Por Carlos Nogueira, Director de Managing de InterSystems Latam.
Durante el último discurso presidencial del 21 de mayo, en Chile, la presidenta Michelle Bachelet apuntó a que más de tres cuartos de los chilenos se atienden en el sistema de salud pública y reconoció que esta cifra evidencia un retraso, pese que se estaría revirtiendo la falta de inversión.
Ya es conocido que los pacientes deben enfrentar largas esperas para ser atendidos, incluso aguardando por seis horas y aumentando el tiempo transcurrido antes de llegar a una cama. Una realidad que, sin duda, está afectando el normal funcionamiento de la red asistencial a nivel país y que no discrimina a la hora de perjudicar a niños, jóvenes, adultos y a la tercera edad.
Según datos de gestión de la Subsecretaría de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud de Chile, uno de cada cinco pacientes tuvieron que esperar más de doce horas antes de conseguir un cupo dentro de los hospitales públicos, entre enero y septiembre de 2015. Los casos más críticos fueron en la ciudad de Temuco, donde más de la mitad de los pacientes (54,8%) tuvo más de doce horas de espera; y el Hospital Sótero del Río, en la comuna capitalina de Puente Alto, donde el 37,7% estuvo en las mismas condiciones.
¿Cómo se están enfrentando estas problemáticas? Una de las soluciones que han servido para paliar la situación es la implementación de más tecnología como gran canalizador del mejoramiento y optimización de todos estos procesos asistenciales.
Hemos evidenciado cómo actualmente se desarrollan experiencias piloto como la del Hospital Guillermo Grant Benavente y Hospital Las Higueras, en la ciudad de Concepción; y en Talcahuano, donde gracias a la implementación de softwares como TrakCare y HealthShare, vemos que sí es posible lograr una interoperabilidad de sistemas de fichas médicas electrónicas, con repercusión tanto en el tiempo de atención y llegada a las camas, pero específicamente una optimización del número de citas y derivaciones de los pacientes a especialistas.
Sin embargo, para un resultado contundente no sólo es necesaria la tecnología desde las empresas ni tampoco la voluntad de reconocer un problema, sino el compromiso real de orientación y apoyo a los mismos profesionales de la salud, capital humano fundamental a la hora de implementar la innovación en el área de la salud, demostrando la importancia de los procesos formativos, tanto en los especialistas e inclusivo para los tres cuartos de la población.