La experiencia con la terapia de plasma en los pacientes con coronavirus ha sido bastante desalentadora y muchos científicos y médicos dudan de la eficacia de este método de tratamiento comparativamente complejo.
Poco antes de la convención del Partido Republicano, el presidente Donald Trump anunció un “avance histórico”: afirmó que la terapia con plasma, que cuenta ahora con una aprobación especial para casos de emergencia, muestra un “increíble índice de éxito” y “salvará innumerables vidas”.
Sin embargo, la experiencia con la terapia de plasma en los pacientes con coronavirus ha sido bastante desalentadora y muchos científicos y médicos dudan de la eficacia de este método de tratamiento comparativamente complejo.
Incluso la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) apenas ve un “beneficio potencial” mayor que los efectos secundarios conocidos.
Hasta que no se disponga de datos más fiables de los ensayos clínicos, la terapia con plasma no debe considerarse el nuevo estándar de atención para los pacientes de COVID-19, dice una carta de la FDA.
¿Qué es la terapia de plasma?
Desde el comienzo de la pandemia del coronavirus, la terapia con plasma se ha considerado una fuente de esperanza porque la idea es impresionantemente simple: cuando los pacientes sobreviven una infección por COVID-19, su suero sanguíneo contiene un gran número de diferentes anticuerpos que pueden combatir eficazmente el coronavirus.
Si los anticuerpos aislados y purificados del suero se inyectan en otro paciente con coronavirus, el paciente recibe una “inmunización pasiva”. En el auténtico sentido de la palabra, no se trata de una vacuna, ya que los anticuerpos no fueron producidos por el propio cuerpo.
Pero la ventaja es clara: en el caso de una infección, el cuerpo no tiene que producir primero anticuerpos por sí mismo de manera laboriosa y lenta, sino que recibe directamente los anticuerpos adecuados que pueden combatir el patógeno inmediatamente. Sin embargo, la inmunización pasiva solo dura de unas pocas semanas o meses, por lo que no existe una inmunidad permanente contra el patógeno.
En Estados Unidos ya se emplea hace tiempo, pero con condiciones
Esta inmunización pasiva, que fue presentada en 1890 por el inmunólogo alemán Emil von Behring, ya se utiliza en EE.UU. durante la crisis del coronavirus. Según la FDA, alrededor de 70 mil pacientes de COVID-19 ya han recibido plasma sanguíneo en el marco de una aprobación clínica especial, pero bajo condiciones estrictas: solo como parte de pruebas clínicas y solo si su estado de salud era dramáticamente grave.
El resultado es controvertido: según el secretario de Salud de EE.UU., Alex Azar, los pacientes tratados con plasma tienen una tasa de supervivencia un 35% más alta que otros. Con la actual aprobación por decreto, más pacientes podrían recibir terapia de plasma en el futuro.
Sin embargo, no solo se carece de plasma suficiente, sino que sobre todo no hay casi ningún éxito verificable que justifique el uso de esta compleja terapia. Esta es una de las razones por las que la FDA no ha aprobado completamente la terapia de plasma.
Decepción
Las dudas de la FDA sobre la terapia con plasma se deben, entre otras cosas, a los datos extremadamente escasos de que se dispone, que no permiten obtener información fiable sobre su eficacia.
Un estudio publicado en el American Journal of Pathology el 10 de agosto de 2020 muestra que la terapia con plasma puede tener éxito en la fase temprana de COVID-19. Sin embargo, el estudio no pudo aclarar de manera concluyente si esto está relacionado con la terapia de plasma o si los pacientes habrían generado suficientes anticuerpos propios incluso sin la vacunación pasiva.
Y en los Países Bajos, un estudio sobre la terapia con plasma se terminó incluso prematuramente porque el 79% de los pacientes examinados ya habían producido tantos anticuerpos como los donantes de plasma.
Se necesitan más estudios
En vista de los escasos datos disponibles y del hecho de que su eficacia aún no se ha demostrado, la terapia de plasma con COVID-19 aún no ha demostrado ser una “terapia poderosa” desde el punto de vista médico, que “salvará innumerables vidas”, como la ha descrito ahora el presidente estadounidense Trump.
No solo se trata de averiguar si la terapia de plasma ayuda a los pacientes de COVID-19 o no. Los efectos secundarios tampoco han sido aún investigados exhaustivamente, porque la administración de suero ajeno también puede empeorar drásticamente el estado del paciente cuando se produce una reacción inmunológica.
Queda por ver si la terapia con plasma puede realmente contribuir de manera efectiva a combatir la pandemia del coronavirus. Solo estudios adicionales con grupos de pacientes y de control suficientemente grandes pueden proporcionar claridad.