A pesar de su apuesta, Mattel reacciona tarde ante demandas que afectaban sus ventas.
"¿Ahora podemos dejar de hablar de mi cuerpo?", pregunta el rostro de Barbie desde la portada de la revista Time, con la misma nariz respingada y ojos desmedidos de siempre. Sin embargo, el resto de ella no corresponde a la imagen usual: trasero prominente, piernas más gruesas y una panza que se asoma sutilmente, marcando una curva que solía estar invertida.
El ejemplar, representante de una nueva categoría de la muñeca, "curvy" ("curvilínea" en inglés), seguirá respondiendo al nombre de Barbie, como también lo harán "tall" ("alta") y "petite" ("pequeña"), los otros dos tipos de cuerpo que iniciarán la mayor revolución en la historia de la marca. Los nuevos modelos presentados bajo la línea titulada Fashionista, ofrecerán no solo las nuevas siluetas, sino también siete tonos de piel, 22 colores de ojos y pies planos para zapatos bajos.
"Las nuevas muñecas representan una línea que refleja mejor el mundo que las niñas ven a su alrededor y les permite encontrar una muñeca con la que identificarse", comentó a Time Evelyn Mazzocco, vicepresidenta senior y Global General Manager de Barbie, aunque la decisión se define más como una estrategia de mercado que como respuesta a las sensibilidades del público.
Según agrega la revista, las ventas de Barbie bajaron un 20% de 2012 a 2014, y la competencia de otras marcas como Bratz y las línea de princesas de Disney contribuyeron a la debacle. Solo entonces, bajo la presión del huidizo capital, se produjo la reacción de Mattel.
Brusco despertar
Críticas constantes por la flacura extrema de las modelos de pasarela; infinitos estudios sobre el impacto psicológico de la esbeltez mediática sobre las niñas; figuras femeninas con curvas pronunciadas que pasan de ser la excepción a objeto de deseo global. No hay dudas que las percepciones sobre el cuerpo femenino no son las mismas que en 1959, cuando Barbie salía por primera vez al mercado enfrentando críticas incipientes de un público no tan acérrimo como el de ahora.
La primera muñeca afroamericana de Mattel se lanzó en 1967, y de ahí en adelante se incorporaron modelos de diversas razas, cada una con su propio nombre, pero el común denominador seguía siendo la cintura mínima, el busto acentuado y las kilométricas piernas.
Mientras la marca fallaba en incorporar cambios que fueran más allá de unos pocos ejemplares "diversos" en góndolas dominadas por rubias caucásicas, algunos artistas reformaban las muñecas para hacerlas más realistas, y otros creaban sus propios juguetes, como Lammily, con las proporciones promedio de una chica estadounidense de 19 años.
"Curvy", "tall" y "petite", con sus distintos colores de tez, no estarán exentas de críticas, pero permitirán que la marca baje la intesidad de una disputa añosa. Ahora disponibles solo a través de la web de Barbie, los modelos no encarnarán cabalmente a todas las mujeres que necesitan visibilidad, pero serán un paso para la representación. Barbie era cirujana, astronauta y presidente; les decía a las niñas que podían hacer lo que quisieran, pero mientras, tenían que verse como bombas sexy. Ahora, por lo menos, el discurso de empoderamiento de la emblemática rubia no será tan confuso.