Cinco proyectos guatemaltecos fueron designados en el 2017 dentro de los más innovadores por el impacto al ser humano o el cuidado del ambiente.
La designación se encuentra en un informe del BID acerca de la economía naranja, llamado Innovaciones que no sabías que eran de América Latina y el Caribe y ahora los logros de proyectos del país hacen pensar en la necesidad de impulsar tanto en empresas, productores o productos medidas innovadoras que permitan no solo dedicarse a “sobrevivir” a los cambios sino ser competitivos en el mercado, refieren expertos.
De los cinco proyectos guatemaltecos reconocidos por innovadores hay dos relacionados con artesanías como Simbiótica y Didart, dos de moda como The New Denim Project y el IX Style, así como y uno relacionado con música como Semana de Música Avanzada.
Eliza Zaczkowska, directora del programa Open Innovation Challenge (Desafío de la innovación abierta) de la Universidad Rafael Landívar (URL) dijo que es necesario innovar porque el mercado es dinámico, además de que en la actualidad constantemente nacen nuevas tecnologías y soluciones que diversifican los servicios y productos. Además, si las empresas ofrecen modelos o productos muy tradicionales corren el riesgo de volverse obsoletas.
En algunas empresas guatemaltecas no se efectúa específicamente innovación pero se hace alguna mejora sustancial, modernización de maquinaria, sistemas, o procesos, aspectos que ayudan a salir adelante, agrega la catedrática.
El reto es empezar a generar esas nuevas propuestas de innovación en productos, servicios, modelos de negocio, mercadeo y gestionar su implementación.
“Guatemala debe trabajar en programas de innovación, y no solo es cuestión de dinero sino, por ejemplo, en otros países, son programas o proyectos que se denominan triple hélice o sistemas de innovación entre entes públicos, privadas y el sector académico”, comenta. Otro de los retos es encontrar diferentes formas de financiarlo, innovación abierta, financiada con fondos del gobierno, por empresas, asociaciones u otros entes.
En Guatemala no se habla mucho de este concepto, pero tienen que impulsarse políticas pública de país que incentiven el tema de la innovación empresarial, sostiene.
“Algunas empresas tienen el pensamiento de sobrevivir, y eso ya no permite la innovación, sino que sus acciones solo se enfocan en sobrevivir. Innovación significa más riesgos, posibles costos pero también posible mejora de ingresos, cambiar procesos, reenfocar estrategias de operaciones, de logística y ventas”, comenta.
Cada empresa innova según su punto de vista, necesidades propias o necesidades de consumo detectadas.
Adaptarse
Otro concepto que puede servir de base son los objetivos de desarrollo sostenible aprobados por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el 2015, indica Rubén Morales, consultor en desarrollo económico y exministro de Economía.
Morales refiere que hay una gran necesidad de desarrollar nuevos productos y nuevos servicios acordes a objetivos que van dirigidos a satisfacer las necesidades básicas de las personas que viven en pobreza.
La visión es que los proyectos o productos tengan altos estándares de respeto a la biodiversidad, conservación del ambiente, eficiencia energética, ejemplifica el consultor.
“La innovación, aunque también puede servir para negocios y desarrollo de productos también tiene efectos positivos para desarrollo sostenible en el mercado” y no solo hay que verlo como costos sino oportunidad, añade.
Muchos creen que innovar requiere de costos altísimos y que sus proyectos son pequeños y no se pueden adecuar a ello; sin embargo, Morales recomienda que no necesariamente tiene que ser costoso o una alta inversión, sino que se puede desarrollar, por ejemplo, mejorando de forma permanente, observar los procesos productivos, canales de distribución y pensar en cambios.
Las empresas pequeñas o medianas, por ejemplo, pueden poner en práctica la retroalimentación con sus propios trabajadores, como los vendedores acerca de qué está pidiendo o buscando el público en la calle. Para ello se puede diseñar un sistema en la empresa para la retroalimentación, sugiere.
Economía Naranja
El BID ha impulsado desde hace años el concepto de economía naranja. El concepto se refiere al conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual explica el sitiowww.marketingyfinanzas.net
Añade que ese concepto está compuesto por la economía cultural y las industrias creativas y en medio de estas se encuentran las industrias culturales convencionales, además áreas de soporte para creatividad.
Ese organismo internacional refiere que bajo este concepto de encadenamiento de creativos, diseñadores, artistas y emprendedores estaría parte de las respuestas a los desafíos de desarrollo en Latinoamérica.
El banco posee proyectos como Idear Soluciones para mejorar vidas para posicionar la creatividad como un elemento integral del desarrollo económico y social, se refiere en el documento mencionado al principio.
Datos de ese ente refieren que las industrias culturales y creativas (ICC) que forman parte de lo que ese ente denomina economía naranja generaron 1.9 millones de empleos en Latinoamérica y el Caribe e “ingresos por US$124 mil millones y estiman que en tres años, para el 2020 la creatividad será la tercera habilidad más demandada por las empresas al momento de seleccionar su personal.
En el nuevo documento de innovación divulgado en junio del 2017 el BID destaca los 50 proyectos divididos en ocho sectores principales como arquitectura, artesanía, diseño, medios, moda, música, servicios creativos, programas y plataformas digitales, en 12 países incluidos los 5 de Guatemala.
El resto de países en los cuales se destacó este tipo de proyectos son Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Jamaica, México, Perú y República Dominicana.
Aída Fernández, gerente de manufacturas de Agexport, quien impulsó Simbiótica para encadenar diseñadores, artesanos y otros, recuerda que la comisión de artesanías de ese ente se creó en Quetzaltenango.
Expone que se ha trabajado en varias etapas, y que hace 15 años empezaron con la labor de vinculación de estudiantes de la carrera de diseño industrial de la URL con artesanos de la provincia con organizaciones alrededor del Lago de Atitlán, y empezó el proceso de nuevos productos en artesanías.
Luego de varios años de apoyar el proyecto “creemos que estamos listos para dar un siguiente paso de elevar el nivel de conocimiento de los artesanos y que ellos mismos valoren más el producto artesanal”, aspecto que ya se empezó a hacer con la plataforma en mención y que puedan ser expuestos en diferentes escenarios como galerías de arte.
Simbiótica se lanzó en el 2016 con 10 artistas y 15 organizaciones de artesanos, se creó una colección con 20 maestros artesanos y en el 2017 fue presentada en Taiwán.
Provocar empatía
El BID hace ver que uno de los elementos más llamativos entre las 50 innovaciones integradas al documento en mención es usar la empatía.
Es necesario percibir lo que otro puede sentir y es una característica notable de muchos productos de la economía naranja y eso hace conectar más con los usuarios, consumidores y productores, “sus creativos han sabido capitalizar en ella poniéndose en el lugar de los otros para generar sus productos y servicios que resuelven las necesidades específicas de la sociedad”, se explica.
Todas estas acciones ayudan a empoderar segmentos de población o comunidades, por ello es necesario plantear soluciones inclusivas, que capitalizan la inteligencia desde la participación del usuario y que se convierte en una ventaja competitiva en términos de innovación social.
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