El destacado músico brasileño presentó en Santiago de Chile su último trabajo "Abraçaço", espectáculo que estuvo cargado de samba, bossa, rock y funk, con unas leves cuotas de canciones melancólicas.
Gritos y estridentes aplausos. Esa fue la bienvenida que el público le otorgó al destacado cantante brasileño Caetano Veloso cuando ingresó al escenario del Teatro Caupolicán, en Santiago de Chile, donde presentó su último trabajo, "Abraçaço".
Con el público desde el primer minuto en el bolsillo, el también cineasta sorprendió con un show informal y rockero, dejando sólo para algunos instantes sus aires más característicos de estilo acústico y etiqueta.
"A bossa nova é foda" fue la canción que abrió la jornada, que se extendió por dos horas de show, en la que también interpretó temas como "Baby", "Quando o Galo cantou", "Quero ser justo", "Um comunista", "Estou triste y "Homem", entre muchas otras.
"Feliz de estar otra vez en Santiago y de esta casa que recuerdo muy fuertemente. Gracias, un placer estar con vosotros", declaró en español el artista de 72 años, quien luego preguntó "¿Quién está de cumpleaños?" antes de comenzar a entonar "Parabéns".
Una de las sorpresas con respecto a la interpretación se vivió cuando el cantautor, con 49 discos editados, volvió al escenario, tras el pedido del público, y cantó en español "Tonada de luna llena", tema que entonó solo, acompañado de su guitarra, mientras que la joven banda Cê, integrada por Pedro Sá, Ricardo Días Gomes y Marcelo Callado, permanecía en silencio tras la penumbra del escenario.
En general, el espectáculo se caracterizó por contar con ritmos rápidos de samba, bossa, rock y funk, con leves cuotas de canciones melancólicas, siendo más bien un show intenso que en más de una oportunidad invitaba al baile.
Tal fue el relajo de Veloso sobre el escenario, que el bahiano se dio la licencia de mover la colita y abrir su camisa dejando su torso desnudo mientras interpretaba una canción, actos suficiente para despertar los gritos de las mujeres presentes. Un leve movimiento de cadera, era respondido con entusiastas aplausos y silbidos.
Con un juego de luces discreto, pero suficientes para darle intensidad al show; una puesta en escena simple, centradas en figuras geométricas de color negro, rojo y blanco; el reconocido músico montó un espectáculo que, si bien no gozó de un lleno total -con poco más de cuatro mil asistentes, en un recinto con capacidad para unos seis mil- el vacío no se reflejó, dado que el entusiasmo del público lo llenó todo.
Aunque, el sonido a ratos no cumplió, viviendo algunos momento de estridencia, el talento, la energía y el encanto de Veloso se dejó sentir con claridad, logrando una conexión con el público que desde el principio vibró y estuvo en frecuencia con la puesta en escena de quien es uno de los grandes cantautores del siglo y el músico más importante de la escena brasileña.
* Fotografías Ignacio Gálvez