeo; mientras que en la periferia por primera vez figuraron zonas como Xochimilco.
El trazo original fue a color –verde, azul y gris– en hojas de pergamino, y se utilizaron objetos cotidianos como animales, joyas o cabezas o estrellas para señalar la ubicación de los lugares y las actividades de cada zona; por lo que resulta en una descripción histórica de la vida social y laboral, con la flora y fauna de la época.
Castillo, quien participó en la Bienal de Berlín 2014 detalla que su lectura no se limita a la historia del documento, sino a un análisis sobre la condición actual de la ciudad; desde el simple diseño urbano y crecimiento de la población hasta la pérdida de recursos naturales y oficios antiguos.
La cartografía de la artista cumple su función de origen: “El mapa es una convención social para tratar de ubicarnos en el espacio-tiempo, éste nos sitúa en el presente y vemos por ejemplo que la ciudad estaba llena de agua por el Lago de Texcoco y ahora tenemos tantos problemas por falta de agua”.
A partir de una copia del cuasi códice, la artista replicó el trazó con la técnica de grabado sobre madera dividido por paneles de poco más de un metro cuadrado. Las mismas placas sirvieron para hacer una impresión sobre papel y compilar en una edición a manera de atlas, también en exhibición.
Para quien ha expuesto en la Tate Modern y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona los documentos antiguos vistos a través del arte se convierten en un instrumento de reflexión, a ello responde que su trabajo se vincule con la antropología y la historia. En 2013, replicó el Mapa Núremberg de Tenochtitlán, el primero que envía Hernán Cortés a los reyes de España en una Carta de Relación.