El proceso empezó en 2016, cuando una mujer de 32 años que había nacido sin útero por la síndrome Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser.
Médicos brasileños lograron que una mujer que recibió un útero de una donadora ya fallecida diera a luz a un bebé saludable, un hecho inédito hasta ahora en todo el mundo, informaron fuentes médicas.
Los hechos, publicados por la revista médica The Lancet, una de las principales en el mundo médico, ocurrieron en diciembre de 2017 en el Hospital de las Clínicas de la Universidad de Sao Paulo (USP).
"Quedó confirmado como el primer caso del mundo, y hasta donde sabemos, el único. Los mejores equipos, los mejores hospitales del mundo lo intentaron. Y fue aquí que se consiguió. Es una noticia muy positivo no solamente para la medicina, también para el país como un todo, con unas noticias muy negativas en los últimos tiempos", explicó Dani Ejzenberg, uno de los médicos líderes del estudio y supervisor del Centro de Reproducción Humana del Hospital de las Clínicas.
El proceso empezó en 2016, cuando una mujer de 32 años que había nacido sin útero por la síndrome Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser, recibió el órgano de una donadora ya fallecida.
Otros trasplantes de útero con donadoras fallecidas ya se habían hecho en el mundo, aunque nunca había nacido un bebé después del procedimiento.
"Es un hecho histórico, el primer caso siempre marca", dijo Wellington Andraus, también autor del estudio y coordinador del servicio de trasplante de hígado del Hospital de las Clínicas, y que también participó en el trasplante.
El caso debe refrendar el pionerismo brasileño en los trasplantes. El país sudamericano fue el primero en hacer un trasplante de hígado entre personas vivas y uno de los primeros en hacer un trasplante de corazón del mundo. También fue el primer país de América Latina en hacer un trasplante de útero.
El trasplante resalta porque superó las siete horas y 50 minutos de isquemia (período en que el órgano se queda sin oxígeno); por la cantidad de conexiones de los vasos que fueron hechas (dos arterias y cuatro venas) y por el poco tiempo de transferencia del embrión a dentro del útero (siete meses).
Para los médicos, el trasplante simboliza una posibilidad más no sólo para tratar la infertilidad como para mejorar la calidad de vida de las pacientes.