En la última década la movilidad ha sufrido cambios que han obligado a los bogotanos a bajarse de los buses y carros y subirse en la bicicleta. No obstante, los biciusuarios tienen varios retos para garantizar el éxito de este medio.
En los últimos 10 años la movilidad de Bogotá ha tenido una profunda transformación con episodios cruciales, como la entrada en operación del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), la llegada de los articulados de Transmilenio a Soacha o la desaparición progresiva de los buses, ejecutivos y colectivos. No obstante, la mala implementación del SITP (que derivó en un hueco financiero de casi $4 billones), el rezago en la construcción de las troncales de Transmilenio inicialmente planeadas (la Fase III está incompleta y la IV aún no inicia) y el aumento del parque automotor (pasó de 895.293 carros particulares en 2008 a 1’616.859 en 2016, un incremento del 81 %), han obligado a los usuarios de transporte público y privado a buscar alternativas para movilizarse.
Caminar es una buena opción si el lugar de estudio o trabajo no está lejos. Pero si el recorrido toma un tiempo importante, la bicicleta es la mejor opción. Así lo afirma el reporte anual del Observatorio de Movilidad de la Cámara de Comercio y la Universidad de los Andes, que en esta edición repasó la última década de este ámbito en la ciudad. El informe publicado esta semana resaltó el auge de la bicicleta y la puso en una condición favorable respecto a los otros medios de transporte que, a propósito, no salieron bien librados en el balance. Tomando como referencia las tres Encuestas de Movilidad (2005, 2011 y 2015) hechas en los últimos 10 años, el documento indica que entre 2005 y 2015 se presentó un aumento del 104 % en los viajes realizados en bicicleta.
Las cifras contrastan con las del transporte público. Por primera vez desde 2007, Transmilenio movilizó menos pasajeros en horas pico (paso de 717 millones en 2015 a 690 millones en 2016); los tiempos de viajes aumentaron 18 %, y el número de usuarios que consideran que los articulados no cubren la demanda aumentó 41 %. Entre tanto, el SITP aumentó su demanda, pero la satisfacción sigue en caída libre: 68 % de los usuarios creen que el servicio empeoró; el 42 % cree que faltan buses, y la calificación, en una escala de 1 a 5, bajó de 3,7 en 2013 a 2,6 en 2016.
Los biciusuarios no la tienen fácil. Pese a resaltar las bondades de este medio de transporte, el informe indica que hay temas pendientes en infraestructura, seguridad, institucionalidad, pedagogía y participación. Carlos Felipe Pardo, director ejecutivo de Despacio, participó en la elaboración del balance y cree que en este sentido hay fallas, tanto del Distrito como de los ciclistas.
“La administración ha hecho cosas, pero no han sido exitosas. Cuando llevaban un año de mandato, uno podría decir que estaban comprendiendo y planificando, pero en este momento ya deberían haber intentado mucho más de lo que se ha hecho. Por su parte, los ciclistas no se han acercado tanto a esta administración y han olvidado hacer propuestas concretas, en parte, por su actitud frente a la administración”, sostiene Pardo, quien pide implementar el sistema de bicicletas públicas, construir más ciclorrutas y acelerar la políticas públicas en pro de la bici.
Actualmente cursa en el Concejo una iniciativa para fijar disposiciones e incentivos para el uso de la bicicleta. El proyecto, que está a un debate de ser aprobado, pretende convertir al biciusuario en el actor vial más importante después del peatón, y en sujeto de derechos y deberes. El concejal Jorge Torres (Alianza Verde), promotor del proyecto, manifiesta que ese plan debe estructurarse desde cuatro aristas: garantizar la vida a los ciclistas, garantizarles la seguridad, crear una interconectividad y fomentar la participación ciudadana.
“Bogotá tiene la apuesta de convertirse en la capital mundial de la bicicleta y eso significa que todas las políticas en movilidad se deben orientar a que más personas la usen. Muy difícilmente la gente que se sube a la bicicleta vuelve a pasar a otro sistema de transporte, porque reconocen las ventajas. La bicicleta es el medio de transporte más satisfactorio y debemos mejorar las condiciones de los biciusuarios”, asegura Torres.
Por su parte, los colectivos que fomentan el uso de la bicicleta coinciden en que una de las falencias es la falta de participación, pese a las muchas reuniones que se realizan. “Se han abierto los canales. Nos hemos reunido cientos de veces, y en este momento está el plan bici, que no está totalmente estructurado y se está construyendo. Hay iniciativas ciudadanas a las que no le prestan atención, pero luego las implementan. Aunque eso es bueno, el proceso es el que deja un sinsabor”, afirma Juan Camilo Agudelo, líder del colectivo Teusacatubici, de Teusaquillo.
Para Agudelo, como biciusuario, las deudas más urgentes son la seguridad vial y la pedagogía. Por ejemplo, un punto que resalta es el incumplimiento de la Ley 1811, que establece que el biciusuario puede usar todo un carril. No obstante, asegura que al Distrito le ha faltado promover esta norma, que podría reducir las cifras de ciclistas accidentados. “Nadie informa a los miles de conductores que el ciclista puede usar el carril y por eso los ciclistas se orillan mucho y los buses les pasan cerca y los tumban”, agrega Agudelo.
Todas estas preocupaciones las resume el informe del Observatorio de Movilidad, que evidencia que en los últimos cuatro años la infraestructura sólo aumentó un 2 %, aunque resalta el aumento de 566 % en los bicicarriles. El informe recomienda continuar adecuando las rutas exclusivas para biciusuarios; que en los próximos años se construyan bicicarriles con alta capacidad y, por otra parte, aconseja implementar el sistema de bicicletas públicas.
Finalmente, el documento evidencia su preocupación por la seguridad vial. Aunque en el Plan de Desarrollo se propusieron 52 estrategias integrales para mejorar este aspecto, aún siguen sin cumplirse. Así las cosas, los biciusuarios se consolidan como héroes viales, pero tendrán que seguir pedaleando para tener garantías, derechos y deberes como uno de los actores más importantes de la movilidad.