En el corazón de Florida, se encuentra un jardín que abre sus puertas para que propios y extraños disfruten de un recorrido en el que los helechos, palmeras, tortugas, ardillas y la Torre de Canto conforman un exuberante paisaje que invita a detenerse en el tiempo.
Bajo un cielo completamente azul, iniciamos un viaje por Bok Tower Gardens, un lugar que reúne la majestuosidad de la naturaleza, el encanto de la arquitectura y el agradecimiento de un hombre que vivió para difundir el arte, apoyar la cultura y defender los derechos humanos. Un hombre que cuando apenas tenía seis años recibió de su abuela un consejo que lo movió toda la vida. “Haz del mundo algo mejor y más hermoso, porque has vivido en él”, palabras que se leen a la entrada del jardín que fundó Edward W. Bok, quien fue editor de The Ladies Home Journal, la revista femenina más prestigiosa de la época, en Florida, y que hoy es Monumento Histórico Nacional, además de un refugio para alimentar el alma.
Un lugar que ha sido testigo de múltiples historias y que en cada camino deja un bonito recuerdo. Al ingresar al Bok Tower Gardens, lo primero que se observa es un camino lleno de piedras en el que el turista puede andar descalzo y sentir la calidez de cada una de ellas. Escuchar el canto de los pájaros y deleitarse con los colores rojos, morados, lilas y verdes que emanan de las flores. Aquí, lejos del ritmo acelerado de la cotidianidad, prevalecen la paz y la tranquilidad. Varios son los caminos y cada uno es libre de elegir el que quiere recorrer, al final, todos conducen a la Torre de Canto, que es el corazón del jardín y un símbolo de unidad.
Elegimos seguir la ruta de las azaleas, las camelias y las magnolias, que son una muestra de arte en constante cambio. En cada paso, una melodía penetraba el aire y el sonido del carrillón tomaba fuerza mientras los helechos, las ardillas y las mariposas hacían de las suyas. La primera parada fue en el Hammock Hollow Children’s, un espacio para que los más pequeños puedan conectarse con la naturaleza y relacionarse con los animales a través de divertidos juegos de arena, manantiales de calizas nativas y el recorrido por un túnel segmentado que permite imaginar la vida como una tortuga Gopher, una especie icónica del estado.
Durante el recorrido se encuentran instrumentos de viento para que los turistas se conecten con la música y creen nuevas melodías. Las hadas de jardín, que viven en casas construidas por los niños, también hacen sus apariciones para llenar de magia el lugar, mientras que algunos padres contemplan el paisaje sentados en hamacas o butaquitos. Este jardín lo inauguraron hace siete años y está dedicado a la memoria de Edward Bok, quien fue un enamorado de las palabras, el arte y los animales, y quien creyó firmemente que el aprendizaje sobre las cualidades de la naturaleza hace un mundo mejor, más sensible a las necesidades de los demás.
A estas alturas del camino, a lo lejos, en medio de helechos, robles y pinos, se empieza a asomar la Torre de Canto: majestuosa, imponente y perfecta. Como antesala, de esta obra de arte, se encuentra un pequeño lago que sirve como escenario fotográfico para los turistas. De ahí en adelante, a cinco minutos de la Torre, se observa el contraste entre la naturaleza y la obra hecha por el hombre. La belleza y la emoción invaden el alma y sólo queda disfrutar de ese instante en que el tiempo se detiene y en el cual se evidencia un sueño hecho realidad.
El sueño de Edward W. Bok, un niño que nació en Den Heler, Países Bajos, y que a la edad de seis años llegó a Estados Unidos, un lugar en el que no entendía el idioma ni la cultura pero que, con el pasar de los años, lo cautivó y dio la oportunidad de hacer algo que nunca imaginó, pero que lo llenó de profunda alegría y éxito: ser editor de The Ladies Home Journal, una revista que marcó el estilo de vida de varias generaciones . Pero para llegar ahí, pasó por pruebas difíciles que formaron su carácter y que le enseñaron que la vida y los sueños se construyen paso a paso.
Trabajó limpiando ventanas en una panadería, después servicios comerciales y luego en ventas editoriales, un mundo que investigó con pasión y ahí empezó a conocer y preocuparse por contar historias con un impacto social fuerte, esas historias que transforman sociedades. Cuando llegó a The Ladies Home Journal, emprendió una tarea vertiginosa para llegarles a muchas personas. Bajo su dirección alcanzaron un millón de suscriptores, asombrosa cifra para la época. Treinta años trabajó con disciplina y pasión en la revista, hasta que anunció su retiro para dedicarse por completo a construir una obra que “tocara el alma con su belleza y tranquilidad”.
Para lograr esta noble causa reunió a los artesanos más famosos de su generación, también arquitectos, escultores, metalúrgicos y paisajistas, quienes trabajaron durante ocho años para entregar, en 1929, Bok Tower Gardens, obra que ya ha recibido más de 23 millones de visitantes. Estos jardines han servido como fuente de enriquecimiento personal, espiritual y cultural. Además, son una puerta que nos adentra en la historia misma de la vida. Así se evidencia en La Gran Puerta, que nos da el ingreso a la Torre, en donde se ve el relato del Libro del Génesis hasta llegar a la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén.
Las puertas de hierro que conducen a la Torre fueron hechas a mano y presentan pájaros con diversas expresiones. La serie de esculturas de Tower de Lawrie relata temas de la naturaleza, la humanidad, la Biblia y la filosofía. Mide 62 metros de altura y es el hogar del carillón de Bok, que tiene 60 campanas, y siempre está emitiendo una melodía que alegra el alma. Dentro de la Torre se encuentran, en el primer piso, la habitación del fundador, un elevador eléctrico, dos bibliotecas y el taller de cuatro curadores. Visitar Bok Tower Gardens es una oportunidad para disfrutar la belleza de la naturaleza, alimentar el espíritu, despejar la mente y sentir la inmensidad de la vida.