Estos enormes cargueros, que pueden llegar a tener el largo de tres campos de fútbol, consumen un diésel que produce toneladas de gases como dióxido de carbono y óxido de nitrógeno que calientan el planeta.
Singapur. ¿Quérecurso natural es gratuito, no produce emisiones de carbono y ha sidousado para impulsar a los barcos desde tiempos inmemoriales?
La respuesta, por supuesto, es el viento.
Sin embargo, los grácilesveleros que llevaron a Cristóbal Colón y Vasco da Gama a las Américasdesaparecieron hace mucho y fueron reemplazados por enormes carguerosde hierro repletos de crudo, minerales y pilas de contenedores paraalimentar la voraz economía global.
Estos enormes cargueros, quepueden llegar a tener el largo de tres campos de fútbol, consumen undiésel que produce toneladas de gases como dióxido de carbono y óxidode nitrógeno que calientan el planeta, además de otros contaminantesque son causantes de la lluvia ácida.
El transporte marítimo esresponsable por llevar más del 90% del comercio internacionaly produce cerca de 3% de las emisiones de carbonogeneradas por la actividad humana, más que el CO2 producido porAlemania.
Pero reducir estas emisionesimplica lidiar con las reglas marítimas, los intereses creados depaíses como China - que depende del transporte para alimentar su rápidocrecimiento económico - y convencer a conservadores propietarios deembarcaciones para que adopten tecnología ecológica.
Irónicamente, una de lastecnologías más prometedoras para reducir el consumo de combustible delos barcos está vinculado al mismo recurso usado hace miles de años,cuando los marinos de la antigüedad se aventuraron por primera vez através de los mares abordo de desvencijadas embarcaciones: las velas.
El empresario alemán StephanWrage se encuentra entre los que están reinventando la vela y suversión del siglo XXI es muy diferente de aquellos barcos que adornabanlos mástiles de la Santa María de Colón.
De adolescente, Wrage se diocuenta de que podía acelerar su bote a vela si le adosaba una cometadeportiva por encima. Dos décadas más tarde, tradujo esa idea a unsistema de barriletes para grandes embarcaciones como los cargueros.
"El viento es invencible porquees gratis y no hace falta transportarlo de modo que uno sólo usa lo quenecesita", dijo Wrage, cuya compañía SkySails GmbH & Co. KG fabricacometas enormes que se asemejan a los trinquetes para barcos.
Las cometas impulsan a losbarcos a mayor velocidad que las velas tradicionales, dice Wrage,porque son dinámicas y pueden moverse para capturar vientos dediferentes direcciones.
El sistema, según explicó,puede ahorrar entre 10 y 30% de combustible en un solo viaje,un significativo ahorro de costos, dado que entre el 60 y el 80% de los gastos operativos de una embarcación proviene delcombustible.
Libre como el viento. Sin embargo, convencer a firmasde transporte de adquirir costosas tecnologías ecológicas resulta másfácil en teoría que en la práctica, mientras la industria se recuperade la recesión económica y afronta volátiles precios de combustiblesque complican el cálculo de rentabilidad de las inversiones.
Un plan de emisiones decarbono, en el que los barcos serían penalizados por el uso ineficientedel combustible y recompensados por su ahorro, fomentaría inversionesecológicas en una industria conservadora que ha sido lenta en laadopción de nuevas políticas.
"Si hubiera un esquema de emisiones de carbono en vigencia sería el motor más importante del comercio", dijo Wrage.
"Lo más importante es quetengamos un precio del carbono para que la industria tenga seguridad yconozca lo que está por venir y sepa dónde invertir", agregó.
Pero desarrollar un esquema decarbono para el transporte marítimo es un tema políticamente cargado ymuy complejo, ya que la gran mayoría de los cargueros navega bajobanderas de otros países, a fin de evitar más estrictas regulaciones,más impuestos y costos de mano de obra.
Barcos de países comoDinamarca, Gran Bretaña y Alemania están registrados en su mayoría enpaíses del tercer mundo como Panamá, Liberia e incluso Mongolia, loscuales no deben reducir sus emisiones de carbono, según el Protocolo deKioto.
"Si se considerase a toda laindustria del transporte como un país, sería el sexto o séptimo mayoremisor de gases de efecto invernadero", manifestó Philip Roche, unabogado marítimo y comercial de la firma británica Norton Rose.
Está previsto que esasemisiones sigan aumentando a medida que crece el comercio mundial. LaOrganización Marítima Internacional (IMO por sus siglas en inglés)estima que las emisiones de gases invernadero del transporte marítimopodrían crecer entre 150 y 250% para el 2050.
"De modo que estamos hablandode muchas emisiones pero en este momento las emisiones no le pertenecena nadie en absoluto", afirmó Roche a Reuters.
Bajo el Protocolo de Kioto,apenas unas 40 naciones industrializadas deben cumplir con metas deemisiones en el primer periodo de compromiso del pacto entre el 2008 yel 2012.
Los países del tercer mundoestán exentos de metas obligatorias, según documentos que señalan a lasnaciones ricas como responsables por la mayor parte de los gasesinvernadero emitidos por la humanidad desde la Revolución Industrial.
Se espera que las naciones máspobres tomen medidas voluntarias bajo una guía de responsabilidadescomunes, que también toma en cuenta la necesidad de mantener a suseconomías en desarrollo para sacar a millones de la pobreza.
Pero ahora esta pauta esconsiderada ampliamente como desactualizada, dado el ritmo delcrecimiento de las emisiones. China superó a Estados Unidos como elmáximo emisor de gases invernadero del mundo e India está en cuartolugar.
Las naciones del tercer mundose rehúsan a comprometerse con metas vinculantes en un pacto globalsobre cambio climático y durante las negociaciones de Copenhague endiciembre sólo acordaron añadir una lista de medidas voluntarias.