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Así es “Brasilia”, el club boliviano que reúne a los fanáticos del clásico modelo Wolkswagen
Domingo, Diciembre 27, 2015 - 11:23

Un descontinuada producción de la marca alemana es especialmente querida en Bolivia, cuyos seguidores mantienen un activo grupo que los reúne.

A principios de los años 70, la empresa Volkswagen estaba sustentada por tres modelos: la peta, la combi y el karmann. 
 
Ante este panorama, Leining Rudolph, presidente de la firma de coches en Brasil, desarrolla un auto que ofreciera mayor facilidad en radios urbanos . Y para celebrar los 13 años de la creación de la capital del gigante latinoamericano, en 1973 la compañía presenta el Brasilia, vehículo ágil y fácil de manejar, con motor en la parte trasera que lo diferencia de los demás. 
 
Sostenidamente se convierte en un objeto apreciado en el continente americano, Colombia, Paraguay, Uruguay y Bolivia. En este último país, incluso, los fanáticos del singular modelo dieron vida al Club Brasilias Bolivia, fundada el 8 de septiembre de 2013.
 
 
Raúl Mendoza, por ejemplo,  aprendió a manejar con un Brasilia cero kilómetros modelo 1975 que su padre compró en una importadora. Una vez que el ahora médico formó su propia familia, su economía sólo alcanzaba para conseguir un motorizado barato. Y se acordó de la Brasilia.
 
“Parecía como hecho en manualidades; íbamos parchando una cosa, parchando otra, hasta ponerlo bien”, recuerda. Con el tiempo adquirió otros vehículos, pero guardaba un deseo que se lo confesó un día a su esposa: tras jubilarse iría a comprar un Brasilia para pasear los fines de semana. El sueño se hizo realidad hace ocho meses, cuando obtuvo a su Mona, un coche azul plateado con aros y escape deportivos.
 
La misma sensación comparte por Daniela Murillo, una de las pocas mujeres del club. El vehículo rojo perteneció a su madre, pero como “no lo utilizaba”, decidió quedárselo. “Ni bien aprendí a manejar saqué el Brasilia y desde ese momento no lo suelto”, cuenta.
 
 
Por otro lado, existen socios del club que tienen afición por modificar sus automóviles como Ariel Apaza, quien reflejó su simpatía por los animés y mangas en su Brasilia blanco, que tiene además imágenes pintadas de las series Le Portrait de Petit Cossette y Tokio Ghoul en los costados y en la parte delantera. 
 
Edwin Espinoza , en tanto, tiene en Demian —su Brasilia rojo y negro— un lienzo metálico donde deja volar su imaginación en las modificaciones. De hecho su auto es blanco, pero lo cambió de color por dentro y por fuera para que se transformase en una obra de arte, a la que aumenta detalles para darle su propia personalidad.
 
La agrupación de fanáticos tiene en la actualidad socios en La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí,  Tarija y  en Sucre. Para afiliarse a la organización existe la condición de tener un Brasilia, pagar la roseta que los identifica y asistir a las reuniones. 
 
El auto se fabricó hasta 1983 por Volkswagen do Brasil. La prensa especializada nunca supo cómo encuadrarlo, si como una miniperua VW, una mini Variant o un anti Chevette. No obstante, el Brasilia logró personalidad propia, con líneas rectas y modernas, y un vidrio amplio que permite ver en todas las direcciones.
 
En mayo de 1980, Volkswagen do Brasil presentó el modelo GOL, un auto más moderno y atractivo, lo que determinó la caída del Brasilia, que terminó su producción en marzo de 1982, después de más de un millón de unidades, de las que 950.000 fueron comercializados en Brasil.
 
En Bolivia se adaptó muy bien a los terrenos del país, tanto así que entre 1975 y 1985 ingresaron más de 176.000 unidades de estos motorizados.
 

Autores

La Razon/ LifeStyle