Estudio hecho por el Instituto de Biología de la Unam confirmó la existencia del anfibio axolote, analizado desde hace años por su posible extinción. Julio Cortázar los inmortalizó en un cuento.
En 1956, Julio Cortázar publicó el libro de cuentos "Final de juego". Ahí venía incluido el relato "Axolotl", que puso en el tapete público, quizás por única vez, a este pequeño anfibio que habita básicamente en México.
"Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl", comienza Cortázar su inquietante narración.
Durante la primera parte de este año, investigadores del Laboratorio de Restauración Ecológica (LRE) del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México efectuaron un censo de axolotes en los canales de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, el que arrojó mejores resultados en comparación con la primera parte de la investigación que se llevó a cabo exclusivamente en Xochimilco en el 2013, cuando no se capturó ni un ejemplar y sólo hubo un avistamiento.
En esta segunda parte, que se realizó en la zona patrimonial de Xochimilco abarcando cuatro lagos, hubo una captura, además de recolección de huevecillos y seis avistamientos, de acuerdo con Armando Tovar, del Laboratorio de Restauración Ecológica (LRE) del Instituto de Biología de la Unam y coordinador de esta segunda exploración.
Dado que la mayor parte de canales se concentra en Xochimilco, con 185 kilómetros, el estudio se enfocó en esa zona, específicamente en los 34 primarios.
Los investigadores del LRE y pobladores trabajaron en equipo para dar con el huidizo axolote. Por ejemplo, fueron contratados pescadores para lanzar en los canales primarios, o acalotes, las redes especiales llamadas atarrayas, que ellos diseñaron para capturar a los especímenes.
Las poblaciones de Ambystoma mexicanum, el nombre científico del anfibio, han venido disminuyendo en los últimos años. En 1998 el primer censo arrojó una estimación de 6.000 ejemplares por kilómetro cuadrado; en el 2003, de 1,000; en el 2008, de apenas 100. Falta calcular cuántos hay actualmente con el análisis detallado de este último censo.
Cortázar, donde quiera que esté, debe seguir mirándolos y -quizás- siendo uno de ellos...