Por Juan José Güemes, Chairman Entrepreneurship & Innovation Center en IE BUniversity.
Mi colega y amigo Jeff Char se encuentra ante uno de los retos profesionales más apasionantes de su vida. Tras una exitosa -aunque breve- trayectoria profesional corporativa en Silicon Valley y Tokio, decidió fundar Sozon, su primera startup, una empresa de marketing digital que posteriormente vendió a Value Commerce. A esta le siguieron: Solis (vendida a GMO Internet), SSK Technology (vendida a Suzuki Manufacturing) y Pario Software (vendida a Lucent Technologies), entre otras. Jeff es, además, profesor asociado de la Business School de IE University y fundador y CEO de J-Seed Ventures, un fondo de capital riesgo especializado en startups en fase temprana basado en Tokio.
Pero el reto al que me refiero es su reencuentro con el mundo corporativo, como Director del fondo de capital riesgo corporativo de Tokyo Electric Power Company Holdings (TEPCO). Se trata de una de las empresas generadoras de electricidad más grandes del mundo y Jeff está diseñando un nuevo modelo de negocio radicalmente distinto al convencional en la industria. No les cuento más porque podrán conocerlo junto a otros líderes mundiales del emprendimiento y de la innovación en la primera edición de South Summit Alianza del Pacífico, que se celebrará en Bogotá, el próximo 1 de diciembre.
TEPCO se vio obligada a repensarlo todo después de la catástrofe provocada por el tsunami que destruyó la central nuclear de Fukushima: ¿tiene sentido concentrar la producción de energía nuclear en una zona de alta actividad sísmica?; más aún, ¿por cuánto tiempo dependeremos de la producción de energía mediante grandes plantas de generación que exigen inversiones gigantescas, en un contexto en el que la madurez de las tecnologías renovables y de los acumuladores de energía nos permiten imaginar una “uberización” de la industria? Afortunadamente, la inmensa mayoría de los líderes corporativos pueden hacerse las preguntas correspondientes con algo más de sosiego que la eléctrica nipona. Pero todos ellos, sean conscientes o no, tienen preguntas que hacerse.
Todas las industrias, sin excepción, están viviendo la emergencia de nuevos modelos de negocio que, valiéndose de una diversidad de tecnologías que han venido madurando en las últimas décadas, están alterando la composición de sus cadenas de valor y derribando las fronteras entre sectores. En no pocas ocasiones la disrupción proviene de startups e incluso de empresas procedentes de otras industrias. Casi siempre son competidores no esperados e, incluso, altivamente despreciados cuando se tiene noticia de sus primeros pasos. La disrupción suele conllevar hacer las cosas de forma muy diferente a la convencional y este es un ejercicio especialmente difícil cuando se tiene una larga experiencia de éxito mejorando continuamente “lo que siempre se ha hecho”, como es el caso de la mayor parte de las grandes corporaciones, pero es el territorio natural de las startups. Además, solemos sobrevalorar el impacto de la tecnología a corto plazo y a subestimar su poder transformador en el medio y largo plazo. Cuando percibimos el cambio, su velocidad ya es exponencial y la capacidad de adaptación es mínima si no nos hemos preparado con suficiente antelación.
Una forma de tonificar la musculatura de las grandes corporaciones para que sean más ágiles es buscar la simbiosis con el ecosistema emprendedor. El contacto con los emprendedores que están experimentando nuevos modelos de negocio representa una oportunidad de detectar anticipadamente la dirección de los cambios y de fortalecer los procesos de innovación. Para las startups, la existencia de una cultura corporativa abierta a brindarles la oportunidad de probar sus productos, experimentar e incluso a invertir, puede ser un factor decisivo de éxito.
Para ambos, buscar esa simbiosis constituye un auténtico desafío. Cuando una hormiga baila con un dinosaurio no deja de correr un cierto riesgo, por muy buenas intenciones que tenga éste último. Para los dinosaurios tampoco es una tarea fácil prestar atención a las cosas pequeñas y cuya utilidad no deja de ser una incógnita. Pero no bailar no significa que no suene la música. Así que vayan aprendiendo a bailar con hormigas y buscando las parejas más adecuadas.
Unos y otros, startups y corporaciones innovadoras, tienen ante sí una oportunidad extraordinaria: la Alianza del Pacífico (AP). La iniciativa de integración económica y comercial promovida por Chile, Colombia, México y Perú avanza rápidamente desde su fundación en 2011 hacia la consecución de sus objetivos: el libre movimiento de bienes, servicios, capital y personas; la reducción de la desigualdad y la promoción de la inclusión social a través del desarrollo y la competitividad; y convertirse en una plataforma de proyección política y económica de sus miembros hacia el mundo y particularmente hacia la región Asia-Pacífico.
La Alianza ofrece, sin duda, una nueva escala para las iniciativas empresariales de la Región. No en vano, la suma de los países que la conforman constituye la octava economía y el octavo exportador del mundo. Representa, además, el 38% del PIB de Latinoamérica y Caribe, el 50% de sus exportaciones y el 45% de la inversión extranjera directa que recibe la Región. Y constituye, asimismo, un gran mercado de 216 millones de personas, que en su mayoría son jóvenes.
South Summit Alianza del Pacífico nace precisamente para apoyar los objetivos de los fundadores de la AP y para convertirse en un escaparate del emprendimiento y la innovación que se produce en la Región”. Los enunciados proclamados en el acta de constitución de la Alianza son alcanzables: no en vano las cuatro economías que la conforman se encuentran entre las que han experimentado un mayor dinamismo en los últimos años. Pero no es menos cierto que mantener ese ritmo de crecimiento exige un compromiso decidido con el emprendimiento y la innovación que reduzca la dependencia de los precios de las materias primas y de otros factores ajenos a la capacidad de decisión de los protagonistas del que ya se ha convertido en uno de los procesos de integración observados con más interés en todo el mundo.