El embarazo y el parto implican una fuerte variación hormonal que en muchos casos originan un pasajero descenso en el ánimo de las madres que, si no es bien abordado el riesgo puede llevar a una depresión post parto.
En 1929, el científico europeo Leopold Levy advertía la importancia de las hormonas en los estados afectivos y en el carácter de las mujeres.
En el texto “El temperamento y sus trastornos: Las glándulas endocrinas” el experto sostuvo que la mujer se encuentra en estado de insuficiencia relativa de las glándulas virilógenas, como la suprarrenal, lo que explica su fatigabilidad y su menor energía.
"Al contrario -subraya- el aumento de la función de su glándula tiroidea explica su gusto artístico y su delicadeza de espíritu, pero también la emotividad que la lleva a la angustia. Al contrario, el hombre, que tiene una suprarrenal más activa, tiene una mayor energía y una voluntad más firme; él es menos nervioso, pero también menos delicado".
El científico centraba así también las diferencias anímicas entre los distintos sexos.
La verdad es que el avance de la ciencia poco a poco ha ido confirmando la característica femenina que anotaba Levy hace más de ocho décadas: la Organización Mundial de la Salud estima que el 24% de las mujeres pasarán por algún tipo de depresión en sus vidas (frente al 13% de los hombres).
Diversos estudios académicos mundiales concuerdan en que las mujeres tienen dos veces más riesgo que los hombres de hacer un episodio depresivo durante un año y que, por si fuera poco, están más expuestas a las recaídas y a la cronicidad de la depresión.
Si a todo lo expuesto se agrega que en el embarazo se produce un cóctel hormonal, debido a los cambios que originan las acciones de la gonadotropina coriónica humana, el lactógeno de la placenta humana (HPL), el estrógeno y la progesterona, en realidad, lo que queda es que las alternativas no son muchas para las mujeres. La vida reproductiva no es gratuita en este aspecto.
Con todos esos antecedentes, no es tan extraño subrayar el riesgo que en el post parto, cuando el impacto del nacimiento se disipa del cuerpo y se sumergen los sentimientos con la realidad, sea el instante en el que el fuerte vaivén hormonal genere condiciones para el surgimiento de una leve tristeza que, sin control, puede irse transformando en una peligrosa depresión.
Es el llamado baby blue o el blues del post parto.
En Europa su prevalencia actual ronda el 20%, mientras que en América Latina el cuadro se encuentra entre el 40% y el 60%. Las condiciones de vida y salud más adelantadas juegan a favor. El punto es que no siempre es una reacción identificada y tratada. Sólo es posible conocer más de ella cuando se entra en la segunda fase: la depresión post parto.
El "baby blues" es algo distinto, aunque parecido. La psicóloga Susan Reyes, de la Universidad Mayor, explica que “hay factores internos y sociales sobre el proceso del embarazo y el post parto que influyen en la aparición de este cuadro”.
Ubica el problema entre las importantes dinámicas que se desencadenan en el tercer trimestre del embarazo, el momento de mayor ansiedad y el instante en que la situación se encamina hacia su resolución.
Explica que el origen de este cuadro radica en el cansancio de la mujer luego del parto y la demanda del bebé, que es absoluta. La profesional indica que es vital el apoyo de la pareja, la familia y los amigos más cercanos, ya que sólo esa contención puede evitar que pase a la temida etapa fase dos.
La psicóloga española Mara Quadrado, del centro Quality Psicólogos, subraya -en tanto- que “yo a esta pequeña crisis la llamo el síndrome del podré, porque comienza un pequeño agobio con el podré ser una buena madre, podré ser capaz de criar bien, lo que se mezcla con los cambios hormonales. Lo importante es tener conciencia de que se trata de un estado pasajero, que debe salirse rápido de él y –sobre todo- conversarlo con el entorno y si es necesario solicitar ayuda médica”.
Para el ginecólogo francés Fabrice Duval, autor del estudio “Bases neurobiológicas de vulnerabilidad psiquiátrica en la vida hormonal de la mujer”, los llamados cambios tímicos luego del parto (cambios de humor) básicamente se centran en las modificaciones hormonales que se dan en los ejes gonadotrópico y corticotrópico entre el embarazo y luego de él.
Desde el primer eje, durante la etapa de gravidez, el cuerpo vive un aumento en la secreción de estradiol y progesterona que se interrumpe brutalmente con el parto, lo que origina un verdadero “crash hormonal” en el que la deficiencia homestática de cada mujer es distinta. “Lo que ocurre aquí es que la forma en que se compensa la situación hormonal depende de cada persona”, anota el médico europeo.
En cuanto al segundo eje, hay que considerar que durante el post parto la pérdida de la hormona liberadora de corticotropina (CRH placentaria) combinada con la caída de estradiol facilita la vulnerabilidad tímica. Variados estudios han demostrado que entre quienes presentan un nivel de cortisol más bajo luego del parto pueden generar mayores oscilaciones en sus estados de humor.
“Por ello es que en Europa sólo se hace uso de medicamentos en el caso de un cuadro claro de depresión. En la etapa del baby blues lo que se recomienda es el abordaje psicoterapéutico”, señala el doctor Duval.
El "baby blue" puede verse como un aviso. “Claramente puede entenderse como una señal del cuerpo que acusa recibo del cambio vivido, pero también que invita a una contención del círculo más cercano para enfrentar con la fuerza de quienes formen parte de él la nueva etapa que comienza”, subraya la psicóloga Reyes.