La diseñadora de venezolana, máxima expresión de la sofisticación de la mujer de alta alcurnia en Nueva York, volvió a dar en la diana con una colección de sensualidad sinuosa, de fluctuación constante como el agua del mar.
La exquisitez líquida de Carolina Herrera, con una colección inspirada en el vaivén del agua, fue uno de los puntos altos en la Semana de la Moda de Nueva York.
El impacto de la diseñadora de venezolana fue, como siempre en ella, susurrado.
Herrera, máxima expresión de la sofisticación de la mujer de alta alcurnia en Nueva York, volvió a dar en la diana con una colección para la temporada Otoño/Invierno 2015 de sensualidad sinuosa, de fluctuación constante como el agua del mar.
Una esencia inestable sobre la que la diseñadora se posa con el aplomo y la ductilidad que le caracterizan.
"He hecho esta colección explorando el elemento del agua. Los vestidos están cortados como olas del mar. Todo lo que tenía conexión con agua traté de trasladarlo a los tejidos", explicó a Efe minutos antes del desfile.
Según ella, las aguas en la moda "siempre han sido turbulentas", pero allí está su genio para calmarlas, para producir un hipnótico canto de sirena que lleve al amante de la moda a enamorarse perdidamente de sus propuestas.
Carolina Herrera convierte así una tormenta en una experiencia placentera, mimando el patronaje y consiguiendo "esa fluidez total que ves en el agua cuando está lloviendo, en el mar, en los colores, entre azules y grises", dice.
Estampados revueltos y espumosos, transparencias que crean el efecto de corrientes, tejidos en cascada y gazar o mangas abombadas generan la sensación de que gravedad aligerada, de que los tejidos flotan.
Entre los colores marinos, explotan también rojos coral, gotitas de apliques tecno o bordados en spray que reproducen la luna que riela sobre el mar.
A veces el cromatismo se disuelve como si fueran una acuarela japonesa, se filtran los jacquard e impresiones fotográficas e incluso las pieles tienen el aspecto de flora marina imitando el baile ingrávido de las anémonas.
Carolina Herrera, a sus 76 años, sigue satisfecha y dice que, en el río de su vida, "si tuviera que nadar nadaría por el mismo río". Como cierre, aprieta el timón y saca su armada invencible de vestidos de noche. Un broche finísimo y genial.