La que fuera símbolo sexual en los años cincuenta y sesenta, asegura que acepta el paso del tiempo y el envejecimiento, y que si dejó el cine en 1973 es porque "estaba harta de esa vida superficial, vacía", y porque su amor por los animales le "llevó a dedicarles la vida".
La actriz Brigitte Bardot, que el domingo recién pasado cumplió hoy 80 años, explica que dejó el cine porque estaba "harta de esa vida superficial, vacía" y porque decidió dedicar su vida a los animales que, a diferencia de los hombres, no piden nada y lo dan todo.
Estas son algunas de las respuestas que da Bardot en dos entrevistas publicadas por "Le Parisien" y "Le Journal du Dimanche" con motivo de su cumpleaños, en las que insiste en que no lamenta nada de su historia, y que lo que más le gusta de su carácter es la franqueza.
La que fuera símbolo sexual en los años cincuenta y sesenta, asegura que acepta el paso del tiempo y el envejecimiento, y que si dejó el cine en 1973 es porque "estaba harta de esa vida superficial, vacía", y porque su amor por los animales le "llevó a dedicarles la vida".
"Me gustan los animales porque son las víctimas inocentes de la crueldad humana, que no tiene límites", cuenta antes de añadir que si los defiende es porque ellos no lo pueden hacer.
Al frente de la fundación por los animales que lleva su nombre, reitera su admiración por la presidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, aunque no coincida con ella en sus posiciones en favor de la caza, de las corridas de toros y de los intereses de los ganaderos: "nadie es perfecto".
No se presentaría a unas elecciones para defender sus ideas porque ese mundo no le gusta: "desprecio demasiado la política y no entiendo nada de sus pequeños chanchullos".
Sobre los actores que más le han fascinado, indica que no guarda ningún recuerdo imborrable, salvo de aquellos de los que se enamoró, de los que no da nombres.
Sí que reconoce que su relación con el cantante y músico Serge Gainsbourg fue "una pasión fulgurante".
Bardot hace notar que ha hablado a todos los presidentes franceses desde Georges Pompidou para pedirles medidas para reducir el sufrimiento de los animales, pero "no ha obtenido más que promesas incumplidas".
De los animales, subraya que "lo dan todo y no piden nada. Los hombres, por el contrario, lo piden todo y no dan nada".
Por eso se volvió "misántropa después de haber descubierto que la crueldad y la imbecilidad humanas no tienen límites".
Su primer animal fue un perro que se llamaba Clown, un cocker negro que con menos de dos años le regaló su primer marido, el director de cine Roger Vadim.
Pero del que guarda el mejor recuerdo es de un pato que le regalaron en México durante la grabación de "Viva María" en 1956, y que le seguía a todas partes: "esa historia de amor me marcó mucho y desde entonces odio a los que comen pato".
De hecho, cuando el periodista de "Le Journal du Dimanche" le pregunta sobre qué le gustaría para su cumpleaños, Brigitte Bardot le dice que se haga vegetariano.