Diversos estudios han permitido hallar la zona neuronal que funciona como gps interno, lo que ayuda a comprender en mejor medida las enfermedades cerebrales.
El investigador británico-estadounidense John O’Keefe y la pareja de científicos noruegos May-Britt Moser y Edvard I. Moser recibieron hace un par de años el premio Nobel de Medicina por sus trabajos relacionados a la manera en que el cerebro crea un mapa del espacio e identifica cómo moverse en un entorno complejo, sin perderse por completo.
Las investigaciones abrieron también la posibilidad para investigar las condicionantes de pacientes con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.
El sentido del espacio da a las personas una percepción determinada en torno a la posición que ocupa en el medioambiente; por su parte, la capacidad para navegar en dicho espacio se interrelaciona con una sensación de distancia que se basa en el movimiento y en el conocimiento de las posiciones anteriores.
Así, el procesamiento de ambos datos resultan fundamentales para una adecuada relación con el entorno.
Pacientes con Alzheimer frecuentemente se ven afectados en estas áreas en una etapa temprana, razón principal por las que se dificulta su conexión con lo que les rodea. El conocimiento sobre el sistema de posicionamiento cerebral ayuda a comprender el mecanismo que sustenta la pérdida de la memoria espacial, principal punto que afecta a las personas con este padecimiento.
Una línea de estudio fue llevada por O’Keefe, director del Centro Sainsbury Wellcome de Circuitos Neuronales y Comportamiento de la University College London, quien -a partir de investigaciones con ratas- descubrió un tipo de célula nerviosa situada en el hipocampo cerebral que siempre se activaba cuando el animal se encontraba en determinado lugar de una habitación.
Si la rata se trasladaba de lugar, se activaban otras, lo que permitió explicar que las ahora llamadas "neuronas de ubicación", generan mapas que se activan en diferentes ambientes y no sólo constituyen el procesamiento de una información visual.
Más o menos por esa razón es que un conductor de taxi puede transitar por cientos de calles, pudiendo trasladarse entre unas a otras.
La otra línea de anális es la desarrollada por la pareja noruega, que se desempeña en la Universidad de Ciencia y Tecnología, con sede en Trondheim: las células de red, capaces de generar un sistema de coordenadas hexagonales, facilitan un posicionamiento preciso y la efectiva búsqueda de caminos.
El interés de los investigadores se centró en las conexiones del hipocampo de las ratas cuando éstas se trasladaban en una habitación, descubriendo un sorprendente patrón de actividad en la zona cerebral llamada "corteza entorrinal".
Cuando las ratas pasaban varias ubicaciones dispuestas en una cuadrícula, se activaban ciertas células en un patrón espacial singular y colectivamente. Estas “celdas” constituyen un sistema de coordenadas que permite navegar en un espacio determinado.
De esta forma se reconoce la dirección de la cabeza y las delimitaciones de una habitación, formando circuitos con las células de lugar en el hipocampo, lo que constituye un sistema global de posicionamiento, un verdadero y completo GPS cerebral.