La formación argentina se ha propuesto llevar a Canadá y Estados Unidos, como ya han hecho con éxito en Singapur y Japón, el ambiente de un bar de Buenos Aires en el que sentarse y disfrutar con los amigos.
La formación argentina CAMBAtango trae este sábado un rincón de Buenos Aires al East Village de Nueva York con su concierto de tango de siempre, sin fusiones ni reinterpretaciones, aunque con empanadas y un buen vino.
No es tango jazz, ni tango electrónico. Tampoco es tango para turistas. Es el tango esencial de Aníbal Troilo o Carlos Gardel, pero ni siquiera abusan de sus temas más conocidos.
CAMBAtango se ha propuesto llevar a Canadá y Estados Unidos, como ya han hecho con éxito en Singapur y Japón, el ambiente de un bar de Buenos Aires en el que sentarse y disfrutar con los amigos.
"El tango es lo mejor que tiene Argentina, no es el fútbol. Ni Messi ni Maradona", dice Lucas Sterin Pensel, guitarrón y cofundador de esta banda que, desde 2006, ha buscado con su banda devolver la autenticidad a un género que es "como los propios porteños, que somos medio rebuscados".
En los últimos días han estado probando diferentes lugares de Manhattan: desde el local Cellar 58 hasta el Consulado de Argentina en Nueva York. Pero este sábado es el gran día: en uno de los lugares clásicos de reunión de la comunidad porteña, el restaurante Buenos Aires, a cuyo lado se encuentra la sala Buenos Aires Annex.
Rodeados de comida y bebida que retrotraerán a su público a la capital argentina, su propuesta musical innova más desde el detalle que desde el planteamiento general.
"Nos gusta innovar por el lado de los arreglos, pero sin salirnos del tango, porque nos gusta estar ahí, que siga teniendo una onda bailable", asegura, y describe el tango como una música "muy compleja" y que "cambia continuamente, no hay fórmulas".
CAMBAtango es una banda mínima: solo dos guitarras (Sterin Pensel y Ariel López Saldívar), un bandoneón (tocado, curiosamente, por un japonés, Koji Hirata) y un contrabajo (Pedro Giraudo). La voz la pone Eva Fiori y viajan con dos parejas de baile: una de hombre y mujer y otra de dos hombres.
Son de una generación, entre los treinta y los cuarenta, que no creció con el tango en casa, que para ellos es un eco más lejano.
"Mi papá y mi mamá escuchaban más folclore que tango, pero yo tenía una tía abuela que era pianista. Conocía a Aníbal Troilo o a Juan de Dios Filiberto. Tocaba genial, pero era mujer y no pudo prosperar mucho en esa época", recuerda el músico.
Valses y milongas también forman parte de su catálogo, que incluye alguna composición propia y que se ha plasmado en cuatro discos: "Como querés que te quiera", "Suerte loca", "Oblivion" y "Tangoroid".
Y Sterin Pensel promete que, además de los cuatro bailadores de tango, la gente acabará sumándose por imperativo de la música. "Las parejas van a bailar. El espectáculo va a ir fluyendo", dice, porque "esa es la función social del tango. Que la gente se junte y baile, que esta música genere bienestar".
Aunque según el músico Japón es "el mejor país del mundo para tocar tango", el guitarrista reconoce que Estados Unidos es también un buen lugar para el tango. "En cualquier sitio nos va mejor que en Buenos Aires", donde denuncia que la escena está demasiado copada por los nombres de siempre.
Precisamente, el martes empieza en Nueva York el festival "Shall We Tango", que celebrará el centenario del nacimiento de Troilo y contará con figuras como el bandeonista Daniel Binelli, la pianista uruguaya Polly Ferman y los bailarines Dardo Galletto y Karina Romero.
El festival también incluye clases de tango en Dardo Galletto Studios impartidas por maestros residentes de la ciudad de Nueva York, así como clases magistrales con de Leandro Oliver y Laila Rezk, y Facundo Posadas y Ching-Ping de Posadas.