Así viven las parejas divorciadas que siguen compartiendo el mismo techo
Lunes, Abril 17, 2017 - 14:13
El alto costo de la vivienda y los hijos en común determinan prolongar la vida en conjunto no obstante el quiebre amoroso.
Pang Ting, una trabajadora de oficina de unos 40 años, finalizó su matrimonio de ocho años hace varios meses. Pero aunque se han separado, todavía viven en el mismo espacio.
Según Pang, ambos hicieron cuentas y decidieron que vivir juntos como compañeros de casa tenía sentido, económicamente hablando.
Ella y su exmarido pagaron alrededor de US$ 100 mil por su apartamento en 2005, pero el precio se ha disparado, al superar las cuatro veces el valor original.
"Ninguno de nosotros puede permitirse el lujo de comprar la parte del otro. Quien se quede con el apartamento tiene que dar a la otra persona casi US$ 300, y ninguno de nosotros puede permitirse el lujo de desembolsar tanto dinero", dijo.
La mujer dijo que vender la casa tampoco es una buena idea porque, dado el actual mercado de la vivienda, es altamente improbable que cualquiera de las partes encuentre un apartamento tan grande y cómodo como el que tienen con tan solo US$ 290 mil.
Pang y su exmarido decidieron seguir viviendo bajo el mismo techo, ya que no pudieron encontrar otra solución mejor y siguen siendo amigos.
El alto precio de la vivienda en Beijing obliga a muchas parejas a vivir juntas después del divorcio, dijo el abogado especialista en divorcios Yin Xianglong.
Según él, cuando las parejas se divorcian y no quieren llevar el caso a los tribunales, suelen vender la casa y compartir el dinero o una persona compra a su ex pareja su mitad del apartamento a un precio que ambos acuerdan.
Yin dijo que las exparejas que permanecen en el mismo espacio después del divorcio son un fenómeno creciente hoy en día, pero dijo que el arreglo por lo general no dura mucho tiempo.
"Finaliza cuando una de las partes comienza a salir otra vez con otra persona y quiere crear una nueva familia", dijo.
Como el precio de la vivienda en la capital china sigue creciendo, muchas exparejas están recurriendo a vivir juntos, ya sea por el bien de sus hijos o por razones financieras.
Un artículo reciente de hg.org, una web con información sobre leyes y políticas del gobierno, señala que aunque la sabiduría tradicional sugiere que el hogar marital desaparece cuando el matrimonio se acaba, la economía actual está obligando a más personas a vivir juntos después del divorcio.
Señala además que muchas exparejas tienen dificultades no sólo para vender la casa de la familia sin tener una gran pérdida, sino también para permitirse vivir por su cuenta sin un segundo ingreso.
Jack Su, de 37 años, también entiende cómo las necesidades financieras pueden llevar a un acuerdo de este tipo. Él compró un apartamento en Beijing con su esposa hace cinco años. Cuando decidieron divorciarse el verano pasado, se dieron cuenta de que no había manera de pagar casi US$ 1.500 al mes una persona sola. Ninguno de sus salarios mensuales supera los US$ 1.500.
"Compartir el apartamento, al menos hasta que paguemos el préstamo, parece ser la única manera", dijo.
Jack y su exesposa tienen un apartamento de un dormitorio. Después de su separación, él se trasladó a la sala de estar y le cedió el dormitorio as u ex mujer. Planean vender el apartamento una vez que paguen el préstamo.
Las finanzas también desempeñaron un papel importante para la secretaria de 28 años Xia Sheng (pseudónimo) y su excónyuge. La pareja se divorció hace varios meses.
Xia y su exesposo firmaron un contrato de cinco años para un apartamento de un dormitorio cuando se casaron hace más de un año. Ella dijo que sería difícil para cualquiera de ellos encontrar un compañero de piso con el que compartir porque sólo hay un dormitorio y si rompen el contrato de arrendamiento, tendrían que pagar una multa de miles de dólares.
"Así que pensamos que no sería amala idea vivir juntos hasta que termine el contrato de arrendamiento", dijo.
Pang dijo que otra razón por la que ella y su ex marido decidieron vivir juntos fue que querían mantener la vida de su hija de cinco años igual que antes, y asegurarse de que su divorcio no tendría un impacto negativo en ella.
"Poder ver a sus padres en casa le da una sensación de normalidad", dijo. "Ella es demasiado pequeña para entender que sus padres se han separado".
Vivir en el mismo espacio también hace que la crianza de los hijos sea más fácil y así lo prefiere Pang.
"Ambos podemos estar presentes en las tareas de la mañana y a la hora de acostarse, como ayudarla a prepararse para la escuela, llevarla y recogerla de la escuela o bañarla. Nos va bisn así", aseguró.
Pang dijo que ella y su ex marido se llevan mucho mejor como compañeros de habitación que como cónyuges, ya que no discuten con tanta frecuencia como antes, y ahora centran todo su amor y atención en su hija.
"Para mi hija pequeña, tener a su padre biológico alrededor le asegura un papel paternal a medida que crece, y al mismo tiempo, su padre y yo no necesitamos sufrir en nuestro matrimonio. No estoy segura si algún día querremos cambiar la forma en que estamos manejando nuestra vida ahora", narró.
Jack Su es de quienes no tuvieron la misma suerte. Los asuntos económicos eran el principal motivo de discordia entre él y su exesposa al principio. Cuando pasaron a ser los compañeros de piso, no tenían claro quién pagaba qué y ambos opinaban que pagaban más por cosas como el seguro, la electricidad y así sucesivamente, lo cual no hizo la convivencia muy infeliz.
No fue hasta que se sentaron y hablaron sobre sus obligaciones financieras compartidas cuando las cosas dieron un cambio para mejor. Dado que Jack y su ex esposa ganan un salario similar, decidieron dividir los gastos a partes iguales.
Anotan los gastos compartidos, como la hipoteca, la electricidad, la factura de agua y así sucesivamente al comienzo de cada mes, y al final del mes, después de recibir el salario, dividen los gastos en dos y compensan la diferencia si uno paga más que el otro.
También tardaron algún tiempo en elaborar reglas de compañeros de piso. Por ejemplo, Jack estaba acostumbrado a no lavar su plato después de comer y comía lo que quería de la nevera. Ahora, trata de acordarse de que debe lavar su plato y preguntar antes de comer lo que no ha comprado él mismo. "Estoy haciendo un esfuerzo para ser un hombre más considerado para que nuestra vida en casa sea más fácil y feliz", reconoció.
La emoción residual o el apego también pueden ser un reto para las parejas que han terminado su matrimonio, especialmente cuando uno se siente mal y la persona que solía consolarte está justo ahí.
Xia dijo que ella y su exmarido caían en la vieja costumbre de abrazarse cuando se sentían tristes y solos. Ambos se arrepintieron después, pero admitió que no siempre era fácil. Pasar de ser pareja a ser compañeros de piso no es fácil, por lo que hicieron un esfuerzo tremendo para pasar más tiempo fuera del espacio compartido.
"Poco a poco, como dice el refrán, el tiempo cura todas las heridas. Ahora estamos completamente cómodos tratándonos como compañeros de piso", dijo.
Habiendo vivido con su ex durante varios meses después de su divorcio, Pang dijo que las parejas rotas que hacen una elección similar pueden disfrutar de una vida cómoda después del divorcio.
"No tengas las mismas expectativas con tus nuevos compañeros de piso. En vez de ser crítico, dale espacio para seguir una vida independiente. De esta manera, es probable que un matrimonio irrealizable pueda convertirse en un divorcio viable", finalizó.