El artista multidisciplinario colombiano, cuya obra ha estado presente en museos, bienales y galerías más importantes del mundo, basa su trabajo en las condiciones sociales y políticas de las minorías sexuales y de género, buscando reflexionar sobre la injusticia social de diferentes colectivos. Hoy está mostrando en Chile una exposición de carácter antológico denominada "Las formas de libertad". De arte, política, "colombianidad" y más, conversó con AméricaEconomía.
-¿La provocación es una herramienta dentro de sus obras o eso solo es parte de un mito que rodea a la profesión del artista?
-Bueno, creo que por las temáticas, el tema de la provocación está siempre ahí, pero mi aproximación es más bien por representar una suerte de investigación histórica, para poder reconsiderar o mirar de una manera alternativa lo que se nos ha enseñado como historia.
-Hoy está radicado en EE.UU. ¿Se consideras artista inmigrante o solo un artista?
-Primero me considero un inmigrante y después artista. Ahora, yo tengo hoy el privilegio de tener la ciudadanía estadounidense, pero siempre me he considerado y visto como un inmigrante en ese país, donde hoy no estamos enfrentando a una oleada muy conservadora y fascista, absolutamente intolerable.
-Si pudiera introducir a Donald Trump en su trabajo, ¿cómo lo haría?
-Bueno, él no figura en mis obras de forma textual, pero sí la ideología patriarcal, conservadora, religiosa de extrema derecha; es un arco fundamental en mi trabajo, ya que son las estructuras que siempre he resistido y a partir de las cuales voy articulando una suerte de resistencia conceptual en mi trabajo. Para mí eso es el gran enemigo.
-La frase "el arte es inherente a lo político", ¿sigue teniendo hoy validez o se ha convertido en un cliché?
-Creo que es un cliché. Es cierto que hoy muchos artistas consideran la práctica artística como inherentemente política, pero yo creo que para que la práctica del arte sea política, tiene que articularse y consolidarse como tal. Porque el campo del arte también está determinado por los mismos elementos patriarcales, machistas y de dominación de la sociedad, y las obras de arte que se articulan en oposición a eso, pueden considerarse de carácter político.
-Una obra de arte puede ser apolítica también...
-Claro, una obra de arte en sí, si no se apega a un discurso específico, no necesariamente es una obra política.
-Entonces, sobre lo mismo: la relación entre lo comercial y el arte, ¿no serían opuestos?
-No son opuestos. Yo siento que el campo del arte está conformado por estas diferentes aristas que están íntimamente ligadas y ahora es el trabajo de los artistas ver cómo se funciona en relación a cada una de estas vertientes, y ver cómo pueden manejarse dentro del campo educativo o comercial.
COLOMBIANIDAD
-Colombia ha tenido un resurgimiento en todo sentido, desde lo económico, social y artístico. ¿Cómo se manifiesta esta nueva "colombianidad" en el arte?
-Bueno, históricamente Colombia ha sido un país arrasado por sus historia de violencia, opresión y la guerra civil en la que hemos vivido. Y creo que hay una aspecto del arte colombiano, desde el arte colonial a lo contemporáneo, que se ha articulado como un arte político, un arte de resistencia, un arte de denuncia de tantas injusticias sociales y de clara resistencia ante la cultura-guerra en la cual hemos crecido. Sin embargo, considero que en todos esos momentos históricos, ya sea en el modernismo o el arte contemporáneo, también han surgido una serie de artistas que no están necesariamente interesados en hablar sobre ese legado, que de alguna manera es lo que se espera de ellos, lo cual me parece bastante refrescante.
-¿Que une a estos nuevos artistas colombianos en esta nueva "colombianidad"?
-Lo que sí creo que une al arte colombiano en general hoy es una especie de "rigor" conceptual y formal. Creo que hay una buena escuela de arte en Colombia, y no me refiero a una universidad en particular, sino a una cultura alrededor del arte que ha formado artistas bastante comprometidos con su trabajo.
-Desde el mundo del arte, ¿qué se espera de la nueva administración de Iván Duque en Colombia?
-Yo, personalmente, estoy en duelo. El actual presidente nos devuelve a lo que fue el presidente Uribe (Álvaro), un presidente realmente muy militarista, capitalista, muy ligado a los grupos de derecha y los grupos religiosos. Entonces, considero que es un gran retroceso para los procesos pendientes de justicia social. Históricamente, Colombia se ha perfilado como una nación con una constitución liberal que reconoce a las minorías indígenas y de diversidad de género, y ahora todo eso está amenazado, sin saber bien hacia dónde se va a ir.
-¿En qué pie se encuentra hoy el movimiento feminista, pensando que usted es un activista de los movimientos de liberación sexual?
-Hay que pensar que dichos movimientos no aparecen hoy por arte de magia, sino que vienen después de mucho tiempo. Se forjaron con mucha intensidad durante los años 60, 70 y 80, por eso considero que lo que está pasando hoy es una trayectoria de empoderamiento discursivo y político de esos grupos. Ahora, es muy gratificante ver cómo ciertas coyunturas, como lo que paso en el contexto norteamericano con el productor Harvey Weinstein, ha llevado a las personas a expresarse y no temer miedo a ser sacrificadas por la industria. Hoy todas estas personas que han estado violando desde el poder, de una forma tan intensa, saben que van a ser llevadas ante la justicia, ya sea social o legal.