La crisis sanitaria, económica y social generada por la COVID-19 impactó directamente en los flujos de capitales a nivel mundial, los cuales retrocedieron en un 35% en 2020 y alcanzaron su menor valor desde 2005, de acuerdo con un reporte del organismo.
América Latina y el Caribe debe recuperar una visión estratégica del rol de la inversión extranjera directa (IED) para transformar su modelo de desarrollo productivo, en lo que China puede aportar con su experiencia en energías renovables, tecnología e infraestructura, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
"China es uno de los principales socios de América Latina y el Caribe, y ha ido cobrando gran protagonismo como inversor", dijo ante una consulta de Xinhua la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, en el marco de la presentación virtual del estudio anual "La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2021".
Bárcena agregó que "desde el 2010 se ha profundizado la presencia de empresas chinas en la región con distintas modalidades de participación".
De acuerdo con la CEPAL, China se convirtió en 2020 en el primer inversor del mundo y el segundo mayor receptor de IED. La participación china aumentó en la región desde un 1,7 por ciento en 2005 a un 22,9 por ciento en 2020, con un acumulado de 15.000 millones de dólares colocados entre 2010 y 2020.
Bárcena señaló al respecto que la inversión china ha tenido "avances importantes" en los últimos años y se ha diversificado desde los recursos naturales, hidrocarburos y minería, hasta una mayor implicación en sectores como telecomunicaciones, transporte y electricidad, entre otras áreas estratégicas fundamentales para el progreso sustentable de esta región.
En esta línea, destacó la importancia de "sumarse al avance tecnológico de China".
Además, sugirió mirar "cuál ha sido la estrategia de ese país para utilizar la IED en su propio desarrollo a largo plazo", con la idea de avanzar en las áreas que generen una mayor productividad, innovación y tecnología para una recuperación sostenible post pandemia, a través de la aportación de capitales, fusiones y adquisiciones, proyectos y operaciones de interés común entre ambos socios.
La participación de China en Latinoamérica "es positiva y puede contribuir de muchísimas maneras", por lo que "nos interesa que los vínculos sean cada día más importantes", sostuvo la secretaria ejecutiva.
Remarcó las oportunidades que existen en el despliegue de la electromovilidad en la región más urbanizada del mundo, pero con una profunda brecha de conectividad, falta de infraestructura y bajo desarrollo industrial.
En este marco, destacó las posibilidades que ofrece China para la industria médica y científica con la instalación en Chile de dos plantas del laboratorio chino Sinovac: una para la investigación y desarrollo (I+D) y otra para la producción de vacunas, principalmente de dosis de CoronaVac, para combatir la COVID-19.
"Estamos hablando de inversiones que nos suben al carro de que, por ejemplo, Chile pueda volver a ser un productor importante de vacunas, con producción no solo para Chile, sino para toda la región. Esa es la mirada correcta (...) una mirada de mercado regional", apuntó Bárcena, en vista de una creciente cooperación en materia sanitaria con el país asiático, a raíz de la pandemia.
En este escenario, consideró que el desafío actual es canalizar la IED a través de un diálogo y una agenda multilateral a nivel regional o subregional, que permita captar inversiones conjuntas "que potencien nuestros intereses", con el objetivo de "aprovechar las oportunidades que China nos puede ofrecer".
Aseguró que la Iniciativa de la Franja y la Ruta "es un marco que nos puede permitir atraer inversiones", sobre todo en las áreas de transición hacia energías renovables, electromovilidad sostenible en ciudades, revolución digital inclusiva, industria manufacturera de la salud, bioeconomía, economía del cuidado, economía circular y turismo sostenible.
El informe "La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2021" reveló un retroceso de una década en la IED durante 2020. La región recibió ese año US$ 105.480 millones, lo que representó un 34,7% menos que en 2019 y un 51% menos que el récord histórico de 2012.
La crisis sanitaria, económica y social generada por la COVID-19 impactó directamente en los flujos de capitales a nivel mundial, los cuales retrocedieron en un 35% en 2020 y alcanzaron su menor valor desde 2005, de acuerdo con el documento.
En este escenario, el organismo de Naciones Unidas planteó recomendaciones para contribuir a los procesos de desarrollo productivo de la región, con énfasis en el ámbito digital, e invitó a los gobiernos y al sector privado a utilizar sus capacidades para que la política de atracción de capitales extranjeros sea parte de la política industrial.
La entidad consideró también estrategias de inversión en la era digital, incluido un modelo conceptual basado en las dimensiones de economía conectada, economía digital y economía digitalizada, que aborden los retos en materia de brecha tecnológica, inclusión, innovación, regulación y tributación.