Este sector era un lugar inhóspito cuando el pintor y escultor uruguayo, Carlos Paéz Vilaró, compró ese terreno privilegiado y comenzó una construcción espontánea que duró 36 años.
Punta Ballena es uno de los lugares más fascinantes y bellos de la costa uruguaya y se encuentra a tan solo a 13 km de Punta del Este. Un accidente geográfico desde donde se puede disfrutar la vista de la bahía de Maldonado y de Portezuelo, que hacen de éste destino uno de los pocos en el mundo donde disfrutar un atardecer sea tan placentero.
Un lugar inhóspito cuando el pintor y escultor uruguayo, Carlos Paéz Vilaró (1923- 2014), compró ese terreno privilegiado, al precio de una caja de cigarrillos por cada metro cuadrado. En una primera etapa levantó sólo un rancho de lata, luego una casa -"La pionera"- y después comenzó el proyecto, inacabado como toda obra orgánica de "Casapueblo".
El artista, al igual que Gaudí, jamás usó un plano para la construcción que cuelga de los acantilados que miran a occidente. Su construcción espontánea, realizada durante 36 años en esforzada labor y con sus propias manos, se considera universalmente como una "escultura habitable".
Lo que inicialmente fue la casa de veraneo y taller del artista, hoy incluye en sus instalaciones un museo, una galería de arte, una cafetería y un hotel. Fue aquí donde Paéz Vilaró trabajó y pasó sus últimos días. Cuenta con varias salas en dirección al mar sobre los acantilados, donde permanentemente se realizan exposiciones de sus pinturas, esculturas y cerámicas.
Rodeada por un espectacular entorno natural, se encuentra ubicada en una ciudad que cuenta con una infraestructura ideal: playas, puerto, museos, casinos, restaurantes, clubes, etc. Es sin lugar a dudas, uno de los principales atractivos de la zona.
El estilo de construcción recuerda a las construcciones mediterráneas, pero Paéz Vilaró siempre dijo que hacía referencia a la habilidad del hornero, pájaro típico del Uruguay. "Casapueblo", que no posee una sola línea recta en su interior, evoca,debido a su color y al sitio en que fue levantadal las construcciones moriscas y mediterráneas.
Desde 1994 se ha consagrado la tradición de “La Ceremonia del sol” que se realiza en las terrazas del Museo, al caer la tarde, todos los días del año. Este bello evento se ha convertido en un clásico al que ningún visitante quiere dejar de asistir.
Es un momento muy emotivo en el que todos hacen silencio y sólo se escucha la voz del artista, que desde una grabación, dedica un poema al sol para despedirlo cada tarde.
Las golondrinas y gaviotas, atraídas por la música que llega hasta el mar, cierran la ceremonia sobrevolando las terrazas del Museo, asombrando a los concurrentes pues lo hacen en el instante en que el sol ha desaparecido totalmente detrás del horizonte.