La reactivación de las cirugías postergadas por la pandemia ha llevado a un alza cercana al 50%, principalmente en válvulas cardíacas, sistemas de reparación mitral y tratamientos para arritmias.
La necesidad de redireccionar recursos en los recintos hospitalarios, para responder a la sobre demanda generada por el COVID-19, dejó a muchos pacientes que requerían de cirugías cardiovasculares en listas de espera, las que llegaron a triplicar su tamaño.
Hoy, con la recuperación de cierto nivel de normalidad en hospitales y la reanudación de los procedimientos cardiológicos suspendidos, se espera un alza importante -del orden del 50%- en la demanda de válvulas cardíacas, sistemas de reparación mitral y tratamientos para arritmias. Sin embargo, estiman los proveedores de estos insumos, los niveles de ventas previos a la pandemia solo se recuperarán cuando se reanuden las cirugías electivas.
En total, en el país se realizan unas 4.500 cirugías cardiacas al año, y cada una tiene una valorización promedio (Fonasa) de $10.000.000 (US$12.966), incluyendo honorarios e insumos médicos para el ítem Cirugía Cardiaca. Estos últimos pueden llegar a representar el 50% del total, por lo que se puede inferir una valorización del mercado cercano a los US$30 millones (US$38.900) al año.
La gama de dispositivos médicos para patologías cardíacas es amplia; desde los más simples -que sirven para evaluar el funcionamiento del corazón, como electrocardiogramas, catéteres para medir presión intracorazón o sondas para evaluar la función cardiaca- hasta los más complejos e innovadores, que se instalan dentro del corazón y que ayudan a mejorar su funcionamiento, como stents coronarios, marcapasos, válvulas cardiacas artificiales e incluso dispositivos de asistencia cardiaca que ayudan al corazón a expulsar más sangre y que funcionan como verdaderos corazones artificiales.
“Estos dispositivos son traídos en su mayoría desde Estados Unidos o Europa -en América Latina no existe el suficiente desarrollo tecnológico como para fabricarlos- y deben pasar por un estricto control y normativas para obtener la autorización para su venta. En Chile se está trabajando en una normativa para estos dispositivos, pero siempre se exige que cuenten con las certificaciones internacionales”, destaca el director ejecutivo de la Asociación Proveedores de la Salud (APIS), Eduardo del Solar.
Las enfermedades cardiovasculares son, según la última encuesta nacional (ENS) de salud realizada por el Minsal, la principal causa de muerte en el país; además, de acuerdo con el estudio, un 25,5% de la población tiene riesgo cardiovascular alto. A esta cifra contribuyen los altos índices de sedentarismo, tabaquismo y obesidad detectados en el mismo análisis.
“Estos números se traducen en una importante demanda por dispositivos médicos cardiovasculares, elementos que permiten mejorar la calidad de vida o directamente, salvar miles de vidas anualmente”, complementa Del Solar. En el país se operan más de 2 mil pacientes de válvulas cardiacas, se instalan casi 6 mil marcapasos y se colocan casi 160 válvulas aorticas transcatéter (TAVI) cada año. Considerados elementos de primera necesidad, varios están garantizados por la ley AUGE.
En esta época de pandemia, los proveedores de dispositivos cardiológicos han observado cambios en los insumos más demandados por los centros hospitalarios. Entre ellos, los sistemas de ECMO -Membrana de Oxigenación Extra Corpórea- que permite rescatar a los pacientes que no tienen buenos resultados con ventilación mecánica; sistemas de Monitoreo de Gasto Cardiaco Continuo, parámetro hemodinámico muy importante para guiar la terapia de los pacientes en las UCI; los insumos de terapia respiratoria como filtros humidificadores y ejercitadores pulmonares y las fuentes de poder generadoras de energía para los marcapasos externos que se utilizan de forma transitoria en los pacientes de UCI o sometidos a cirugías, fueron los más requeridos.