El reciente reconocimiento público por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la biblioteca popular que se negó a aceptar un subsidio de una fundación vinculada a los fondos buitre, volvió a visibilizar este creciente fenómeno educativo que se muestra único en toda la región.
Las bibliotecas populares (BP) son quizás una de las experiencias de educación popular más importantes de Latinoamérica, y se calcula que en todo el país ya existen más de 2.000.
Esto la transforma en una red única y al mismo tiempo plural, ya que surgen de la propia iniciativa comunitaria en las que más de 25.000 personas prestan tarea de manera voluntaria.
Su historia se remonta a los viejos ateneos y círculos obreros, en los que los militantes socialistas se reunían para difundir ideas positivistas y humanistas.
Muchas de las BP también fueron fundadas a instancias de Domingo Faustino Sarmiento, quien en 1870 creó la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares (Conabip), con el propósito de fomentar la creación y el desarrollo de estas instituciones.
Aunque, en rigor, la existencia de estas instituciones era previa al organismo, como lo testifica la Biblioteca Popular Franklin de la ciudad de San Juan, la más antigua del continente, que este año celebra su 148° aniversario.
La magnitud del fenómeno y su permanencia en el tiempo, hace que convivan en un mismo movimiento bibliotecas con importantes infraestructuras con otras que funcionan apenas en una habitación, a la vez que las centenarias conviven con otras bibliotecas fundadas recientemente.
Entre estos últimos casos está la Biblioteca Popular Leopoldo Lugones, de la localidad cordobesa de Villa Giardino, que, fundada en el 1997, desbordó el rol de institución educativa y se convirtió en un verdadero centro comunitario de la localidad.
Emilia Gómez, una de las fundadoras, recuerda que el proyecto “surgió a partir de la vieja biblioteca municipal, que tenía poco funcionamiento y tomando sus fondos bibliográficos, impulsamos que se convierta en una biblioteca popular”.
Hoy la casa donde funciona “la Lugones”, como la conocen sus vecinos, es un verdadero centro cultural para la localidad en el que colaboran entre 30 o 40 personas con el trabajo de la biblioteca, la sala para espectáculos “La Nogalera” y los distintos talleres educativos y culturales que se dictan allí.
El trabajo de todos los colaboradores es voluntario. “Es una elección de vida”, señala Emilia, y destaca que “el trabajo comunitario y la construcción colectiva nos permiten mayores logros como comunidad”.
“Más que apostar a potenciar las capacidades individuales, tratamos de ir resolviendo las necesidades de los vecinos, junto con los vecinos”, señala y riendo dice que “acá lo de 'La patria es el otro' es así”.
Tiempo atrás, decidieron impulsar un Banco de Buena Fe, a través del cual los vecinos acceden a pequeños créditos para microemprendimientos, que financia el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
En 2011 también respondieron a la convocatoria de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) para acceder a la licencia de radio y consiguieron una frecuencia para fundar la radio La Minga, que desde entonces funciona allí.
Por tratarse de organismos no gubernamentales, las formas de financiación varían según la realidad de cada biblioteca y de cada localidad.
Los integrantes de la Biblioteca Popular “Palabras del alma”, institución que el miércoles pasado recibió el reconocimiento de la Presidenta por haberse negado a recibir un subsidio de una empresa vinculada a un fondo buitres, agudizan el ingenio para financiarse.
Hernán Nemi, presidente de esta biblioteca del barrio Peruzzotti de Pilar, explica que se financian a través de donaciones personales o de empresas de la zona y una vez al año realizan una cena benéfica para juntar fondos destinados a la ampliación de la casa en la que funcionan.
Durante la última década, bajo la gestión de la actual diputada nacional María del Carmen Bianchi, la Conabip tomó un rol protagónico en el crecimiento de las Bibliotecas Populares, a través de una línea de subsidios que financió la infraestructura y la compra de libros y de equipos informáticos.
El organismo dependiente de la Presidencia de la Nación volcó, entre 2003 y 2011, más de 70 millones de pesos para solventar gastos de funcionamientos de estas instituciones no gubernamentales e implementó el programa Libro %, por el cual los bibliotecarios de todo el país viajan a la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires para adquirir de primera mano los materiales bibliográficos.
Durante la estadía de los voluntarios en Buenos Aires, se realizan jornadas de capacitación y se designa “Amigo de las Bibliotecas Populares” a alguna personalidad de la cultura, elegida por voto de las más de 1.400 bibliotecas que engloba Conabip.
Justamente, durante ese acto en el año 2005, el invitado fue el entonces presidente Néstor Kirchner, quien valoró el trabajo de las BP y por primera vez leyó el poema de Joaquín Areta, el joven militante desaparecido el 29 de junio de 1978, titulado “Quisiera que me recuerden”.