Es considerado el último de las dos grandes generaciones de directores, actores y guionistas que realizaron las mejores páginas de un especial tipo de cine en Europa.
En medio de guerras de galaxias y de grandes producciones con efectos especiales, choques de autos y entornos naturales complejos, el cine del italiano Ettore Scola - cineasta octogenario que falleció este martes en Roma- es de otro mundo.
Con ritmos distintos, con ópticas diversas y con dinámicas diferentes, su filmografía da cuenta de un estilo que va en el sentido totalmente contrario de la escuela hollywoodense actual. Cruda, natural, sarcástica y -a la vez- intensa y entrañable, la cámara de Scolla fue siempre profunda.
Es considerado el último de las dos grandes generaciones de directores, actores y guionistas que realizaron las mejores páginas de la comedia italiana, autodenominada con su humor propio "commedia all’italiana".
Aunque estudia Derecho, los comienzos del director de cine son como caricaturista y guionista. Colabora en los guiones de una treintena de películas, entre las que la crítica destaca "La escapada" (1962) y "Monstruos de hoy" (1963).
Es en 1964 cuando pasa a la dirección y empieza a descollar con títulos como "El demonio de los celos"(1970) y "Nos habíamos amado tanto" (1974), para muchos su película más lograda. En 1976 es reconocido como Mejor Director en el Festival de Cannes por "Brutos, feos y malos", una de sus comedias más demoledoras y agridulces.
Su gran éxito comercial llega con "Una jornada particular" (1977), intenso duelo actoral entre unos inolvidables Marcello Mastroianni y Sofia Loren ambientados en pleno tiempo del fascismo. El filme ha sido constantemente llevado al teatro.
Su última película fue "Gente de Roma" (2004), una construcción profunda en la que el director hace partícipes a los espectadores de varios episodios que le pasan a habitantes de la llamada ciudad eterna durante una jornada.
Sin embargo, un par de años después lo convencen para rendir un homenaje al icónico director iraliano Federico Fellini, quien había sido entrañable amigo de Scolla. Así, en "Qué extraño que me llame Federico" (2013) recuerda intensos momentos de cuando ambos coinciden en la redacción de la revista política "Marc'Aurelio", para luego convertirse los dos en tremendas figuras del cine.
Ettore Scolla es el símbolo de un cine basado en la reflexión con humor; en la mirada crítica, pero que no olvida igual dar un golpecito en la espalda. El cine visto como un espacio de amigos que se dicen siempre las cosas.
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