El rol de la alimentación ha tomado mayor relevancia con el paso de los años, especialmente con el efecto de esta en el estado de ánimo de las personas.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 322 millones de personas en el mundo sufren de depresión, enfermedad que ha aumentado en un 18% en la última década convirtiéndose en la mayor causa de discapacidad en el mundo.
En el caso de Chile, según la última Encuesta Nacional del Ministerio de Salud (Minsal), el 15,8% de la población mayor de 15 años tiene sospecha de depresión, con síntomas de tristeza y falta de interés.
No obstante, un 6,2% abiertamente la sufre, quienes además de tristeza y falta de interés presentan alteración significativa del apetito, fatiga o pérdida de energía, sentimiento de inutilidad o culpa y disminución de la concentración, entre otros problemas.
Aquello ha disparado el consumo de antidepresivos en un 470% en los últimos veinte años y los trastornos psicológicos serían responsables del 26% de las licencias médicas en el país.
Debido a lo anterior, el rol de la alimentación en esta problemática ha tomado mayor relevancia con el paso de los años, especialmente con el efecto de esta en el estado de ánimo de las personas.
“A través del consumo de los alimentos ricos en triptófano, tales como huevos, pescados, lácteos, legumbres y frutos secos, se podría mejorar el estado de ánimo, la cognición y, posiblemente, el aumento de los niveles de serotonina, neurotransmisor que contribuye a regular el sueño, las emociones y los estados depresivos”, dijo Elizabeth Luna, nutricionista de Sodexo.
“La vitamina B1 o tiamina, que se encuentra en cereales integrales, legumbres y avena principalmente, alimentos que se deben consumir diariamente, juega un papel fundamental en el metabolismo de los hidratos de carbono, por lo que su carencia afecta sobre todo a los tejidos que dependen mucho de este suministro energético, como el cerebro”, añadió.
De acuerdo a la especialista, el consumo excesivo de alimentos dulces puede reducir las reservas de vitaminas B1, una de las razones por la que conviene moderar su ingesta ya que la escasez de esta vitamina produce irritabilidad, falta de concentración, de memoria y puede ser una causante de la depresión.
“Consumir ciertos alimentos no va a curar la condición de la depresión, sin embargo, una dieta poco adecuada puede ser un factor de riesgo para desarrollarla, al igual que el sedentarismo. Por lo tanto, una dieta balanceada y la realización de actividad física puede ayudar en el tratamiento de esta enfermedad, en conjunto con la terapia médica tradicional”, concluyó la nutricionista.