Por Thierry Guihard, director general de Sodexo Servicios de Beneficios e Incentivos.
Si consideramos el fenómeno económico y social que vivimos no sólo en Chile sino en todo el mundo, marcado por la desaceleración y el empoderamiento de los consumidores, las empresas debemos reinventarnos y ser cada vez más flexibles para sobrevivir a estos nuevos tiempos y circunstancias.
Los vaivenes de la sociedad actual hacen que las empresas estemos en un escenario donde sí o sí tenemos que emprender cambios organizacionales por lo menos una vez al año y reestructuraciones mayores cada cuatro o cinco años. No obstante a lo anterior, el proceso de adaptación a esta nueva realidad no es fácil y surge el temor tanto en los líderes como en los colaboradores, aflorando tantas reacciones como tipos de personas existen. Algunos colaboradores serán neutrales, en tanto otros se mostrarán entusiastas y una cifra no menor actuará negativamente ante el cambio.
Manejar los factores de resistencia al cambio como miedo a lo desconocido, desinformación, desequilibrio del estatus quo, amenazas al poder, falta de flexibilidad organizacional y disminución en las responsabilidades laborales deben ser manejados por los líderes de manera integral, de lo contrario, nos encontraremos ante el riesgo de detener nuestras decisiones, experimentar una involución organizativa y disminuir, incluso, nuestra competitividad.
Hay que destacar que las personas no presentan a priori aversión a los nuevos escenarios, sino ante la pérdida o la posibilidad de perder el equilibrio. Por ello, es importante tomar las medidas necesarias para superar estos procesos: hacer un diagnóstico profundo sobre los motivos y factores que provocan esto, comunicándolos de manera transparente e involucrando a los distintos sectores de la organización en la solución. No se trata sólo de identificar el tipo de resistencia y hacerle frente, sino que hay que analizar las causas que originan este fenómeno.
También resulta clave que los líderes tengan “una moneda de cambio” en sus relaciones con los distintos sectores participantes en el proceso. Ningún colaborador se va a oponer si se le mejoran sus condiciones de trabajo o la empresa vela por equilibrar de mejor manera su vida laboral y personal. Deben ser medidas de simple implementación y que contribuyan a mejorar los niveles de motivación y satisfacción de los empleados, amortiguando así el choque que genera el nuevo escenario.
Por último, la transparencia es crucial para vencer estos temores. La información es poder y a través de ésta se consigue que los empleados entiendan los motivos de la reorganización y, por lo tanto, disminuyan su resistencia.
Claramente, lo anterior nos demuestra que pretender realizar un proceso de transformación, sin antes comprender la naturaleza humana y su tendencia a conservar el status quo, no sólo traerá como consecuencia el fracaso, sino además pone en peligro la competitividad y la continuidad de las organizaciones como tal. El llamado es a vencer el miedo y evolucionar para así dar respuesta a las necesidades de la sociedad actual.