A seis meses de las elecciones, el gobernador de Sao Paulo ha visto reducir su amplia ventaja sobre la jefa de Gabinete. Con la alta popularidad de Lula, la oposición busca un punto débil.
Brasilia. El precandidato opositor José Serra deberá luchar para mantener su estrecha ventaja en las elecciones de octubre en Brasil, pues su partido carece de una estrategia clara para enfrentar los beneficios que la sólida economía acarrería al gobierno y la popularidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
A sólo seis meses de las elecciones, Serra ha visto reducirse su alguna vez amplia ventaja sobre la jefa de Gabinete de Lula, Dilma Rousseff, en la medida en que surge a nivel nacional el perfil de la candidata gubernamental.
La mayor economía de Latinoamérica se está recuperando más rápido de lo esperado de la crisis financiera global y la popularidad de Lula, que no puede presentarse a un tercer mandato consecutivo, está en niveles históricos, por lo que la oposición lucha para encontrar un punto débil.
"¿Qué puedes decir contra una economía pujante y un presidente con ese tipo de tasa de aprobación? Será muy duro", dijo el analista político Bolivar Lamounier, desde Sao Paulo.
Serra, gobernador del estado de Sao Paulo, ha mantenido su 35% de preferencias en las encuestas debido a que su nombre es conocido a nivel generalizado y posee una imagen de administrador capaz, según muestran las encuestas.
Sin embargo, Rousseff ha duplicado su nivel de aprobación a 30 puntos en meses recientes, restando votos al ex gobernador del estado de Ceará Ciro Gomes y a la ex ministra de Medioambiente Marina Silva, que ocupan el tercer y cuarto lugar, respectivamente, lejos de los dos líderes.
Aunque le preocupa la oposición, Rousseff parece tener el mayor potencial de crecimiento, dado que muchos de los 135 millones de votantes de Brasil aún no la conocen, pero dicen que votarán por el candidato respaldado por Lula.
Más de la mitad de los encuestados por la firma de sondeos de opinión Ibope afirman que votarán por el candidato de Lula, cuya tasa de 83% de aprobación es increíblemente alta para un presidente que acaba su segundo mandato.
Factor Lula. Pese a que Lula tiene prohibido por ley presentarse a los comicios de este año, las elecciones versarán en gran medida sobre el ex líder sindical, cuyas políticas han ayudado a sacar a millones de la pobreza y han visto el surgimiento de Brasil como una importante potencia económica.
"Serra está compitiendo contra Lula nuevamente, será un plebiscito sobre Lula y él es difícil de vencer", dijo Ricardo Guedes, director de la empresa de encuestas de opinión Sensus.
Rousseff carece del carisma de Lula, pero se ha beneficiado de su popularidad mientras viajan juntos por el país, inaugurando proyectos de obras públicas, ganando exposición mediática y prometiendo más de las mismas políticas por otros cuatro años.
La gran mayoría de los brasileños están mejor hoy de lo que estaban cuando Lula tomó el mando del país en el 2002, gracias a más empleos, mayores salarios y la expansión de beneficios de bienestar social.
Se espera que la economía local crezca un enérgico 5,5% en el 2010 y agregue 2 millones de empleo.
Los partidarios de Serra parecen inseguros respecto a cómo responder, aumentando las previsiones respecto a que el político veterano de 68 años, que fue derrotado por Lula el 2002, pierda ante la discípula del mandatario ocho años después.
Algunos líderes del centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Serra han afirmado que las tasas de crecimiento actuales son insustentables, mientras que otros dicen que la economía debería crecer más rápidamente, criticando la pérdida de dinero y la corrupción en los gastos gubernamentales.
Un senador de oposición dijo en privado que el partido aún carece de una estrategia de campaña clara. "No vamos a cuestionar el progreso logrado bajo (el gobierno de) Lula, sino que preguntaremos quién puede continuarla y acelerarla de mejor manera", declaró José Anibal, un ex presidente del PSDB.
Ninguno de los dos principales precandidatos rompería los cimientos de las principales políticas de mercado de Lula y analistas creen que ambos favorecen un mayor rol estatal en la economía.
Sin embargo, algunos inversores prefieren a Serra por la posición más centrista de su partido. Serra operaría sobre una plataforma de una férrea disciplina fiscal, un Estado más eficiente y críticas a las altas tasas de interés de Brasil. En política externa, enfriaría relaciones con adversarios de Estados Unidos, como Irán y Venezuela.
"Serra podría mantener su liderazgo por un tiempo, pero finalmente Rousseff es la favorita", aseguró desde Brasilia el consultor político Cristiano Noronha.