Playas de arena blanca y aguas claras se combina con el misticismo de una experiencia amazónica en este particular rincón de Brasil.
Entre julio y diciembre, en el corazón de la espesa selva amazónica y a orillas del río Tapajós, brota un banco de arena que forma una playa que bien podría confundir a cualquier desprevenido con uno de los tantos lugares exóticos que se mojan con las aguas del mar Caribe.
Por esa mezcla entre aguas cristalinas y arenas blancas, conocida como Ilha do Amor, es que Alter do Chão, una pequeña ciudad a 33 kilómetros del municipio de Santarém, en el estado brasileño de Pará, es considerada por muchos como el Caribe del Amazonas.
Un lugar poco conocido que empezó a recibir más turistas desde que el periódico británico The Guardian lo destacó como esa respuesta de la selva a los paraísos caribeños, diciendo que “la mejor playa de Brasil no está en Río de Janeiro o en el noreste bañado por el sol”, sino, precisamente en este paraje remoto. Sin embargo, aún sigue siendo un sitio relativamente desconocido al que llegan, principalmente, visitantes de las ciudades vecinas.
Aunque la playa que sobresale en el río Tapajós se puede apreciar casi todo el segundo semestre del año, la mejor época para recorrer este lugar es entre los meses de julio y septiembre, cuando el clima se presta para disfrutar del agua y el sol en la Ilha do Amor, con temperaturas entre los 20 y 30 grados centígrados. En cambio, antes de julio, cuando la temporada de lluvias está en su punto más alto, las aguas del río suben su nivel y ocultan la arena.
La forma más común para llegar a Alter do Chão es tomando un taxi o un bus desde Santarém, pero si se quiere hacer un recorrido por las aguas del río Amazonas se puede navegar en barco desde Manaos o Belém.
Otro de sus atractivos es la posibilidad de gozar de exóticas travesías como los paseos por la Floresta Encantada, zonas inundadas que se adentran en lo profundo de la selva, o atravesar el Canal do Jari, que conecta el río Tapajós con el Amazonas, mientras se aprecia su flora y se observan los delfines amazónicos.
Asimismo, se puede caminar por la reserva extrativista de la mano de varias comunidades indígenas que habitan la zona y disfrutar de su gastronomía basada en la harina de mandioca o yuca. Por su cercanía con estos pueblos indígenas, en Alter abundan las artesanías y las tiendas son casi museos, como la de Araribá, en la que reposan objetos de unas 80 tribus elaborados a mano.
Debido a su ubicación y a que el turismo no es la actividad económica principal, Alter do Chão no cuenta con la infraestructura hotelera de otras ciudades de Brasil. Sin embargo, los viajeros recomiendan la posada Tupaiulândia.
Dentro de la oferta hotelera también se destacan las posadas do Tapajós, do Mingote, Sombra do Cajueiro y Ximango, y el Hotel Mirante, con precios que oscilan entre los $70 mil (US$27,5) y $200 mil la noche.
La diversidad de Alter do Chão invita a vivir una experiencia fuera de lo común, en la que la selva y el río son protagonistas. Una alternativa interesante que promete una verdadera aventura amazónica.