Estudio del University College de Londres afirma que los competidores no sólo responden mejor sino que además tienen mejor memoria.
"Mens sana in corpore sano" es un camino de ida y vuelta. Un buen cerebro ayuda a un buen cuerpo. Y también a la inversa. De hecho, el cerebro de un deportista puede reaccionar un 10% más rápido en situaciones de presión que el de una persona que no practica deporte y la precisión de su memoria puede superar el 20%, según un estudio de la University College de Londres que sometió a distintas pruebas a deportistas y no deportistas.
El estudio, al que tuvo acceso la agencia de noticias Efe, fue realizado por el profesor Vincent Walsh del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la universidad londinense. Consistió en una prueba de percepción y otra de memoria a deportistas profesionales y no deportistas, que a la vez eran sometidos a ver una serie de imágenes preparadas para crear estrés de forma intencionada.
En este trabajo participaron el piloto de motociclismo John McGuiness, el surfer Andrew Cotton, el piloto de automovilismo Colin Turkington, el patinador Peter Connolly, el escalador Louis Parkinson y el piloto de Fórmula 3 y Le Mans Oliver Webb; junto a un grupo de seis personas que no eran deportistas profesionales.
El resultado fue que los deportistas respondían un 10% más rápido y que su memoria respondía con una precisión de un 20% más respecto a aquellos que no eran deportistas profesionales, debido a su mayor capacidad para afrontar situaciones de riesgo o intensas a nivel emocional.
"En general, los deportistas fueron más precisos en las pruebas de memoria después de la exposición a estímulos negativos, mientras que los no deportistas fueron distraídos por esos estímulos", explicó el profesor Walsh, "El rendimiento de los no deportistas se desmoronó en cuanto a velocidad de memoria al enfrentarse a adversidades y situaciones emocionalmente intensas; mientras que las respuestas de los deportistas fueron mejorando".
El investigador calificó como "fascinante" la manera de pensar de estos deportistas a la hora de responder a desafíos en condiciones elevadas de presión, donde tomar una decisión u otra puede "marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso".
"Desde pequeño me he preparado para competir en las carreras, en un ambiente de riesgo y peligro, y supongo que eso ha quedado dentro de mi cerebro", apuntó el piloto Colin Turkington, campeón británico de turismos en 2009 y 2014. "La gente desde fuera pensará que estamos locos, pero el riesgo está calculado", añadió el motociclista John McGuiness, especialista en la carrera de la Isla de Man, donde atesora 23 victorias, y que también compitió en MotoGP entre 1997 y 2000.
La distinta percepción del miedo, del peligro y del fracaso son algunas de las claves para los no deportistas participantes en el estudio. Una de las no deportistas que participó del test concluyó con contundencia: "Creo que los atletas no sienten el miedo de la misma manera que nosotros".