A los 84 años se retira de la televisión de Estados Unidos la conductora que entrevistó a personajes tan disímiles como Richard Nixon, Fidel Castro y Yasir Arafat
Michael Jackson, Fidel Castro, Audrey Hepburn, Monica Lewinsky, Margaret Thatcher y cada presidente estadunidense y primera dama desde Richard Nixon. Los protagonistas del último medio siglo se confesaron con Barbara Walters, pionera y gran dama de la televisión que ahora deja la pantalla a sus 84 años.
Walters abrió camino a la mujer en un medio que, como toda la profesión, estaba dominado por hombres. Fue la primera presentadora de un programa matutino, la primera presentadora de un espacio de noticias nocturno, y la primera presentadora en amasar un millón de dólares.
Aunque dicen de ella que se ablandó con los años, lo cierto es que con su verbo ágil y sus reflejos logró sorprender a sus entrevistados con la guardia baja y arrancarles declaraciones que han hecho historia.
Pese a las críticas, nunca tuvo reparos en entrevistar con la misma exhaustividad a una estrella del pop que a un jefe de Estado y se preocupó más de lo que cada uno tenía que contar que de si se trataba de un personaje más o menos serio. Más que entrevistas, lo suyo eran conversaciones. Diálogos a cuyo término el espectador había descubierto en ocasiones tanto o más de la periodista que del invitado.
Por esta empatía y apertura emocional muchos consideran el suyo un periodismo personalista y le afean que con su arrolladora presencia en pantalla robara a veces protagonismo al propio entrevistado. Lo que todos le reconocen, sin embargo, es que ha sido una de las periodistas que mejor han sabido escuchar y que sus espacios siempre fueron un lugar cómodo -que no plácido- para los entrevistados, sin las interrupciones y los ataques gratuitos que reinan en la televisión actual.
Aunque entrevistó a incontables líderes mundiales, fue su interrogatorio a Monica Lewinsky el que la llevó a batir récords de audiencia. Su pormenorizada conversación de dos horas con la exbecaria de la Casa Blanca sobre su escandaloso "affaire" con el ex presidente Bill Clinton paralizó al país frente al televisor.
En esa entrevista quedó patente otra de sus marcas: dejar caer juicios personales en medio de sus conversaciones con los invitados. "¿Qué le dirás a tus hijos cuando los tengas?", le espetó a una avergonzada Lewinsky en 1999. "Mamá cometió un gran error", le respondió la ex becaria. A lo que ella remató sin ambages: "Puedes decirlo de nuevo".
Si sus entrevistas han tenido impacto durante estos 50 años, su despedida de la pantalla no se ha quedado atrás. Para su adiós no sólo contó con la presencia de otras grandes damas de la televisión estadunidense, sino también con la de la ex secretaria de Estado y ex primera dama Hillary Clinton.
ABC, la cadena que ha emitido los 17 años de su exitoso programa The View, ha bautizado uno de sus edificios con su nombre y ha elaborado un documental de dos horas en el que narra "su historia" y compila los momentos estelares de su carrera. En la cinta, la ya legendaria periodista confiesa -por ejemplo- que de todos los hombres atractivos que ha tenido la suerte de entrevistar, el que le causó mayor impresión fue el actor Clint Eastwood.
Con su naturalidad característica y tras sus varios divorcios, reconoce también que el matrimonio nunca ha sido lo suyo y lamenta no haber dedicado más tiempo a su hija adoptiva Jackie. "Estaba tan ocupada con mi carrera... Pero en tu lecho de muerte no vas a decir 'desearía haber pasado más tiempo en la oficina', sino 'me gustaría haber pasado más tiempo con mi familia'. Yo me siento así, desearía haber pasado más tiempo con mi Jackie", confiesa.
Ahora que se aparta de la gran pantalla podrá recuperar el tiempo perdido, aunque a nadie se le escapa que a la hora de despedirse no optó por un rotundo "adiós" sino por un más ambiguo "hasta luego". De momento, seguirá como productora ejecutiva de su programa. Y nadie descarta que reaparezca puntualmente para recordar que detrás de la información y el entretenimiento en el fondo hay lo mismo: personas cuyas historias merecen ser escuchadas.