Bioma, el universo en una esfera
Lunes, Septiembre 5, 2016 - 08:07
A través de un globo que tiene conexión con imágenes de la NASA y la NOAA, el Centro Interactivo Bioma, en Manizales, invita a reflexionar sobre las formas de ver el mundo.
En el aire, suspendida, hay una esfera de casi 2 metros de diámetro y 200 kilos de peso que muestra cómo chocan los vientos en la Tierra para formar huracanes. De repente, y con sólo hacer clic sobre una tableta, la esfera se convierte en un gigante rojo que asimila el sol. Luego pasa a ser Marte, Plutón y termina por tomar las tonalidades grises de la Luna.
El globo, que se alimenta de cuatro proyectores milimétricamente dispuestos en las paredes, hace parte del proyecto “Ciencia en una esfera”, liderado por la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), un programa que tiene comunicación directa con los satélites de la NASA y que, a través de los 130 globos que tiene alrededor del mundo, busca mostrar imágenes dinámicas de la atmósfera, los océanos, el clima y los planetas, para enseñar sobre los procesos de la Tierra.
En Latinoamérica sólo hay dos de estas esferas. Una en el Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo, en Brasil, y otra en el Centro Interactivo Bioma, en Manizales, un lugar al que se llega casi por casualidad, ubicado en lo alto del ecoparque Los Yarumos y que este mes cumple un año de haber abierto sus puertas al público.
“Con la experiencia Planeta Vivo —como han bautizado a la esfera que está en Colombia— hay más de 500 temas que se pueden proyectar, pero como no todos están en español, hemos traducido entre 15 y 20 temáticas para poder relacionar las imágenes”, explica Cristian Rave, coordinador operativo de Bioma.
El año pasado, sólo tres meses después de que la misión espacial New Horizons llegara a Plutón, las imágenes ya estaban rotando en el globo de Bioma. Según Karen Montes, guía del centro interactivo, esperan que el público manizaleño pueda ver pronto, de primera mano, las exploraciones de Juno en Júpiter.
Aunque para Rave, Bioma nació como un “centro interactivo para la protección social del conocimiento”, a medida que se exploran los pabellones se puede adivinar que la exposición busca que veamos más allá de lo que estamos acostumbrados. Ver con otras capacidades: ya sea con los ojos con los que una mosca ve su mundo o a través de un sensor montado en un satélite artificial.
No en vano sus salas se llaman estratégicamente Ver Más Allá, Ver lo Invisible y Ver con Otros Ojos. En la primera, por ejemplo, las personas pueden ver las partículas que se encuentran en el ambiente, pero que el ojo no percibe: una mezcla de bacterias, hollín, óxido de carbono, heces de insecto y pelos humanos que nos rodean y están basadas en la contaminación de Manizales.
Otras veces, como cuando se entra a la sala de Ver lo Invisible, se muestra en un aumento 50x —es decir, 50 veces más cerca de lo que estamos acostumbrados— cómo es la pata de una cucaracha o el tallo de un hongo. Un mundo minúsculo que, por primera vez, se hace gigante ante nuestros ojos.
Y si se quiere saber por qué es tan difícil matar a una mosca, sólo hay que seguir a la sala Ver con Otros Ojos, que explica cómo la composición de los ojos de este insecto le permite ver nuestros movimientos en cámara lenta. Para demostrarlo, sólo hay que pararse frente a una cámara que graba a 450 fotogramas por segundo, donde queda eternizado un movimiento propio de 3 segundos en una minipelícula de medio minuto.
Más adelante, cuando se llega a la Bitácora Cósmica, un planetario que tiene capacidad para 25 personas sentadas, se puede viajar por el espacio a través del software Uniview. Además, también están disponibles tres películas sobre la historia cósmica, la teoría evolutiva de Darwin y el cambio climático, que duran entre 10 y 15 minutos.
Detrás de las creativas formas de aprender a ver distinto está el sello del Parque Explora, que se ganó la convocatoria para crear Bioma, realizada por la Central Hidroeléctrica de Caldas (Chec), el Grupo EPM, la Alcaldía de Manizales y la de Medellín, grupo que impulsó la idea en el 2013 y que, tres años después y con una inversión de $4.000 millones, logró montar un espacio que, aunque pequeño, parece poder recorrerlo todo: desde la minúscula pata de un insecto hasta un gigante sol que, suspendido en el aire, hace que todo lo demás se tiña de rojo.